“Unen vino a quitarles la culpa a esos porteños que no comulgan con Macri, pero que lo terminaban votando porque era la única chance que tenían de votar en contra del Gobierno nacional. Sobre todo los progresistas, que lo votaban con culpa. Pero eso se terminó con Unen”, sintetiza Hernán Rossi, en una reflexión política que bordea el psicoanálisis.
Presidente del Instituto Moisés Lebensohn, el tanque de ideas de Cantera Popular, la corriente renovadora de la UCR, Rossi integra la lista de legisladores porteños de la coalición y, por primera vez, está cerca de conseguir una banca en la Legislatura.
“Sin descalificar a nadie, la idea de Unen es proponer figuras nuevas, que no hayan estado antes en la Legislatura”, informa.
En la charla con NU, aventuró una meta: “Tenemos que lograr enamorar a los porteños que antes de las primarias nos veían como sellos que habían decidido juntarse o, a lo sumo, como un grupo de dirigentes circunstancialmente unidos pero que ahora nos empiezan a ver como un colectivo”, se entusiasma.
Generacionalmente, Rossi se define como un militante de la democracia. Empezó militando en la universidad y llegó a presidir Franja Morada. Luego fue presidente de la Juventud Radical. Su vida política transcurrió remando la crisis en la que se sumió el radicalismo después del estallido de 2001 y el traumático final de la Alianza. “Y en la Ciudad fueron años de ver cómo salvábamos la ropa”, confiesa.
–Entonces, ¿hay algo de sabor a revancha con el triunfo en las PASO?
–Y… claro. Además, el de haber corroborado que cuando buscamos a Rodolfo (Terragno) o a Martín (Lousteau) pensando que era necesario sumar figuras extrapartidarias, o cuando pensamos en hacer una alianza en la que primara la generosidad, estábamos en la estrategia adecuada. Queríamos generar una alternativa para cambiar Buenos Aires y, también, para romper con la connivencia entre el Pro y el kirchnerismo en la Legislatura, que se pelean en público pero arreglan en privado. Corroborar que el camino fue correcto nos llena de satisfacción.
–Y también querían acabar con el voto culposo a Macri, según usted.
–(Ríe) Sí, también. Era necesario generar una alternativa a los oficialismos, nacional y local, para que eso sucediera.
–¿Y no les hace perder votos la sorpresiva advertencia de Carrió sobre un posible golpe en contra de Cristina Kirchner, coincidiendo con el caballito de batalla de la Presidenta?
–Bueno, Carrió es honesta y dice lo que piensa. Y el activo de Unen es ese: decir la verdad, sin especulaciones, aunque a veces no convenga.
–¿Y usted también está de acuerdo con esa advertencia?
–No acuerdo ni dejo de acordar porque no tengo elementos para suponer algo así. En todo caso, habrá que estar alertas.
–Ahora, ¿no es un poco peligrosa la personalidad de Carrió para Unen, teniendo en cuenta que ha deshecho todas sus construcciones políticas?
–No comparto que Lilita haya destruido sus creaciones. Ocurre que ella pensó, equivocadamente a mi criterio, que creando un partido nuevo se iban a terminar las dificultades y los viejos vicios de la política. No fue así. Es más, si algún aprendizaje queda de esto, es que los partidos nuevos no fueron mejores. Y que los problemas del sistema de partidos políticos en la Argentina son muchos más profundos y no se solucionan yéndose para crear otra cosa.
–¿Les sorprendió la buena performance de Lousteau?
–No. Cuando lo fuimos a ver a Martín nos dimos cuenta de que allí había un enorme potencial. Lousteau tiene una formación sólida; tiene un proyecto de país para la Argentina y, a la vez, es un gran comunicador de ideas económicas con mucha simpleza. Las primarias demostraron que nuestras percepciones eran correctas.
–¿Tendrá que afiliarse a la UCR?
–No necesariamente. Tiene un compromiso con la UCR, eso sí.
–Michetti interpretó que Unen ganó las primarias porque a la gente le atrajo votar para dirimir candidaturas, ejercicio que no podía hacer en Pro, pero que en octubre esa tendencia se revertirá.
–Michetti es una candidata en campaña, ¿qué va a decir? Lo que creo es que era necesaria una alternativa progresista, y eso es lo que prendió. Esta semana se lanzó la lista de candidatos y ya se especulaba con que quienes habían perdido en las primarias, dentro de Unen, tal vez no asistirían al acto. Pero allí estaban Tumini, Gil Lavedra, Alfonso Prat-Gay…Es que si no somos capaces de contener a los dirigentes que perdieron, ¿cómo vamos a ser capaces de contener a los votantes?
–Se refirió varias veces a Unen como una herramienta electoral. Teniendo en cuenta cómo terminó el experimento de la Alianza, ¿cómo harán para transformar esa alternativa electoral en una alternativa de gobierno?
–Unen está formado por muchos partidos con una larga tradición nacional y con mucha historia. Y, además, tenemos dos años por delante.
–Finalmente, la estrategia de Unen al incorporar dirigentes jóvenes en la oferta electoral, como es su caso, ¿no podría leerse como un triunfo del kirchnerismo, que logró la reconexión de la juventud con la política?
–En el discurso, sí, pero en los hechos sucede otra cosa. Es cierto que la renovación de la UCR tardó en llegar, pero finalmente está llegando. Me parece mucho más sano para lograr esa regeneración incorporar jóvenes desde el llano y no desde cargos en el Estado. Y esta cultura prebendaria, fijate, es compartida por el Pro y el kirchnerismo. Porque el macrismo tiene muchos jóvenes, pero todos con cargos legislativos o ejecutivos.
–¿Qué proyectos tiene para la Legislatura?
–Mirá, cuando un político en campaña tira cientos de proyectos, después no hace ninguno, o hace muy poco en relación con las promesas. Yo prefiero trabajar en la Legislatura de acuerdo a la mirada que tenemos sobre la Ciudad, y esa mirada no tiene que ver con recetas cerradas compradas desde afuera sino con un proyecto metropolitano. Un proyecto que tenga en cuenta a la provincia de Buenos Aires.
–Cuando dice que van a romper el supuesto pacto de connivencia que tienen el Pro y el kirchnerismo en la Legislatura, ¿significa que lo van a denunciar?
–Definitivamente, lo vamos poner a la luz del día.
