El tema de Ucrania es de un análisis complejo, amplísimo, con muchas variables y de resultado incierto en la extensión de sus consecuencias. Es absolutamente reduccionista definirlo como “una guerra”. También es más que una “operación militar especial”, aunque ella tenga válidas motivaciones. Es la gran discusión –formato bélico por ahora-, acerca de la nueva y necesaria organización global por su carácter extendido y cantidad de involucrados. ¿Qué principios y que reglas de convivencia y de seguridad habrá en el planeta de ahora en más? O no habrá más reglas, que rijan en igualdad de condiciones al conjunto de naciones. En estas líneas vamos a definir en breves conceptos lo que sucedía, sucede y puede suceder de aquí en más, con el tema Ucrania y sus nuevos amigos.
– Tras el fin de la Guerra Fría, hubo un compromiso entre la OTAN y Rusia sobre la no ampliación de la alianza hacia el este europeo. De allí en más hubo cinco ocasiones en que esto no se cumplió. El eje anglosajón tiene entre ceja y ceja la cooptación de los países que habían sido soviéticos y el aislamiento de Rusia, su aliado no querido en el triunfo de 1945. Y pusieron de manera inescrupulosa su plan en marcha. Las llamaban revoluciones de colores y su horizonte era instalar la “democracia occidental”, como también lo hicieron en el norte de África.
– En el año 2014 en Ucrania había un gobierno legítimo encabezado por su Presidente, Víktor Yanukóvich, que fue derrocado por una revuelta diseñada y organizada por Estados Unidos y el Reino Unido, para avanzar sobre el control de ese país. Euro Maidán fue la denominación del golpe de Estado “pro europeo” que en realidad era (y sigue siendo) solo “anti rusa”.
– En respuesta a ese golpe de Estado, la vecina Federación de Rusia, promovió un referéndum acerca de la soberanía de Crimea (de clara ascendencia rusa) que obviamente ganó el electorado pro Moscú. También milicianos pro rusos avanzaron militarmente en la zona del este ucraniano, en el Donbass, intentando proteger la población que allí habitaba de lo que ya era una intensa agresión sostenida por el régimen de Kiev a la comunidad rusoparlante de esa zona. La vanguardia de la creciente ofensiva en Donetsk y Lugansk eran grupos neonazis como Azov, Pravy Sector o Aidar formados en la línea del líder ucraniano nazi Stephan Bandera, colaboracionista de Adolfo Hitler.
– Las tropas ucranianas en aquél momento mal formadas y equipadas fueron retrocediendo ante la superioridad de los prorusos. La OTAN ante la grave situación en el campo de batalla pergeña allí un nuevo engaño: los acuerdos de Minsk. Allí Alemania, Francia, Ucrania y Rusia se comprometen a deponer las armas y a entablar conversaciones acerca de la regularización de una situación que era de extrema inseguridad para los prorusos. Angela Merkel, la canciller alemana en ese momento y firmante del acuerdo, reconoció luego que el único objetivo era frenar a Rusia de modo urgente y ganar tiempo para la preparación de una fuerza ucraniana que pudiera garantizar recuperar los territorios ya anexados por Moscú. La OTAN se encargaría de armarlos y entrenarlos, mientras ellos continuaban su asedio militar en el Este. Así fue la historia de esos diez años de combates, bombardeos y muertes en la zona del Donbass.
-Ante la inminencia de un ataque frontal y definitivo del nuevo ejército ucraniano (creado por la OTAN y nazi por ideología propia), el Presidente Vladimir Putin informado de lo que se venía, acciona una operación militar -exactamente hace dos años- que tiene como principal objetivo desnazificar el gobierno y el ejército ucraniano y garantizar la neutralidad de Kiev en la eterna puja con la OTAN. Y fueron hasta Kiev, de donde se retiraron para negociar en Estambul, en un nuevo engaño occidental.
