Stengel: “Las mujeres políticas tienen que ocuparse del género”

Stengel: “Las mujeres políticas tienen que ocuparse del género”

Por Laura Di Marco

La escritora Marilén Stengel asegura que Cristina Kirchner es machista y que Michelle Bachelet se acerca a un modelo femenino de avanzada.


Desde hace diez años, la escritora y comunicadora Marilén Stengel investiga sobre los desafíos que encaran las mujeres en occidente y en la Argentina en particular. Además coordina grupos de reflexión para el desarrollo de las propias potencialidades cuyo objetivo es “promover vidas más ricas”, según cuenta. “Las mujeres somos la mitad de la humanidad y podemos hacer mucho para su transformación y mejora. Pero primero necesitamos empezar con nosotras mismas”, dirá Stengel, que además es directora socia de la consultora Stengel Batista Desarrollo Humano.

En la contra de NU evaluó los resultados del avance de las mujeres en la política, la academia y el mundo de los negocios durante la última década y el impacto cultural de tener a una mujer como presidenta.

“Lo que sucede es que, en este punto, lo más importante no es solo que llegue una mujer a una posición de decisión, sino qué tipo de mujer es la que llega.”

–Desde que escribe sobre género, durante los últimos diez años, ¿qué avances registró en relación con la inclusión de mujeres en puestos de decisión, políticos, empresariales y académicos?

–En los últimos diez años ha habido efectivamente un aumento de la participación de las mujeres en puestos de decisión tanto en el espacio privado como en el público. Como yo lo veo, ha sido una inclusión difícil porque siguen vigentes, en el grueso de las organizaciones, paradigmas descriptivos (lo que una mujer es) y prescriptivos (cómo una mujer debería ser) que nos juegan en contra. Las mujeres que hoy “mandan” encuentran que hacerlo es un desafío muy complejo, porque no tienen modelos de los que aprender más que de los masculinos, y cuando una mujer se masculiniza es rechazada tanto por hombres como por mujeres. En todo momento bisagra y de cambio profundo esto es lo que sucede.

–¿Hasta cuándo debería mantenerse el cupo femenino en la política y qué evaluación hace de esa ley?

–En la política la inclusión ha tenido un envión gracias a la Ley de Cupo, que creo que es una muy buena iniciativa para impulsar la incorporación de mujeres en la esfera pública, pero a largo plazo no debería mantenerse. Por otra parte, creo que en el caso de la política se ha usado la Ley de Cupo para colocar a las mujeres de “hombres fuertes” en el Congreso y en estructuras partidarias, y el nepotismo nunca ayuda porque se pone al que está o la que está más cerca del poder y no al/la mejor. Y ahí perdemos todos. Dicho esto, creo que el aporte femenino a lo largo de los últimos 40 años ha sido sumamente positivo. Hemos ayudado a repensar nociones tales como el liderazgo, el trabajo en equipo, la noción de servicio, las prioridades de inversión tanto en el ámbito de las empresas como en el del Estado, entre muchísimas otras. Lo que sucede es que para mí, en este punto, lo más importante no es solo que llegue una mujer a una posición de decisión, sino qué tipo de mujer es la que llega. Si la que lo hace llega para satisfacerse a ella misma, para disfrutar del poder y no para cambiar nada de lo que necesitamos cambiar, entonces esa mujer no ayuda a modificar modelos que necesitan transformarse para que haya mayor equidad y justicia tanto para hombres como para mujeres.

–¿Cree que las mujeres políticas deben ocuparse del género?

–Me parece que en este momento las mujeres en la política tienen que abordar temas de género. Así como todavía necesitamos la Ley de Cupo para que haya un porcentaje de mujeres aseguradas en el Congreso, las mujeres de la política tienen que abordar temas de género hasta que todos comprendan que ocuparse de las leyes de planificación familiar, el aborto, violencia doméstica, tráfico de personas, etc. no es “cosa de mujeres”. Tiene que ver con la justicia social y con el respeto por lo humano. He tenido oportunidad de discutir esto con referentes femeninas de la política y una me contestó algo parecido a “Yo me especialicé en Política Internacional, el género no es mi fortaleza y por ser mujer no debería estar obligada a ocuparme de este tema”. Técnicamente estoy de acuerdo con ella, lo que sucede es que en la práctica, si las mujeres no se ocupan de temas que afectan de manera tan dramática a otras, nadie lo hará. En una sociedad, cuando los que pueden hacer una diferencia permiten abusos, violencia y esclavitud, son cómplices.

–¿En qué medida tener como presidenta a Cristina Kirchner ayudó o perjudicó al liderazgo femenino en la Argentina

–En mi opinión, nuestra presidenta es machista y es mucho más dura que muchos de los hombres más duros de su gabinete. Me parece una pena porque no pone en juego nada de lo nuevo que podríamos traer las mujeres, que es mayor diálogo, mayor horizontalidad, respeto por todas las diversidades, circularidad y empatía, compasión, entre otras cosas. Y no es que las mujeres seamos las “dueñas” de estos atributos, sino que los hemos venido desarrollando a lo largo de los siglos porque históricamente fuimos las que criábamos y cuidábamos. Para hacerlo necesitábamos y seguimos necesitando estos atributos. Para mí, el hecho de que nuestra presidenta sea machista abona la teoría de que el machismo sigue vivito y coleando. En Chile, Bachelet, por el contrario, desde mi punto de vista, ha sido capaz de proponer un liderazgo que incorpora estos atributos de manera firme y flexible. Ha sido exitosísima, incluso en momentos de enorme tensión social, en las negociaciones que llevó adelante con estudiantes, por ejemplo.

–¿Cuáles son los grandes obstáculos que hoy enfrentan las mujeres para avanzar en el mundo público? ¿Son externos (culturales, techo de cristal), internos (las propias creencias, etc.) o una mezcla de ambos?

–Los obstáculos que enfrentan las mujeres son los mismos que enfrentan los varones, con el agregado de que una mujer además tiene que demostrar que sirve. Pero dado que todavía vivimos en un mundo político de machismo rancio, me parece difícil que una mujer que viene a proponer una manera diferente de hacer las cosas sea aceptada. Creo que es precisamente lo que pasa con tantas mujeres talentosas: no llegan porque proponen un paradigma para el que no existe aún madurez. En Chile pueden, a nosotros nos falta aún.

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