El dirigente chubutense hizo todo para juntarlos, que se acerquen y aflojen la tensión. No fue suficiente. Los dos presidenciables del Pro conocen que van camino a la disputa política más importante de sus vidas y no están dispuestos, acaso, a darse siquiera un tuit de ventaja.
En Juntos por el Cambio (JxC) hubo consenso en torno a que el triunfo de Torres en Chubut es un espaldarazo en la recta final hacia las elecciones. Aunque represente el 3% del padrón nacional, tiene peso simbólico por ser cerca de las PASO y por tratarse de un distrito congénito del peronismo. Puntualmente de Sergio Massa, precandidato a presidente de Unión por la Patria (UxP). El ministro de Economía tiene un vínculo cercano con el gobernador Arcioni. Implicó arrebatarle otra provincia al oficialismo y sumar volumen político. Al mismo tiempo, es un territorio estratégico desde el punto de vista económico y productivo: zona fértil en vientos, petróleo, turismo y pesca.
A nivel nacional, Torres buscó hacer equilibrio entre Larreta y Bullrich. Optó por esa táctica hasta la elección del domingo, para evitar nacionalizar la elección provincial. Mantiene un buen diálogo con los dos. Admite el soporte del larretismo para esta campaña y agradece el apoyo de la exministra. No obstante, tiene mayor cercanía política con el jefe de Gobierno.
En el marco de su proyecto presidencial, Rodríguez Larreta ejecutó una estrategia de construcción política particular para cada distrito. También había hecho lo propio en San Juan y San Luis. “Tres de tres”, bromeó un dirigente que frecuenta la mesa política de Uspallata, sede del Gobierno porteño.
A las 19:30 del domingo, Rodríguez Larreta y Bullrich ya habían llegado a Trelew. Viajaron en vuelos distintos, estuvieron en lugares diferentes. Se cruzaron 25 minutos en el escenario y, sin saludarse al final, cada uno se fue por su lado. Ambos transitaron con incomodidad este tiempo frente a los chubutense, sobre una tarima con una sensación térmica más fría que en el resto de Trelew. En sus alocuciones, los dos persistieron en los ejes discursivos que los caracterizan.
Cuando en el búnker consideraron que la tendencia era irreversible, Torres, Larreta y Bullrich salieron a hablar ante la gente. Fue todo improvisado. Al punto de que mientras Bullrich hablaba, una parte del público coreó su nombre seguido de “presidente”. Larreta la miró fijo. Ella intentó seguir. Alzó la mano pidiendo calma. Rápidamente, él giró su cabeza al público, soltó una sonrisa tenue y volvió a clavar sus ojos en su adversaria política. “El 13 vamos a discutir con Larreta quién es presidente”, expresó Bullrich, en un gesto conciliador, para salir de ese momento.
Larreta se descontracturó, soltó una sonrisa y le palmeó el hombro. “Ahora estamos para acompañar a Nacho. Tranquilos”, pidió la ex ministra. La militancia cesó. “No se peleen, tienen que estar juntos”, gritaban desde la turba. Larreta y Torres, visiblemente incómodos, se rieron y respiraron con muecas de alivio. Esa secuencia duró 20 segundo y fue más larga que los tres discursos juntos.
En los próximos días, el jefe de Gobierno se enfocará en hacer campaña en el centro del país y el conurbano. A la par, pasará a la etapa de “pedir el voto” explícitamente. Esta semana difundirá spot en ese sentido. Bullrich, por su parte, profundizará sus recorridas por la provincia de Buenos Aires, sin descuidar distritos como Córdoba, Mendoza, Santa Fe, San Luis y Entre Ríos.