La salida de Martín Guzmán de la Argentina fue la culminación de una larga serie de equívocos, desengaños y decisiones frustradas.
Pero no todo fue malo, al fin. Los escasos resultados internos no empañaron los éxitos que obtuvo el profesor de Columbia en el ámbito internacional, en el que enfrentó, no sin cierto éxito, a buitres, bucaneros y a toda laya de “maffiosi” y delincuentes financieros cosmopolitas. De esta manera, la diplomacia y los buenos modales del ministro mostraron ser suficientes para evitar el inevitable naufragio de las finanzas argentinas, de no mediar su gestión.
Por el contrario, en el mercado interno, Guzmán desnudó su escasa experiencia política. La laxitud con la que permitió que comerciantes y “pequeros” de entrecasa dispararan a mansalva sus pistolas remarcadoras contra los argentinos más pobres, contrastaron con su aptitud para enfrentar a los muchachos de Kristalina, a los que les arrancó alguna que otra concesión. De todos modos, la tenía difícil: nada de lo que hiciera, ninguna gestión que encarara, podría haber sido exitosa, al fin. Un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, por bueno que sea, siempre es un trauma en los cuerpos de los argentinos, ya agraviados por numerosas lesiones previas.
Hace muy poco, el propio Papa Francisco termina de definir con precisión el destino de su país y de la región: “Latinoamérica siempre fue víctima -y será víctima, hasta que no se termine de liberar- de imperialismos explotadores”, expresó el Sumo Pontífice en un reciente reportaje que le realizó la presidente de la Agencia Nacional de Noticias Telam, Bernarda Llorente.
Finalmente, los logros de Guzmán en el área macroeconómica no fueron similares a los obtenidos en la redistribución del ingreso que exigían las voluntades del Frente de Todos, golpeadas por la política fuertemente regresiva con la que Mauricio Macri devolvió ganancias siderales a los empresarios cercanos a su construcción política. La mayoría de ellos eran -o fueron luego- concesionarios de los servicios públicos. Al fin y al cabo ése fue el origen de la fortuna del progenitor del expresidente.
El “Batakazo”
La elegida para suceder a Guzmán fue la exministra de Economía de Daniel Scioli en la Provincia de Buenos Aires entre 2011 y 2015, Silvina Batakis. Su sola presencia determina que el peronismo –desde donde se empujó su designación- decidió que va a pelear las elecciones de 2023, que muchos daban ya por perdidas o como –los más optimistas- de incierto resultado.
Los principales apoyos de Batakis provienen de los gobernadores, con los que venía trabajando desde su función de subsecretaria de Relaciones con la Provincias, donde se ocupaba de la distribución de los fondos surgidos de la coparticipación. Los mandatarios de Chaco, Jorge Capitanich, de La Rioja, Ricardo Quintela, de Catamarca, Raúl Jalil y de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, se mostraron entre los primeros que expresaron su aprobación.
La condición de militante de Batakis le otorga una gran capacidad de asimilación con las necesidades políticas del territorio, una empatía de la que Guzmán carecía de manera absoluta.
Por estas razones, como la economía es la política por otros medios, parafraseando a Carl von Clausewitz, se puede decir que no habrá ninguna continuidad en la política económica que llevaba adelante su antecesor. Nada será igual. No se despide a un ministro para que nada cambie. En realidad, desde el arribo de Batakis al edificio de Hipólito Yrigoyen 250, múltiples voceros oficiosos intentaron por todos los medios minimizar la influencia de la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, en su designación, alegando que “todo sigue igual”. Pero algo cambió, aunque esté aún por verse en qué medida.
La relación con el FMI es otra de las claves futuras de la flamante ministra, que cultivó buenas relaciones con funcionarios del Departamento de Estado y de la Casa Blanca. En sus viajes oficiales trabó relación con ellos, además de haber tratado ya con la titular del Directorio del FMI, Kristalina Georgieva, al cierre de esta edición.
