El domingo por la madrugada varios empleados de Télam, los que aún estaban despiertos o despertaron cuando sonó su celular, fueron los primeros que vieron el mail que anunciaba lo que tanto temían: la agencia de noticias, tal como lo había adelantado el presidente Javier Milei varias veces, iba a cerrar y los casi 800 empleados quedarían en la calle, sin trabajo y, por las dudas, estigmatizados.
Si bien la advertencia de Milei no era nueva se repitió en formato ultimátum cuando, en medio del discurso por la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso el pasado viernes, dijo sin medias tintas que la agencia de noticias fundada en 1945 cerraría sus puertas. Dos días después, las puertas del edificio se vallaron y los empleados fueron notificados vía mail. A partir de ese momento, comenzó la resistencia de los trabajadores para evitar el cierre y la pérdida de su fuente laboral.
“Actuaron con mucha violencia física e institucional”, consideró Jerónimo Rojas, delegado de la agencia, y afirmó que “las vallas tienen que ver con una violencia de un Estado que hoy tiene esas formas con respecto a los trabajadores, en este caso los trabajadores de una agencia de noticias”.
En esa línea, el delegado señaló que vallaron el edificio como si ahí hubiera “delincuentes o barrabravas”, como deslizó el presidente al respecto de las muestras de lucha que hubo esta semana, y aseguró que “lo hacen en una clara demostración de lo que piensan sobre la prensa”.
Asimismo, opinó que “la idea es callar a la prensa que nutre de información a toda la Argentina”, y recordó que esta decisión del estado los “remonta al anterior conflicto, del 2018, que fue con una gran violencia también, con otros métodos, no con las vallas de la policía en la puerta ni con las amenazas permanentes de llevarnos presos, pero sí también con una gran violencia institucional”.
“Los compañeros cargan desde ese día con una angustia impresionante”, advirtió.
El aviso
“Algunos nos dimos cuenta a la una y media de la mañana, cuando se recibió el mail, y otros que entraban a trabajar a las 7 de la mañana y no lo vieron se dieron cuenta cuando llegaron al trabajo que estaba todo vallado en la puerta”, enfatizó y remarcó que al Gobierno “le molesta que sea una agencia con muchos profesionales, con periodistas con años de experiencia, que hacen su trabajo con profesionalismo”.
En cuanto a la comunicación con el Gobierno, explicó que hay un interventor que se llama Diego Martín Chaher, que fue designado hace dos semanas aproximadamente y que fue el encargado de hablar con los trabajadores. Al respecto, relató que “nos dijo que iban a dispensar a la gente, eso es lo que decía el mail, dispensar a la gente una semana con goce de haberes desde el lunes a la mañana y después se verá cuál es el plan que tiene para la agencia, si es de reconversión o cuáles son sus intenciones. Nuestro enemigo es el presidente, que ataca directamente, entonces tenemos que ver a dónde se da la pelea”.
En cuanto a las medidas que tomarán, adelantó que se votó en la asamblea un acampe permanente en la puerta de Bolívar y Belgrano, con actividades que se difundirán a través del canal de comunicación que manejan -que es Somos Télam- y después brindarán un servicio, como se hizo en el 2018, en el que se subirán notas y actividades que surjan. “Esto es día a día, no se puede programar mucho las actividades, porque es tan sorprendente lo que pasa que tenemos que ir día a día”, reconoció.
La estigmatización
Ante el clima de burla que dispusieron los funcionarios del Gobierno, opinó que “muestra lo que pretenden y lo que son con los trabajadores”, y consideró que “reírse de casi 800 familias que se quedan sin trabajo, aplaudirlo, o lo que dijo el vocero Adorni en sus redes, es una falta de humanismo que refleja lo que son, no les importa absolutamente nada de la gente”.
“No somos un número, nos quieren estigmatizar, pero nosotros entendemos muy bien que quieren cerrar Télam por el buen trabajo que se hace”, enfatizó.
En tanto, Rojas reflexionó que “el rol de comunicacional que cumple Télam tiene que ver con tener información en todo el país y de todo el país” y destacó que incluso los medios más importantes se nutren muchísimo de la información, de las fotos, de los cables. “Se pierde el mapa informativo que emite Télam, que tiene llegada a todos los medios de todo el país y que eso también le da trabajo a quienes trabajan en medios pequeños”, lamentó.
El referente detalló que la agencia tiene corresponsales en casi todas las provincias del país y eso permite tener información de lo que pasa en todas partes. Rojas definió que Télam es un “mayorista de noticias”, y disparó que “este Gobierno quiere que se sepa lo menos posible respecto de las cosas que pasan, es mejor para ellos”.
En esa línea, negó que el cierre tenga algo que ver con mejorar la economía del país, y señaló que 800 familias “se queden sin trabajo tiene que ver con poder avanzar, después de que intenten con nosotros, con el Banco Nación, con YPF, con aerolíneas, con el desguace del Estado”.
“Para hacer esto, cuantos menos periodistas estén en la calle cubriendo ese tipo de cosas mejor. Nosotros somos una barrera de contención, si callan a Télam, nos callan a todos, callan las luchas, los casos de femicidio, los casos de gatillo fácil, por eso entendemos que nuestra lucha, como todas las luchas que se están dando en este momento, es para avanzar contra sus ideas de ajuste”, concluyó el trabajador de Télam.
Sin dudas, Télam en sus casi 80 años atravesó muchos Gobiernos, muchas crisis económicas y muchas dificultades en cuanto a su contenido y sus trabajadores, pero no cabe duda que esta embestida generó miedo y dejó a sus periodistas con la sensación de que el presidente Javier Milei está ensañado con cerrar la agencia, pero no se dejarán amedrentar.