Un milagro llamado Del Caño

Un milagro llamado Del Caño

De los 769.316 votos que obtuvo el espacio, la fórmula del PTS se alzó con 370.764 y venció a la encabezada por Jorge Altamira. Historia, sorpresa y proyección a partir de una figura disruptiva.


Del milagro de Altamira, allá por las PASO de 2011, surgido como chiste devenido en hashtag en un pase radial y, por último, convertido en realidad cuando el viejo líder del Partido Obrero (PO) superó los 500 mil sufragios para candidatearse en las presidenciales en las que Cristina obtuvo el 54 por ciento de aprobación, a la victoria del domingo pasado del joven cordobés, adoptado mendocino por militancia, con veinte años de batalla en las espaldas: “¡Paso, paso, paso, se viene el Delcañazo!”, gritaban en la madrugada del lunes, como si fuera un Mundial, en el Bauen, típico búnker izquierdista. En esa síntesis se condensa el pasado, el presente, pero sobre todo el futuro de la izquierda o, mejor, de la fracción que obtuvo en las elecciones primarias, simultáneas y obligatorias el ticket preciso para competir en los comicios generales de octubre, superando el piso legal del 1,5 por ciento de los votos. “Hoy te convertís en héroe”, le susurró algún fanático al muchacho que en 2013 también representó al Frente de Izquierda, esa vez en la tierra de los vinos, y llegó al ocho por ciento de los votos, relegando a todo lo que es historia, por lo viejo, en esos lares: demócratas, peronismo disidente y radicalismo heterodoxo. Es el que hizo campaña pregonando que los diputados de la Nación, retomando la herencia de la Comuna de París de 1871, deben cobrar lo mismo que un maestro. Alguien se lo susurró y Del Caño, que odia los personalismos –la biblia color rojo dicta el testamento de la lucha gregaria–, se lo creyó. Algo, pero se lo creyó.

Es que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) se alzó, contemplando las dos listas presentadas –la Renovar y Fortalecer, 1A, del Partido de los Trabajadores Socialistas, con la fórmula Nicolás del Caño-Myriam Bregman como dupla presidencial, y la Unidad, con el binomio Jorge Altamira-Juan Carlos Giordano–, con 726.054 votos. Ahora bien, dado que la primera propuesta consiguió unos 370.764 sufragios frente a los 355.290 de la segunda, es la fórmula impulsada por el PTS la que finalmente participará, de toda la izquierda, en las presidenciales de este año, ya que al resto de los partidos y alianzas de tal orientación les fue mal, siendo eliminados en las primarias por obtener, en el caso del Movimiento al Socialismo (MAS), con Manuela Castañeira-Jorge Luis Ayala, 102.969 votos (0,47 por ciento de los sufragios totales), y en lo que refiere al MST-Nueva Izquierda, con Alejandro Bodart y Vilma Ripoll a la cabeza, 96.414 votos (un 0,44 del total). Por su parte, Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad, volvió a participar con boleta corta: como si se tratara de un restó pintoresco, que alimenta el propio mito sin publicidad, el abogado cosechó, acaso de parte de sus adeptos cautivos, 52.022 votos, es decir, un 2,93 por ciento de los votos, en la Ciudad de Buenos Aires. De esa forma, el 25 de octubre será candidato a diputado nacional porteño.

Hace dos años, cuando lo entrevistaban por el primer batacazo, Del Caño contaba que trabajaba como administrativo en una bodega y que vendía corbatas para disponer de unos pesos extra, mientras terminaba la carrera de Sociología en la Universidad Nacional de Cuyo. Hoy tiene la edad de Cristo y es diputado nacional por Mendoza, gracias a aquel resultado. No es carismático, como esas personas que magnetizan al resto en las reuniones. Tiene cara de nene con barba. Construyó su legitimidad al interior del movimiento y, quizás, hacia afuera, proyectando una imagen de compromiso en el barro y el asfalto. Sus cinco minutos de fama fueron (son), en ese sentido, en el cordón industrial de la Panamericana, bajo la marca combativa en Donnelley o Kraft.

Del Caño es el presidenciable más joven en la carrera hacia el 25-O. No habla de variables macroeconómicas, no parece un marxista convencional, y en ese punto reside el diferencial con el pope histórico del espacio, quien enseguida lo acusó de sacar votos de la izquierda kirchnerista (él mismo, de algún modo, lo asume: sabe que el desencanto del ala progre K puede capitalizarse en los comicios, porque la década ganada tiene sus límites) y en más de una oportunidad, en alguna confronta, lo tildó de irrespetuoso.

El domingo a la noche, cuando ganarle a Altamira parecía una utopía, los datos de los fiscales empezaron a indicar que era posible. Nadie durmió. Cuentan, incluso, de un lado y del otro, que apretar F5 para actualizar los números de resultados.gob fue moneda corriente esa jornada. Fue cuando las caras de desazón en el entorno de Altamira y Giordano empezaron a proliferar. Aunque esperaban los datos de la provincia, donde al caudillo de izquierda suele irle bien, había resquemor. “Duplicamos la votación que obtuvimos en las últimas PASO. Con los guarismos obtenidos pelearemos en octubre el ingreso de diputados por varios distritos, como la Capital, provincia de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza”, decía Altamira, cuando todavía se adjudicaba el triunfo. Después, la cosa cambió. Un primer análisis en caliente ponderó que el hombre pagó caro, en realidad, el precio de la perpetuidad en los afiches.

