Según un cable de una agencia noticiosa, una enfermera que trabaja en un banco de semen quedó “embarazada sin querer” luego que manipular una probeta que contenía la peligrosa sustancia, concurrir luego al excusado sin haber higienizado sus manos y a continuación, al asear sus partes íntimas, sobrevino lo impensado.
Para resguardar la identidad de la imprudente, en el cable sólo se publicaron sus iniciales: C.M. La dama eludió precipitadamente su obligación de cumplir con el protocolo que le exige lavar sus manos luego de gestionar el semen de un donante. En esta condición, la displicente auxiliar narró que acudió al llamado de la naturaleza -sin aclarar a qué tipo de llamado se refería- y, una vez en el lavabo, cuando se higienizó, ocurrió el accidente.
La joven, que es soltera y no disfruta de una relación estable, expresó que quedó muy “sorprendida” por la noticia de su embarazo, al que consideraba absolutamente fuera de toda posibilidad. Posteriormente, tras ser sometida a pruebas de coincidencia con los ácidos desoxirribonucleicos de los donantes del laboratorio, se descubrió que uno de éstos era el involuntario padre de la futura criatura.
Los investigadores del caso, que con extrema discreción se niegan a proveer de mayores datos a la prensa sobre tan controvertido suceso, sólo arrojaron una duda sobre la versión entregada por la perjudicada. Si un donante es el progenitor de la criatura, ¿podría haberse dado el caso de que éste hubiera realizado una doble donación, es decir, que hubiera entregado primero su simiente a la probeta y, adicionalmente, haber entregado una nueva eyaculación, esta vez en el interior de la dama que recogía su semilla?
La ciencia, que para los que saben es “el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”, desmiente la versión original de la enfermera.
Así, ¿sería posible para un científico demostrar que un espermatozoide indomable superó sus propias limitaciones naturales, como su corta vida, su capacidad de supervivencia en un medio hostil, las temperaturas poco amigables y aún la sequedad y las excesivas temperaturas que reinan en el exterior del confortable medio ambiente que le provee el aparato reproductor de una futura madre?
La respuesta de la ciencia es que no, lo que lleva por la autopista rápida a la sospecha de que en el banco de semen también reina el amor, la pasión y aún las ligazones que llevan a la reproducción de la especie.