Cuando ya se extinguieron los fuegos de la explosivas declaraciones de Elisa Carrió, en las que se lanzó como la artífice de un acuerdo con el Pro, alterando la dirección ideológica que querían imprimirle al Frente Amplio Unen los socialistas y los radicales, la legisladora chaqueña comenzó a trazar las líneas finas de su estrategia política.
En ese rumbo, la chaqueña definió: “Voy a competir como candidata a presidenta por la Coalición Cívica. Sanz lo hará por el radicalismo y Macri por el Pro. El que gane la primaria va por la presidencia y el que pierde, acompaña”.
Lilita realizó estas declaraciones en la provincia de Corrientes, adonde viajó para presentar la Mesa Carrió Presidente y acompañó el lanzamiento de las candidaturas de los dirigentes provinciales de la CC-ARI.
En referencia al armado que la tiene como referente, la chaqueña fue elíptica. “Todo está saliendo como tenía que salir”, declaró, aunque sin explayarse en inútiles detalles acerca de sus aliados, sus líneas de trabajo y su estrategia de acumulación.
“Se están dando los pasos para formar una alianza grande que pueda ganar”, dijo Lilita al referirse a la decisión del congreso de la UCR mendocina, que habilitó la posibilidad de cerrar alianzas con el macrismo en esa provincia.
A continuación, la diputada nacional informó que “avanzan muy bien” los acuerdos entre Unen y el Pro en Mendoza, Córdoba y Capital.
Por contrapartida, disparó munición sobre el Partido Socialista, al señalar que “la única resistencia es el socialismo en Santa Fe, pero los grandes distritos están definidos”, soslayando la oposición del radicalismo bonaerense y de otras provincias, que sostienen posiciones ideológicas afines al centenario partido que supo ser conducido por Juan B. Justo y Alfredo Palacios.
El presidente de la UCR bonaerense, Ricardo Alfonsín, recordó a su “enemiga íntima” llamándose a silencio. “Hay que dejar de hablar de las ocurrencias de Carrió”, sentenció, impiadoso.
Paralelamente, sabiendo que sus definiciones echan más leña al fuego de la discordia en las filas del panradicalismo y del socialismo, Horacio Rodríguez Larreta anunció sin inocencia: “Es cierto que Carrió y Sanz también dijeron que había posibilidad de hacer una primaria; en esta etapa no estamos evaluando acuerdos, pero no descartamos las PASO para poder hacer una alianza”.
Alea jacta est
Cuando corría el año 49 antes de Cristo, Julio César se rebeló contra la autoridad del Senado y cruzó con sus cohortes el río Rubicón, que dividía la Galia Cisalpina e Italia, para lanzarse contra Roma. En esa ocasión pronunció una de sus frases más célebres: “Alea jacta est” (la suerte está echada). Desde entonces, se toma esta máxima en el sentido de la aceptación de lo definitivo, ya que fue el inicio de una campaña que enfrentó a Julio César contra Pompeyo y los optimates y culminó con el triunfo del primero sin derramar una sola gota de sangre.
En este caso, lo inevitable es la ruptura del Frente Amplio Unen. No podrán convivir en el mismo espacio proyectos tan disímiles como uno que propone un planteo socialdemócrata y otro que entiende que el camino es coaligarse con un partido de derecha, que incluso plantea un esquema económico cercano al liberalismo más recalcitrante.
Radicales al borde
Esta posible ruptura, que para los socialistas es casi un reclamo de coherencia, compromete también a la propia Unión Cívica Radical. ¿Cómo convivirán en su seno los descendientes políticos de Raúl Alfonsín con los Aguad, Sanz, Cobos y Morales, que no solo plantean listas comunes con el Pro a nivel nacional sino que ya compartieron boletas electorales con ellos en sus distritos?
Dicen algunos analistas políticos que la salida al kirchnerismo no es por izquierda, sino por derecha. Si la realidad desafía al pragmatismo de los radicales que plantean una salida “alfonsinista” (de Raúl), ¿serán estos capaces de romper el partido? O, por el contrario, ¿habrá en el futuro una corriente socialdemócrata en un partido radical más volcado a la derecha?
Así es de profunda la herida que atraviesa a la UCR, que se debate en una crisis que pareciera no tener fin, tironeada entre la vieja tradición liberal de centroderecha que encarnaba Ricardo Balbín y los nuevos aires que trajo la aparición de Raúl Alfonsín en 1973, que volcó al partido más hacia la centroizquierda, aunque esta tendencia nunca se consolidó en todo el país. La resistencia balbinista, encarnada en la Línea Nacional, se atrincheró principalmente en Córdoba, el Noreste, Cuyo, en parte del territorio bonaerense y el Noroeste.
Estas diferencias, desde que se apagó el liderazgo de Raúl Alfonsín, cruzaron al centenario partido, que por estos días se debate entre propuestas disímiles que pueden llevarlo a la ruptura.
Un Frente que tambalea
Hace más de un mes, en el Frente Amplio Unen habían anunciado que el 18 de diciembre presentarían su programa de gobierno, en una ceremonia que oficiaría a la vez como un acto de relanzamiento de una coalición que soportó demasiadas controversias.
Finalmente, al acto no se realizará, por razones desconocidas, aunque previsibles. Los seguidores de Margarita Stolbizer alegaron que es imposible efectuar la presentación si sus aliados radicales no definen previamente si van a acordar con Massa, con Macri o con ambos.
Un vocero del Partido Socialista, en cambio, ensayó una mentira para ocultar las razones de la postergación, al alegar que habrá demasiada actividad en el Congreso en los próximos días y que eso no les permitió elaborar un programa, a pesar de que todos los partidos políticos tienen listos sus programas desde siempre, a los que solo le agregan algunos retoques ante cada elección.
Sanz agrega nafta al fuego
Los planes de Gabriela Michetti de cubrir su fuga de una eventual candidatura a vicepresidente presentando como hecho consumado su candidatura a jefa de Gobierno estaban basados en la asociación de su jefe, Mauricio Macri, con Ernesto Sanz, que cubriría el puesto que ella quería evitar.
Todo marchaba con facilidad, hasta que de pronto unas inoportunas declaraciones del mendocino encendieron un timbre de alarma en el campamento de la exvicejefa de Gobierno.
“No hay ninguna posibilidad de que yo sea el candidato a vice de Macri”, soltó ante los micrófonos el senador radical, ante la consternación de Gabriela Michetti, que es amiga personal de Sanz.
De todos modos, nadie puede predecir el futuro, aunque si se da el pronóstico de Lilita mencionado en el segundo párrafo de esta nota, puede darse la situación que Sanz pronosticó, que es que Macri sea su segundo o todo puede salir exactamente al revés.
Los radicales poseen un poder territorial que aumenta su sex appeal político porque su presencia se distribuye por todo el país. De todos modos, esta evidente virtud se vuelve pecado al momento de evaluar los numerosos vaivenes que llevaron a la UCR a abandonar precipitadamente la Casa Rosada en dos ocasiones, en medio de graves crisis políticas.
Todo haría suponer que el peso de su aparato político podría favorecer a los radicales en una eventual interna en las PASO, pero la imagen que trata de construir Mauricio Macri podría complicarles las cosas a Ernesto Sanz o a Julio Cobos, sus posibles candidatos, si Durán Barba acierta con la estrategia.
De todos modos, apostar por la heterogeneidad política es enriquecedor si los distintos tienen códigos de convivencia. Pero cuando las diferencias priman por sobre los acuerdos, el voto se torna un albur. Y eso es casi un sinónimo de autodestrucción, tal como fue la culminación de la Alianza. o