Todo comenzó con una medida de fuerza en la línea C, la que más “duele” a la empresa y menos perjudica a los pasajeros: la apertura de molinetes. El objetivo era protestar por la suspensión 30 boleteros y auxiliares y el despido de seis trabajadores de Quimplag, una firma que hacía fumigaciones en las estaciones. En ese marco se produjo una pelea sobre la que hay dos versiones y que terminó con el servicio completamente paralizado desde las 8:40 de este viernes.
“Empleados de seguridad de Metrovías le pegaron a un delegado auxiliar”, denunció el sindicalista de la línea C Juan Grippi, de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP). “Le partieron la cara de dos trompadas. Tenemos un video que lo prueba”, completó el secretario general del sindicato, Roberto Pianelli, aunque aún no divulgó las imágenes.
En un comunicado, la empresa replicó esa versión. “Personal de Metrovías intentó normalizar el funcionamiento de las boleterías, y en dicho contexto un miembro del personal de seguridad fue agredido por un delegado”, afirmó. Y aseguró que luego “los representantes gremiales impidieron la normalización de las boleterías arrojándose a las vías, lo cual deriva en la paralización de la línea”.
Poco antes del mediodía, en una asamblea los metrodelegados decidieron que mientras no haya una convocatoria de Metrovías para dialogar no van a levantar el paro. Reclaman explicaciones sobre su denuncia, el fin de las suspensiones y la reincorporación de los despedidos.
La mañana tampoco fue tranquila en la línea D, donde hubo demoras por otro conflicto gremial. En este caso, los empleados trabajaron “a reglamento” para reclamar cambios en el sistema de ascenso y promociones. El servicio finalmente se normalizó después de unas tres horas, cuando representantes de Metrovías les propusieron una mesa de diálogo a los sindicalistas.