Macri nunca disimuló su afinidad con el estilo duro de Patricia Bullrich antes que la impronta dialoguista de Horacio Rodríguez Larreta y desde hace mucho demuestra sentirse más cómodo con las ideas liberales a ultranza de Milei que con “el instinto populista” de sus socios del radicalismo.
El exmandatario enrareció aún más el clima interno en Juntos por el Cambio (JxC) cuando en abril pasado, en el almuerzo organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) en La Rural, vaticinó que el líder libertario iba a estar en el ballotage: “Es obvio que pienso que vamos a ir a la segunda vuelta contra esta nueva expresión más liberal, más rupturista, de más enojo con la frustración que se arrastra durante décadas”, dijo, en un pronóstico que fue criticado hasta por algunos de sus amigos como Francisco Cabrera, ex ministro de Cambiemos.
Por entonces, Macri ya había dejado de ir a las reuniones de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, en sintonía con lo que les había pedido en mayo de 2022 a los líderes del Pro en uno de sus almuerzos políticos en Puerto Madero: que el partido tenía que diferenciarse de algunos proyectos impulsados por el radicalismo en el Congreso (habló de “una trampa”) que implicaban nuevos impuestos o más estructura en el Estado. Si no, según advirtió, “terminamos beneficiando a Milei”.
Esa postura alejó desde entonces a Macri de la conducción nacional de Juntos por el Cambio (JxC) y lo acercó al jefe de La Libertad Avanza (LLA). Se hicieron habituales los llamados y las coincidencias en muchos temas. La buena relación derivó, por ejemplo, en inusuales elogios de Milei al expresidente en el cierre de su campaña, donde habló de que en 2015 “un outsider llegó al poder con una premisa muy clara, Cambiemos”, pero aseguró que “la clase política se puso en el medio, no sólo desde afuera, sino también desde adentro; los propios integrantes de la coalición se opusieron a los cambios que el país necesita”.
Luego de las PASO, Macri analizó los resultados en una reunión con sus colaboradores más íntimos. Estaba exultante. Transmitió la sensación de que era el gran ganador de las primarias. Tanto por la caída de Larreta como por el triunfo de Bullrich, más el tercer puesto de Sergio Massa y la victoria de su primo ante Martín Lousteau en la ciudad de Buenos Aires, en un combo en el que los votos en favor de Milei confirmaban sus presunciones de que la gente quería mayoritariamente un cambio.
En público, el exjefe del Estado dijo hace 24 horas que “la motosierra es fundamental”, en alusión al plan drástico que propone Milei, pero aclaró que “tiene que ser parte de una caja de herramientas”. Y fue enfático al ponderar a Bullrich: “Los libertarios son una realidad, pero Patricia y su equipo son experiencia. Sabe lo que hizo bien y mal. Ahora tenemos volumen”.
El problema para el tablero diseñado por Macri es que Milei empezó a apuntar en forma directa contra Bullrich, pese a que la propia candidata presidencial de JxC lo felicitó el domingo por “la elección enorme que hizo”.
Más allá de las declaraciones, el debate que se instaló en el bullrichismo es cómo afrontar la campaña que viene. Los estrategas que rodean a la ex ministra de Seguridad creen hoy que, además del 100% de los sufragios de Larreta, Bullrich debe captar el “voto blando” del libertario, es decir, ese elector que no está tan alineado con él, pero que se decidió a apoyarlo a último momento ante la sucesión de crímenes que hubo en conurbano antes de las PASO. Eso la obligaría a mostrarse dura, pero con sensación de gobernabilidad, algo que Milei puede poner en riesgo con algunas de sus ideas extremas.
Cerca de Macri desestiman en forma enérgica cualquier intento de acordar con Milei, mucho menos antes de las elecciones. Luego del 22 de octubre, o del posible ballotage, en el entorno del ex presidente admiten que los legisladores del libertario serán aliados de un gobierno de Bullrich para las reformas de shock que hacen falta. ¿Y si fuera al revés? Por ahora, en las filas de la candidata de JxC recalculan la estrategia electoral y nadie quiere ni pensar en ese escenario tan temido.