UxP apelará al discurso positivo contra las críticas a la economía

UxP apelará al discurso positivo contra las críticas a la economía

El oficialismo se centrará en la difusión de buenos resultados y a la herencia macrista.


A pocos días de las PASO, el oficialismo enfrenta un panorama complejo para hacer campaña en el terreno que encabeza las preocupaciones del electorado: la economía. Entre la crisis de los mercados y las proyecciones de una nueva alza de la inflación, los candidatos de Unión por la Patria (UxP) preparan un plan orientado a contrarrestar la perspectiva de esos efectos desde el discurso.

En el búnker de Unión por la Patria (UxP), los equipos técnicos se encuentran abocados a reunir datos que sirvan de insumo a sus candidatos para realzar los aspectos positivos de la gestión económica. Por ejemplo, el crecimiento del empleo de manera consecutiva durante los últimos 3 años, uno de los pilares de los mensajes de Alberto Fernández para defender su vapuleado mandato de los embates de la oposición y del kirchnerismo, puertas adentro de la coalición.

Más allá del énfasis en las promesas a futuro, no cesarán en recordar la herencia de endeudamiento de Mauricio Macri. “Wado suele decirlo: la gente vota con el bolsillo, pero el bolsillo también tiene memoria”, dijeron desde la jefatura de la campaña, a cargo del ministro del Interior, Eduardo De Pedro.

Apuestan a un escenario de suma cero, donde logren neutralizar la mirada pesimista hacia el Gobierno con el recuerdo, también negativo, de la administración de Juntos por el Cambio (JxC).

Frente a la escalada del dólar blue, del múltiple desdoblamiento cambiario, de la devaluación de los salarios, de la incertidumbre entre los formadores de precios y con una inflación proyectada en alza para agosto, en Economía, más que en el camino recorrido desde 2019, cuando asumió el Frente de Todos, prefieren enfocarse en los once meses que lleva Massa a cargo de la cartera económica.

Las palabras clave que empezarán a escucharse con cada vez mayor frecuencia en relación a la gestión massista serán “orden” y “avance”, siempre aplicadas al terreno económico, en contraposición con “las ideas de Javier Milei y sus adláteres”, por Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, a quienes intentarán mencionar lo menos posible. Creen que no es conveniente contraponer con el Pro.

En cambio, apuntan a promover indirectamente el crecimiento de La Libertad Avanza y, especulan, la consecuente fuga de respaldo por extrema derecha en detrimento del partido que fundó Macri. De los tres temas centrales con los que busca diferenciarse del candidato outsider, dos son económicos: la dolarización y las privatizaciones. El tercero es social, contra su propuesta de arancelamiento de la educación.

En el comando de campaña se esfuerzan pensar cómo compensar el daño sobre la intención de voto espacio que provoca el principal problema, la inflación, que alcanzará un acumulado anual histórico del 120 por ciento en diciembre según el último análisis del FMI. Por ahora, la hoja de ruta indica enfocarse en medidas de corto plazo, como las paritarias -con promesas de que les ganarán a la inflación este año, un panorama poco factible en el grueso de los gremios-; los incentivos al turismo interno -Massa ya prometió que el PreViaje 5-; y las referencias a mejorías de la macroeconomía a futuro a partir de la exportación de energía para abastecimiento interno y exportación destinada al ingreso de divisas tras la la terminación de los gasoductos.

Los discursos de Massa en primera persona combinan las promesas con cierto grado de autocrítica, aunque siempre en plural. Entre la relativización de los indicadores negativos, en los despachos del Gobierno y el búnker de Unión por la Patria (UxP) le dan forma sobre la marcha y a contrarreloj en una campaña que arrancó muy lenta por las internas, al motor que busca generar expectativa en el electorado a pesar del intrincado presente.

Preocupación por el fuego amigo

Las medidas económicas anunciadas para allanar las tratativas con el FMI y tratar de oxigenar las reservas y la recaudación provocaron por primera vez una andanada de críticas opositoras que rozan el sensible tema de la deuda con el organismo internacional. En condiciones normales, podría haber abierto un debate de interés, nada desdeñable tampoco para el oficialismo porque remitiría al largo proceso de la crisis.

No resultó así y, junto al sacudón del dólar -y las proyecciones preocupantes sobre la inflación-, la inquietud volvió al frente interno: el sentido del silencio kirchnerista, la dureza inesperada de Juan Grabois y la insólita referencia desde el Gobierno a temas como el hambre y la pobreza. De mínima, fuego amigo.

El silencio del kirchnerismo fue explicado desde ese espacio como un gesto de aval a las decisiones del ministro. Y en Economía transmitieron conformidad con esa reacción. Se lo presentaba como una señal connotada por el antecedente de los actos compartidos por Cristina Kirchner con el ministro y candidato.

Las decisiones económicas fueron presentadas por el ministro como una expresión de “realismo” frente a la delicada combinación de las tratativas con el Fondo y el cuadro cruzado por las pinceladas del dólar, las reservas y los precios. De hecho, una especie de devaluación parcial: suba del “dólar ahorro”, recreación del “dólar agro” y aumento del precio para algunos rubros de importaciones. El silencio, entonces, fue traducido como una táctica también “realista”. La posterior carga de Grabois, aunque a raíz de la visita del ministro a la Exposición Rural, replanteó las interpretaciones apenas unas horas después.

Casi en simultáneo, la portavoz Gabriela Cerruti había anotado como tema de discusión las consecuencias más dramáticas de la crisis, calificación que también negó para describir el cuadro económico y social. Cuestionó las mediciones de pobreza y declaró que en el país “no hay hambre”.

El tema de la pobreza y la inflación fue referido por Grabois en su carga sobre el ministro. Y las respuestas informales desde el massismo eludieron ese debate para descalificar la jugada como un síntoma de “desesperación” para mostrarse en carrera hacia las PASO.

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