-El conflicto está sustentado en un relato mediático occidental en el cuál todas las variables se ven distorsionadas. Washington y Londres apuntan a la demonización de Putin como primer objetivo, para luego avanzar políticamente sobre Rusia e intentar desintegrarla como nación, dividirla en varias regiones. Pero Rusia (potencia mundial y nuclear) no es Ucrania ni Irak ni Libia y allí el relato empieza a perder seriedad con el paso del tiempo. El heroico triunfo de Ucrania y la democracia, la recuperación de Crimea y el Donbass, la incapacidad, baja moral y mala preparación de las fuerzas de Rusia, la contraofensiva del verano y otoño del 2023, son algunas cuestiones que no combinan con lo que se dice, se van derritiendo como la nieve al final del invierno. Como profetizara Abraham Lincoln, se puede mentir a pocos mucho tiempo, se puede mentir a muchos pero poco tiempo, lo que es imposible es mentirle a todos, todo el tiempo. Y eso pasa en el frente de batalla, con Mariupol, Bajmut y Avdivka como ejemplos. Todo lo contrario a lo que uno puede ver en la inmensa mayoría de las cadenas mediáticas occidentales.
–Las promesas nunca son buenas herramientas cuando uno anda en problemas. Y Volodimir Zelensky es lo que colecciona este 24 de febrero con todos los líderes invitados a Kiev en el día de la fecha, y luego de echar a su comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y lidiar con un panorama bélico y político muy sombrío. La entrada a la Unión Europea y a la OTAN, la provisión de armamento más sofisticado y en mayores cantidades, los compromisos de seguridad recíproca con países en crisis (Reino Unido y Alemania) intentan suplantar esa membresía y tranquilizar a la sociedad y al gobierno, pero son elementos insuficientes para alterar la tendencia reinante.
– Un tema especial son las sanciones económicas. Rusia tiene más sanciones que todos los países del mundo juntos, entre ellos cuatro veces más que Irán, como ejemplo. La realidad es que fueron pensadas para debilitar a Rusia, pero tuvieron un efecto boomerang y terminaron complicando a los países que las siguen implementando, a su gente y por ende a sus gobiernos que pierden terreno en toda la UE. Los empresarios, las industrias y los trabajadores no se alimentan de relatos geopolíticos, persiguen sus intereses, viven la realidad diaria y allí radica esa falla, es donde la mentira se nota. Mientras Rusia crecerá casi tres puntos de PBI este año, el promedio de Europa está estancado, con sus países “grandes” en contracción económica.
-Estados Unidos es hoy el gran ganador occidental de este conflicto. Los norteamericanos venden buques de GNL y armas a granel y con eso contienen como pueden la hecatombe del dólar y su deuda en el mundo. Además, sus empresas y corporaciones (entre ellos Black Rock) ya controlan todo lo importante y productivo de Ucrania, de lo que por ahora no pertenece a Rusia. Por otro lado, Europa es cada vez más USA dependiente, hasta Alemania con Olaf Scholz permitió que volaran el gasoducto Nord Stream II, en una pérdida de soberanía insólita por lo perjudicial, verdaderamente un tiro en la rodilla. La política europea no tiene rumbo y está destinada a terminar como un gran satélite de los Estados Unidos, como Canadá y Corea del Sur por poner dos ejemplos, aunque ambos más prósperos hoy que la UE.
-Para finalizar es imposible determinar el fin de este conflicto. Estados Unidos tiene elecciones y Joe Biden no cambiará su apoyo a esta altura. Quizás, si llegara Donald Trump, aportaría algo de racionalidad a este circo decadente en que se ha convertido Europa. No hay una U.E. más fuerte, aunque ese sea el discurso en boga, están unidos solo por el espanto de la derrota inexorable, y está claro que todo el arsenal de la OTAN no logra frenar a Rusia en la batalla y encima de vulnerables, son escasas las entregas.
-Como decía Borges, de todo laberinto se sale solo por arriba. En este caso la decisión solo está entre Washington y Moscú. Europa ya quedó bien claro que baila al compás de la Casa Blanca. Con todo cinismo, lo harán palmeando al cómico hasta el último ucraniano.