El tema se transformó en el hit político de las últimas semanas en la Ciudad de Buenos Aires. Y no es para menos. Más si se trataba de un pacto político-económico entre el Frente para la Victoria (FpV) y Propuesta Republicana (Pro), dos espacios políticos que hasta hace muy poco parecían ser enemigos acérrimos. Y que, a pesar del supuesto acuerdo, no dejaron de serlo. Todo lo contrario.
La importancia del pacto estuvo dada por los involucrados en las negociaciones. Por el lado de los K, los que llevaron la voz cantante fueron el viceministro de Economía, Axel Kicillof; el director ejecutivo de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), Diego Bossio; el secretario general de la Presidencia, Carlos Zannini, y el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo. Por el lado macrista, los negociadores fueron el propio Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri; su amigo personal, asesor e integrante de la mesa chica del Pro, Nicolás Caputo; el ministro de Hacienda, Néstor Grindetti, y el vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo.
Pero según los datos obtenidos por NU, el acuerdo no fue tal, o por lo menos no fue como lo quizo hacer ver un sector de los involucrados. En realidad fue más una bajada de línea del kirchnerismo a los macristas que un encuentro en igualdad de condiciones. Y esto se dio por una razón más que evidente: quienes tenían la sartén por el mango eran los K y quienes contaban con la mayor fuerza de presión política para negociar eran los soldados de la Presidenta de la Nación. Para que ese acuerdo funcione es clave lo que sucede en la Legislatura porteña y que voten en conjunto los K y los macristas ciertos temas claves para el Gobierno de la Ciudad.
Por eso la frase, aunque fue de ocasión, sonó muy bien. La semana última, el jefe del bloque de legisladores del Pro, Fernando de Andreis, lo dijo con todas las letras. “Estamos orgullosos de ponernos de acuerdo en políticas públicas que benefician a la Ciudad.” De esa manera se refirió al acuerdo con el interbloque del Frente para la Victoria respecto del tratamiento de una serie de proyectos que tienen en común el Gobierno de la Ciudad y el Gobierno nacional. “Vamos a hacer las cosas que necesitan los ciudadanos y los argentinos”, acordó por su parte el jefe del bloque kirchnerista, Juan Cabandié, luego de los dichos del macrista.
Ambos diputados porteños se estaban refiriendo a temas claves en su tratamiento legislativo, como son los proyectos de Solares Santa María, el Shopping Caballito, el Master Plan de la Comuna 8 (ver Informe Central), el Polo Audiovisual en la isla Demarchi, la venta del Mercado del Plata para financiar la construcción del Centro Cívico, los fondos para la construcción de las viviendas Pro.Cre.Ar y el bono para la compra de vagones de la Línea H, entre otros temas claves.
La primera señal de peso de que el pacto estaba en marcha lo marcó la visita de los funcionarios nacionales Kicillof y Bossio a la Legislatura, en los primeros días de enero, para destrabar una negociación que hasta el momento se encontraba empantanada, ya que varios de los proyectos tenían intereses cruzados entre los gobiernos de la Nación y la Ciudad y no eran para nada menores, ya que se trataba de políticas de Estado.
Por eso, durante la sesión del primer jueves tuvo lugar un tramo esencial del acuerdo, que en ese momento incluía una cuestión nada menor para la Ciudad, que es el traspaso del subte. “Si el gobierno de Macri no puede endeudarse y conseguir crédito internacional para financiar las obras de infraestructura necesarias para la red de subterráneos, que exige el aval sí o sí del Gobierno nacional, el pase fracasa”, le comentó por aquellos días a este medio un importante legislador de Pro. Por los temas tratados, el acuerdo marco entre el macrismo y el kirchnerismo tuvo dos actores centrales: Kicillof y Bossio (que pasaron horas en el despacho del jefe del bloque K, Juan Cabandié).
Entre otros proyectos, el Pro y los K aprobaron la rezonificación de terrenos ferroviarios de Liniers y de Palermo para construir 4.500 viviendas en el marco del plan Pro.Cre.Ar que lanzó la Presidenta, el Fondo para la Promoción y Desarrollo de la Actividad Sindical de Juegos de Azar, el centro veterinario de la CABA, la sustitución de penas por traslados comunitarios para taxistas que no paguen multas, la venta del Edificio del Plata para construir el Centro Cívico (una megaobra de 350 millones de pesos para mudar las oficinas públicas del jefe comunal y varios ministerios al sur de la Ciudad), la autorización para pedir un préstamo de 250 millones de dólares para obras hidráulicas en el arroyo Vega (para mitigar inundaciones en Saavedra y Belgrano), la creación de un Distrito de las Artes e iniciativas vinculadas al transporte de cargas, como el Centro de Transferencia de Cargas Sur en Parque Roca (un centro de transferencia) y emprendimientos inmobiliarios.
Luego de estos encuentros, el propio Ritondo dejó en claro la magnitud del acuerdo al señalar que “hubo varias reuniones con el kirchnerismo” y aclaró que, en el caso de las obras hidráulicas van “a necesitar del acuerdo del Gobierno nacional”.
Sin embargo, el resto de la oposición denunció que con el pacto “se esconden negocios inmobiliarios y la descapitalización de bienes de la Ciudad”. En un comunicado conjunto agregaron que no quisieron “convalidar los acuerdos con tratamiento exprés que violaron el funcionamiento de la Legislatura”.
Para defenderse, desde el Pro señalaron: “Nosotros nos sentamos con todas las posiciones políticas, tanto en la Legislatura como en el Congreso. Nada más que una profunda alegría nos produce el sentir la política de esta manera y de llevar adelante estos proyectos que vamos a discutir”.
Dentro del marco del acuerdo y a nivel nacional, hay que recordar que el macrismo y los K votaron la ley proempresaria de ART. Y para todos estos logros fue clave el papel que jugó Kicillof, un hombre de estrecha confianza de Cristina Fernández, quien llevó la voz cantante en las reuniones y quien le impuso las condiciones de CFK al macrismo para negociar y alcanzar el aval necesario para que las negociaciones llegaran a buen puerto. El hecho concreto que demostró que el pacto había sido aceptado por ambos sectores fue la modificación del Código de Planeamiento Urbano en los barrios de Parque Patricios y Pompeya, que posibilitará la construcción de 4.500 viviendas del programa que impulsa el Poder Ejecutivo Nacional. A cambio, el Gobierno de la Nación promoverá la “creación de nuevos espacios verdes, paliando así una significativa necesidad urbanística de la Ciudad”. Y eso se engloba en el marco del paquete de 11 leyes que acordaron entre el Pro y el kirchnerismo.
Datos concretos que demuestran la verdadera magnitud del acuerdo político que muchos intentan esconder bajo la alfombra.