El legislador porteño Gabriel Solano (Frente de Izquierda) fue uno de los organizadores de los actos en la Plaza de Mayo por el último Día del Trabajador, que tuvo lugar días después de que el Gobierno nacional presentara por segunda vez su proyecto de reforma laboral y de que el dólar escalara varios puntos. En esta entrevista, Solano acusa a la Casa Rosada por sus políticas económicas, que considera contrarias a los intereses populares, pero también al PJ y al kirchnerismo, a quienes califica como “cómplices” del macrismo en el “ajuste”. Adelanta una “movilización popular” para evitar la reforma y asegura que es “una bomba de tiempo”.
–¿Cómo evalúan la reforma laboral que el Gobierno envió la semana pasada al Congreso?
–Es la misma reforma laboral del año pasado, solo que la dividieron en partes. Como si fuese una ley por capítulos. La primera parte es el régimen de pasantías, con el que no estamos de acuerdo porque creemos que es una legalización del trabajo precario. Le sigue el blanqueo, un perdón a los empresarios a costa del Estado. Además, para acceder al blanqueo hay que renunciar al derecho a hacer juicio, lo cual constituye una resignación de los derechos de cualquier trabajador. No estamos de acuerdo y vamos a promover una lucha del movimiento obrero para que no la puedan aprobar.
–¿Qué medidas tomarán?
–Como coalición política vamos a votar en contra en el Parlamento. Pero somos una minoría, así que vamos a dar la lucha también en la calle. Vamos a ver cómo logramos organizar una campaña para movilizar a los trabajadores en contra de la reforma laboral. Este va a ser el gran tema, y creemos que, como ocurrió en diciembre, puede abrirse una crisis.
–¿Por qué?
–Por el contexto. Hay mucha bronca, por la inflación, por los tarifazos, por los despidos en el Estado y en la industria. La reforma laboral es una bomba de tiempo. El mismo Gobierno reconoce que son leyes antipopulares y por eso quieren aprobarlas antes del año electoral. El país está dividido en clases sociales, y lo que le sirve a una parte del país no le sirve a la otra. Bajo el menemismo se aplicó una reforma laboral importante y también circuló el verso de que si se bajaba el costo laboral iban a venir inversiones. Eso terminó en cuatro millones de desocupados; esa política ya fracasó. Estamos presenciando una política de endeudamiento voraz que nos está llevando a la bancarrota. Estos últimos días fueron muy elocuentes. Lo que nos lleva a una crisis no es el costo del trabajador, sino las políticas del Gobierno.
–El Gobierno tiene el aval de sectores del sindicalismo y del peronismo.
–Acá tanto la CGT como el PJ están gobernando con Macri. El caso de la CGT es el más alevoso: acaban de volver a pactar la reforma laboral en el Congreso y la CGT quiere pasar las paritarias al 15 por ciento, lo cual equivale a una rebaja salarial. Con el PJ ocurre otro tanto. Todas las reformas que logró aprobar el Gobierno en el Congreso salieron con su acuerdo. Por ejemplo, el robo a los jubilados en diciembre. El macrismo no tiene mayoría ni en Diputados ni en Senadores, pero cuenta con el apoyo del peronismo. Hace tiempo que el peronismo ha dado la espalda a los trabajadores. Es una fuerza históricamente agotada. El Frente de Izquierda, al organizar el principal acto del 1º de Mayo, se impone como el referente de los trabajadores frente a la derecha nacional.
–¿Por qué pactan, según usted?
–Porque comparten los mismos intereses. Cuando uno ve lo que hacen los gobernadores peronistas en sus provincias queda claro que defienden los intereses de las grandes corporaciones capitalistas. Se lo ve con Urtubey en Salta, con Schiaretti en Córdoba o con el MPN en Neuquén. Los intereses son los mismos. En 2015 nosotros llamamos a votar en blanco entre Scioli y Macri, advirtiendo esta complicidad. Acá no hay un gobierno que ajusta, hay una coalición de ajuste. El pacto fiscal que implicó el robo a los jubilados también lo suscribió Alicia Kirchner en Santa Cruz. Y esto se dio también con el pago a los fondos buitre.
–El Gobierno dice que no hay otra salida por fuera del ajuste a través de las tarifas.
–Lo que sucede, en el fondo, es que se está subsidiando a las petroleras. No se acabaron los subsidios, eso es mentira. Hoy en la Argentina se subsidia a las petroleras porque estamos pagando por el gas un precio que triplica al internacional. Y la parte que no se paga por tarifas a las petroleras, el Gobierno la compensa con subsidios. Hay un sendero de precios para las petroleras con un beneficio extraordinario que no consiguen en ningún lugar del mundo. El tarifazo se explica por eso. También incluye la dolarización de las tarifas, que es una bomba de tiempo. Estamos teniendo una fuga de capitales muy importante y el Gobierno contiene muy parcialmente el dólar en los parámetros actuales, vendiendo reservas. Cualquier devaluación impacta en el precio internacional. Y por último está el tema de que nadie conoce los costos reales de la distribución y el costo de la energía. Nadie lo sabe, se toma como válido lo que dicen las empresas. Y son empresas que no han invertido un solo peso. El Gobierno mintió al decir que iba a haber inversiones. El precio subió por arriba del 1.000 por ciento en dos años y tanto la producción de petróleo como de gas cayeron. Es decir que hemos pagado tarifas exorbitantes, pero sin inversión, y la Argentina sigue importando petróleo.
–¿Por qué no se pueden poner en contra de las petroleras?
–Acá hay una política que ellos no quieren aplicar, que es la que nosotros planteamos: nacionalizar los recursos naturales. Y que la renta petrolera sea desarrollada para el país. Que no se la lleven las empresas. Pero el Gobierno no se va a pelear con Chevron. Es un gobierno que vive del endeudamiento internacional y está esperando a que las calificadoras internacionales lo saquen de la zona de frontera para colocarlo en zona de inversión y seguir endeudándose. Es un tema de intereses. Tenemos una política donde se dolarizan las tarifas y se pesifica el salario. Esto lleva a una caída del consumo, a una desvalorización de salarios y jubilaciones. Se dolarizan precios y tarifas, pero no el salario. Macri habla de bajar el costo argentino pero sube el costo energético, sube el costo financiero, porque gastás el 30 por ciento y solamente baja el costo laboral.
En primer plano
• Un restaurante. El Cervantes, en Perón y Callao. “Se come bien y barato.”
• Una comida. Pizza.
• Un lugar. Plaza de Mayo.
• Un personaje histórico. Karl Marx.
• Una frase. “Ni reír ni llorar, comprender”, de Baruch Spinoza.
• Un libro. Las uvas de la ira, de John Steinbeck.
• Una película. Doce hombres en pugna, de Sidney Lumet.