El secretario de organización de SUTECBA, Aníbal Torretta, que aspira a integrar desde el movimiento obrero organizado la lista de legisladores del peronismo de la Ciudad en mayo, aborda de manera sintética la posición del movimiento obrero en el actual contexto político de país y describe la economía justicialista destacando sus diferencias con la actual aplicación económica del gobierno libertario.
En ese marco, sostuvo: “El movimiento obrero tiene que pasar a ser parte de la conducción política de la patria. Nosotros no podemos mentigar los pedazos de la distribución de la riqueza porque estamos en condiciones de decirles a quien gobierna cómo debe crearse esa riqueza. Porque los trabajadores de entre lo saben qué hacer con porque los trabajadores de la energía saben cómo transformar la energía no renovable en energía renovable. Porque los trabajadores de la carne saben que hay que cortar y que hay que dejar. Porque todo pasa por las manos de los trabajadores”.
“Entonces, ¿por qué los trabajadores no pueden conducir o conducir los destinos del país? Por eso van contra el modelo sindical peronista, del gremio único por rama de actividad y central obra única”, agregó.
Además, Torretta sostiene que la economía justicialista pone el capital al servicio de la economía y la economía en función social y de la soberanía de la patria, a diferencia de la economía liberal que se basa exclusivamente en la renta y la ganancia. Esta visión económica se centra en la producción, la industrialización y la aplicación de tecnologías convenientes para el país, en lugar de favorecer los intereses extranjeros.
El gremialista enfatiza que la economía justicialista busca la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación. Recuerda cómo el general Perón, en la primera etapa del peronismo, utilizó los recursos provenientes de la exportación de materias primas para transformar esos ingresos en recursos para la industrialización del país, a través del IAPI. Este enfoque se reforzó mediante resortes financieros del gobierno, como el Banco Central y el crédito blando para las pymes, lo que impulsó el desarrollo de la industria pequeña y fomentó el consumo y la reindustrialización del país.
El secretario de organización de SUTECBA destaca que la economía justicialista se diferencia de la liberal en su enfoque hacia la redistribución de la ganancia y el bienestar social. Mientras que la economía liberal favorece la renta y la ganancia, la justicialista busca la justicia social, la solidaridad y el destino universal de los bienes. Torreta subraya que en tiempos de crisis, como una pandemia, la intervención del Estado garantiza que los recursos, como las vacunas, sean accesibles para toda la población, evitando que la propiedad privada sea absoluta.
La importancia del mercado interno y regional también es un punto central en la economía justicialista. Torretta menciona que el peronismo creía en la regionalización y en el desarrollo de un mercado latinoamericano. Esto permitiría un mayor crecimiento y capacidad de venta para los productos nacionales, sin necesidad de acuerdos bilaterales de libre comercio con países poderosos, que siempre perjudicarían la balanza de pagos de la patria.
En síntesis, la economía justicialista promueve la industrialización, el desarrollo urbano y las grandes obras públicas necesarias para el país. Con la intervención del Estado y el gobierno del pueblo, se busca la redistribución de la ganancia entre los trabajadores y productores, y se regula el comercio exterior para evitar que los capitales especulativos y extranjeros dominen la economía. La economía justicialista, basada en la doctrina social de la iglesia, tiene como objetivo la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.
Finalmente, Torretta subraya que la economía justicialista regula el comercio exterior en favor del pueblo y evita que los grandes empresarios y capitales especulativos controlen la economía, priorizando siempre la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.