En algún momento fue la postura frente al Gobierno recién asumido, luego el rol de Cristina Kirchner y después el del propio Mauricio Macri. También, la estrategia frente a la pandemia y cómo convivir con el oficialismo en el Congreso.
Desde que Juntos por el Cambio debió dejar el poder, tras la contundente derrota en las elecciones de 2019, el flamante espacio opositor debate cómo acomodarse y reinventarse, pensando en el retorno. Esa convivencia, que cada tanto incluye pases de facturas por el pasado, ahora sumó un nuevo frente de conflicto: la designación del procurador general de la Nación, el jefe de todos los fiscales del país desde el ministerio público.
Cuando parecía que Juntos por el Cambio se mantendría expectante, esperando el resultado del furioso embate kirchnerista contra el actual procurador interino, Eduardo Casal, la líder de la Coalición Cívica pateó el tablero e hizo público su apoyo a Daniel Rafecas, el candidato del presidente Alberto Fernández para el cargo, un nombre originalmente rechazado por la oposición. ¿El argumento de aquel cuestionamiento inical? Como juez, Rafecas había desestimado la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner, por presunto encubrimiento a los iraníes acusados del ataque a la AMIA. Antes, se habían revelado contactos privados con el abogado de Amado Boudou, cuando el vicepresidente era investigado por su vinculación con la imprenta Ciccone.
La nueva bomba mediática de Carrió provocó lo que suelen provocar casi todos los movimientos de la líder de la CC. Pese a no tener cargo electivo en vigencia y a que la representación legislativa de su espacio es menor a la de los socios del PRO y la UCR, la ex diputada mantiene un peso particular en el armado. Carrió justificó su pedido de apoyo –en lo formal, reclamó que los senadores de Juntos por el Cambio voten a favor del pliego de Rafecas, que necesita de los 2/3 de la Cámara para ser designado- con la teoría del mal menor: asegura que si no nombran a Rafecas, Cristina buscará avanzar con nombres más radicalizados, como su asesora Graciana Peñafort o el propio Oscar Parrilli.
Carrió recordó que justamente Parrilli desempolvó dos proyectos opositores –de Lucía Crexell y Martín Lousteau- para discutir en comisión cambios a la ley que fija las reglas para nombrar el procurador. Según la teoría de un sector de la oposición, Cristina buscará bajar el requisito de los dos tercios para ir por una mayoría especial con la que sí cuenta en el Senado. Cambiemos, en un punto, sabe de qué habla: cuando gobernaba Macri y el kirchnerismo sostenía a la procuradora Alejandra Gils Carbó y frenaba el pliego de Inés Weinberg de Roca, legisladores clave como Federico Pinedo, proponían también cambiar el modo de elección.
En la intimidad (y no tanto, ya que tuiteó sobre el tema), Carrió asegura que le avisó sobre el tema hace dos meses a Luis Naidenoff, el radical que comanda el interbloque del Senado de Juntos por el Cambio y, sin decirlo explícitamente, lo acusó de cierta inacción para frenar la movida K. A la líder de la CC le sigue generando dudas el acuerdo al que llegó Naidenoff con Cristina para retomar las sesiones en la cámara alta.
En paralelo, Carrió cree que Lousteau cometió un error al presentar este año un nuevo proyecto para reglamentar la nominación del procurador. Si bien la iniciativa del economista mantiene el requisito de los dos tercios, para la ex diputada abrió una hendija que ahora aprovecha el kirchnerismo. “En los hechos, la discusión se abre para debatir, entre otros, el proyecto de Lousteau”, justifican cerca de Carrió. No hablan de mala intención, pero sí de “error no forzado”. También, de cierto afán de figuración del ex ministro, que suena como candidato a jefe de Gobierno porteño en 2023, mientras que él prefiere no bajarse todavía de la pelea nacional.
¿Qué responden desde el radicalismo, que integran tanto Lousteau como Naidenoff? Que cualquier chance de apoyar y lograr que nombren a Rafecas quedó sepultada con la estocada pública de Carrió. “¿Te imaginás a Cristina nombrando a alguien por sugerencia de Lilita?”, resumen. Ocurre que la vice y sus laderos manejan los tiempos y los votos en el Senado, donde está el filtro que debe pasar cualquier candidato a jefe de fiscales. El poco entusiasmo de la ex presidenta con Rafecas quedó demostrado en la morosidad que mostró para mover el pliego de su designación.
Cuando parecía que Juntos por el Cambio se mantendría expectante, esperando el resultado del furioso embate kirchnerista contra el actual procurador interino, Eduardo Casal, la líder de la Coalición Cívica pateó el tablero e hizo público su apoyo a Daniel Rafecas, el candidato del presidente Alberto Fernández para el cargo, un nombre originalmente rechazado por la oposición.
Losuteau también plantó bandera cuando pidió retirar su proyecto sobre el ministerio público fiscal, para que quedara en claro que no quería ser usado como anzuelo por el kirchnerismo para terminar yendo en contra de sus propios intereses. Pero en una decisión casi inédita, el Senado se negó a retirar la iniciativa, cuando es costumbre hacerlo si el autor del proyecto lo requiere. Como si la grieta, otra vez, fuera corriendo normas habituales de convivencia política.
Mientras, otros jugadores de peso de Juntos por el Cambio también fijaron postura. Tanto Horacio Rodríguez Larreta como María Eugenia Vidal, del sector moderado que en un punto también integra Carrió, se corrieron hasta la casa de la ex diputada en Exaltación de la Cruz como señal de acompañamiento.
Macri, en tanto, a quien volvió a caerle una sentencia de su aliada en los medios –“Macri ya fue”-, prefirió hablar a través de terceros y dejó trascender que no se cierra al nombramiento de Rafecas, pero que deben resolverlo los senadores del espacio.
Justamente esos senadores opositores, tras un debate interno, decidieron participar en la reunión de comisión que convocó Parrilli para discutir el tema. La pelea sobre el tema recién empieza. La interna (otra) de Juntos por el Cambio, también.