Exportaciones débiles, altos precios de la energía, una transición climática llena de obstáculos. La economía alemana no encuentra una salida a su crisis polifacética, una “tormenta perfecta” que probablemente perdure y ya amenaza a la coalición gobernante.
La presentación este miércoles de las nuevas previsiones del gobierno confirmó el estancamiento de la primera economía de la zona euro. El gobierno recortó su previsión de crecimiento económico para este año a 0,2% del PBI, muy por debajo del 1,3% proyectado meses atrás.
“En este inicio de año, la economía alemana sigue en aguas turbulentas”, declaró el vocero del gobierno, Steffen Hebestreit.
Tras una contracción de 0,3% del producto interior bruto el año pasado, la situación económica ha provocado un intenso debate dentro de la coalición del gobierno del canciller Olaf Schol, que incluye a socialdemócratas, ecologistas y liberales.
Los factores
La crisis se ha visto causada por una multitud de factores que se acumulan y golpean al sector industrial alemán.
Este pilar de la economía representa alrededor de 20% del PBI, pero no ha recuperado sus niveles de producción previos a la pandemia.
“Es una tormenta perfecta”, resumió recientemente el ministro de Economía, Robert Habeck, ante dirigentes empresariales.
La industria ha acusado desde el inicio de la guerra en Ucrania unos costos energéticos elevados, como consecuencia del fin del suministro del gas ruso, y las altas tasas de interés fijadas por el Banco Central Europeo para atajar la inflación, lo que frena la demanda y las inversiones.
El comercio internacional, lastrado por la desaceleración de China, no permite tampoco compensar la débil demanda interna o mantener el alto nivel de exportaciones que son la fortaleza de la economía alemana.
A ello se suma una transición climática difícil para muchos sectores, que consideran que no tienen tantos subsidios como sus competidores, en especial los estadounidenses.
Tensiones en el gobierno
Los partidos de la coalición de gobierno están divididos sobre cómo responder a la situación.
Desde hace meses se está negociando un paquete de alivio fiscal para las empresas. En la última versión, la suma inicialmente propuesta, 7000 millones de euros, se vio recortada a la mitad por la oposición de las regiones, que temen que sus presupuestos se les queden cortos con tanto incentivo.
“Lo que está en juego es nada menos que la supervivencia del ‘Mittelstand’ alemán”, advirtieron en una carta abierta 18 organizaciones que representan a las pequeñas y medianas empresas, columna vertebral de la economía alemana.
El líder de los liberales, el ministro de Finanzas Christian Lindner, apuesta por recortar impuestos y reducir la “burocracia”. “Si no hacemos nada, nuestro país colapsará y Alemania será más pobre”, advirtió.
Pero el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, considera que nada de esto es suficiente, y llamó a relajar las normas presupuestarias para invertir en los sectores del futuro.
El “Freno de la deuda”, consagrado en la Constitución, limita el déficit público anual a 0,35% del PBI. Suprimir ese símbolo del rigor presupuestario alemán es una línea roja para los liberales.
Tales tensiones internas ponen en peligro el futuro de la coalición, cuyos tres partidos están cayendo en picada en las encuestas antes de las elecciones regionales de este año.
El secretario general de los liberales, Bijan Djir-Sarai, ha planteado abiertamente la posibilidad de que su partido abandone la coalición.
“Es necesario el cambio económico (…) y el punto decisivo es saber si esta coalición podrá iniciar ese cambio en las próximas semanas y meses”, declaró el domingo al diario Bild.