El FIT superó el tres por ciento, convirtiéndose en la quinta fuerza nacional. Quedó cerca de la de Margarita Stolbizer (Progresistas), que anotó un 3,51 por ciento (769.316 votos). La mayoría de las líneas internas del frente consultadas coinciden en que, hacia octubre, se abre un período de probable ampliación de bloques parlamentarios de signo izquierdista, ya sea en el Congreso nacional o en las legislaturas provinciales y locales. La fórmula Del Caño-Bregman se impuso en Catamarca, Corrientes, Chubut, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, San Luis, Santa Fe, Tucumán y Tierra del Fuego, mientras que la pareja Altamira-Giordano ganó en provincia de Buenos Aires, Chaco, Formosa, Salta, San Juan, La Rioja, Santiago del Estero, Córdoba, Entre Ríos, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Santa Cruz. En los casi dos meses de campaña que restan, el FIT deberá dirimir el grueso de las diferencias para evitar divisiones. Para que la votación sea pareja, a favor. Porque sucede que la interna Altamira-Del Caño no parece, para cierta militancia –de un lado y del otro– haberse saldado el domingo. Por eso, uno de los principales desafíos será generar, mantener y solidificar la unidad, cuya falta siempre se le endilga al espacio como uno de sus talones de Aquiles característicos.

“La votación del FIT, de conjunto, fue muy buena. Logramos casi 730 mil votos. Subimos más de 200 mil en relación a las PASO de 2011. Obtuvimos muy buenos resultados en muchas provincias, mostrando que somos una fuerza en ascenso. En Mendoza logramos más del nueve por ciento de votos a presidente en total; en Jujuy, casi el cuatro; en Neuquén, la votación alcanzó el 6,22 por ciento. Además, hicimos muy buenas elecciones con las listas para diputados nacionales. Por ejemplo, en Jujuy obtuvimos casi un siete por ciento en ese rubro. Se puso en evidencia que el FIT expresa verdaderamente a la izquierda. En las últimas semanas vimos cómo se montaba una operación mediática de mostrar a una izquierda dividida y poner a toda la izquierda en el mismo plano. Pero el FIT logró 726 mil votos y el 3,31 por ciento del total, mientras que el resto de las fuerzas no alcanzaron al 0,5 por ciento”, expone, con orgullo, Del Caño, quien en Twitter tiene 12.300 seguidores.

“Con esa fuerza podemos avanzar ahora hacia octubre. Tenemos planteado pelear por conquistar nuevas bancas para la izquierda en distritos como Mendoza, Córdoba, la provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires o Salta. Nuestra propuesta está basada en lo que ya venía expresando la realidad. Es una propuesta para fortalecer al FIT, logrando expresar a la juventud, a los trabajadores y a cientos de miles de mujeres que se acercan hoy a la izquierda”, continúa.

¿Y qué hay de la renovación? Dice: “Para nosotros, renovar no equivale solo a que surjan nuevas figuras políticas de la izquierda, sino también a expresar a miles de trabajadores y mujeres que simpatizan con ella y que pelean en muchos terrenos a su lado. Esa idea llegó a cientos de miles en todo el país. Hay miles y miles de jóvenes, de los barrios precarizados, estudiantes secundarios, a quienes llegó y entusiasmó nuestra campaña. Por eso logramos más de 370 mil votos y estoy seguro de que hubiéramos logrado más. Pero subimos muchísimo, pese al robo de boletas en la Ciudad de Buenos Aires, en la provincia y en otras, como Salta y Jujuy”.

“Vamos a empezar a trabajar con los compañeros de la Lista Unidad”, comenta Del Caño, para pensar una campaña común hacia la elección general de octubre. “Creemos que el FIT sale fortalecido de esta elección y tenemos que preparar una gran batalla hacia las elecciones nacionales para conquistar nuevos legisladores nacionales y provinciales. Vamos a convocar también al resto de las fuerzas de izquierda y a quienes los votaron. El piso proscriptivo de las PASO dejó afuera a muchas corrientes de izquierda. Si bien con algunas de ellas no compartimos una visión más general, como es el caso del MST, rechazamos que no puedan competir en octubre por el piso del 1,5 por ciento que establecen las PASO. A todos sus votantes los llamamos a apoyar al FIT como una forma de enfrentar a los candidatos que se presentan para gestionar los intereses de los grandes empresarios. En octubre, nos proponemos ser una alternativa para millones”, sostiene. Si algo puede decirse a su favor es que el frente logró crecer en los últimos tiempos, conforme al avance del movimiento obrero, estudiantil y feminista, logrando mejores cosechas en las urnas que en décadas pasadas, cuando hasta el término testimonial sonaba a mucho.

“Obviamente, el hecho de haberle ganado a una figura histórica de la izquierda como Jorge Altamira colabora muchísimo para lograr un mayor nivel de conocimiento. Pero nuestro proyecto tiene un objetivo colectivo. No nos proponemos construir figuras solitarias de izquierda, sino un partido con raíces en la clase trabajadora y la juventud que pueda influir en la vida política nacional y preparar el camino de lucha que se hace necesario para avanzar hacia nuestro objetivo, un gobierno de los trabajadores y el pueblo”, suelta Del Caño. Y así, se hace inevitable, creen todos a su alrededor, que el primer milagro ya pasó, que ahora viene el segundo.

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