Aún así, Batakis aseguró que el acuerdo con el FMI que tramó Guzmán deberá ser sometido a “ajustes necesarios”, ya que la guerra con Ucrania obligará a “modificaciones”. Los analistas de los mercados consideran que las metas pactadas son inalcanzables, a pesar del optimismo de las autoridades del organismo, que lo calificaron como “creíble” y “realista”.
Al momento del cierre de esta publicación, en la noche del miércoles seis de julio, Batakis se había comunicado ya con Georgieva, que luego expresó en la red del pajarraco azul que fue “muy buena llamada con la ministra Batakis hoy, para discutir la implementación del programa de la Argentina. Esperamos continuar con nuestro compromiso constructivo para promover la estabilidad económica y el crecimiento inclusivo, en un entorno global muy desafiante”.
En un aparte, la economista búlgara reconoció a un cronista de la agencia Reuters que “necesitamos tener claro que las acciones dolorosas a veces son necesarias para cosechar los beneficios de estas acciones”, esgrimiendo una doble vara muy llamativa: optimista en público, pesimista en privado. Porque nadie habla en público sobre la inevitable obligación de someter al sacrificio a los pueblos que son obligados a endeudarse. Es necesaria esta omisión para aventar antiguos traumáticos recuerdos. La llagada clase trabajadora argentina sabe bastante de estos menesteres, por lo que es mejor para los burócratas del Fondo no rememorar viejos dolores infligidos.
En su discurso, Batakis tiene como objetivo hablarle al votante-núcleo del Frente de Todos, para fortalecer la tarea del Gobierno. El 2023 está muy cerca y el tiempo no sobra.
Fuentes oficiales aseguraron a Noticias Urbanas que será prioridad el desarrollo del mercado de capitales y seguir trabajando en un programa fiscal sustentable, además de operar en la acumulación de las menguadas reservas del Banco Central, con el fin de estabilizar la moneda.
El resultado más inmediato, en esta tarea, será atesorar unos tres mil millones de dólares para la compra de energía (gas oil) y para cubrir el pago de los cupones de bonos en “dollar link”. Más difícil será la cuestión del dólar-moneda. Se dejará escalar al dólar blue hasta que la caída del consumo lo estabilice, se estima que en los alrededores de los $250.
Para monitorear la compra de dólares por parte de las grandes empresas, que suelen pulsear por el precio de la moneda norteamericana con el Gobierno, se incorporará al equipo económico un plantel de técnicos de la Administración Federal de Ingresos Públicos. Tendrán a su cargo vigilar el “back to back” y las movidas especulativas, además de las operaciones habituales de compra de la verde moneda.
Contradiciendo a los economistas ortodoxos, que son mayoría en la Argentina, al menos en cuanto a su presencia en los medios de comunicación, Batakis entregó varias definiciones, algunas de ellas, exquisitas. “Los salarios no son la causa de la inflación”, expresó, aunque ratificó que su objetivo es “no sólo recuperar lo perdido en términos reales, sino también ganar” un mayor poder adquisitivo, que, advirtió, “va a llevar tiempo”, para horror de la ortodoxia.
“Va a ser difícil y no vamos a recuperar el 100 por ciento de esa pérdida en poquitos meses”, aseveró Batakis al recordar que “en el último año de la gestión anterior, los salarios cayeron muchísimo y la inflación fue del 54 por ciento”. Esta transferencia de ingresos llevó a que los empresarios se aseguraran una participación de alrededor del 55 por ciento en el Producto Bruto Interno, en detrimento del 40 por ciento que queda para los asalariados. Se intentará equilibrar lo más posible esta cifra, también.
Si Silvina Batakis no triunfara en esta batalla, el Frente de Todos no lograría remontar un resultado adverso. Menudo peso carga sobre sus hombros.
De esta manera, la saga de Martín Guzmán llegó a su fin. Fue reemplazado por una economista extraña, que en esta noche aciaga debe estar lamentando la eliminación de Boca Juniors en la Copa Libertadores, a manos del equipo de Lula da Silva, el Corinthians de Sao Paulo. Además, Batakis mezcla en su acervo la militancia peronista, la pasión boquense y las ciencias económicas.