Acostumbrados a la mayoría del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados, el presupuesto de cada año no representaba una ardua tarea para el Poder Ejecutivo, ya que no se necesitaba negociar con los diferentes bloques.
Este año fue la excepción, un Congreso de la Nación, donde nadie cuenta con mayorías. La necesidad de Mauricio Macri y su equipo económico de conseguir la sanción del mismo, se transformó en un gran desafío.
Con 177 votos a favor, 58 en contra y 4 abstenciones, Cambiemos consiguió aprobar su primer presupuesto en Diputados, el cual prevé un crecimiento económico del 3,5 por ciento y una inflación promedio del 17 por ciento para el año próximo.
A nivel macroeconómico, pronostica cerrar el año 2017 con un dólar a 18 pesos y un déficit fiscal del 4,2 por ciento del PIB.
Una de las negociaciones, fue el incremento en el presupuesto destinado a Ciencia y Técnica en 1.290 millones de pesos, de los cuales 800 millones serán para el ministerio conducido por Lino Barañao, luego de un fuerte reclamo por parte de los investigadores.
El oficialismo contó con apoyo del Frente Renovador y el bloque Justicialista para girarlo al Senado, mientras que desde el Frente para la Victoria, la izquierda y parte del Movimiento Evita votaron en contra.
Las modificaciones llegaron por parte de los diferentes partidos, desde el Frente Renovador, aseguraron que “este presupuesto es más real que los presentados durante la gestión kirchnerista”.
En el bloque Justicialista, el exdirector ejecutivo de la ANSES, Diego Bossio, reconoció: “Desde hace años viene el Presupuesto de la Nación, se fijan tres o cuatro parámetros macroeconómicos y lo que hace esta cámara es llenar casilleros, sin tocar los grandes números”.
Por el lado de Progresistas, la diputada Margarita Stolbizer apuntó a que es un presupuesto “de transición”, y que “carece de una visión estratégica”, por lo que llamó a “discutir un plan mucho más ambicioso de infraestructura social”, para atender al 32 por ciento de la población bajo la línea de pobreza.
Desde el ala más dura del Frente para la Victoria, el economista, Axel Kicillof, apuntó contra Macri denunciando que “es el que más se endeudó en menos tiempo”, y dijo estar ante “un presupuesto de ajuste” y “unitario”. Por su parte, el jefe del bloque, Héctor Recalde, ratificó: “No sólo votamos en contra del presupuesto: votamos en contra defendiendo la soberanía económica y la justicia social”.
En contraposición, desde Cambiemos, Luciano Laspina, aseguró: “Vamos a invertir decenas de miles de millones en el Plan Belgrano, el más ambicioso en décadas e incorporamos 5 mil millones de pesos al denominado Fondo de la Soja, de los cuales el 70 por ciento irá para las provincias, y el 30 por ciento a los municipios”.
El diputado Mario Negri, cerró reconociendo: “Quizás hubiésemos preferido un presupuesto con más expansión, más distribucionista, con más crecimiento, pero es lo que hemos debido construir todos para el país que llevamos”.
La tarea no fue fácil para el oficialismo pero la tesis se centró en darle beneficios a las provincias para que sus legisladores apoyaran el proyecto. La clave estuvo en el efecto de la coparticipación y el cumplimiento de la Ley de Reparación Histórica, incluyendo una partida de 14 mil millones de pesos para financiar el déficit de las cajas jubilatorias provinciales.
El Congreso de la Nación se transformó en una constante negociación donde todos se ven obligados a consensuar y reactivar una labor que había dejado de ser el tema central, al menos en la Cámara de Diputados. Cambiemos tuvo que comenzar su Gobierno ejercitando el diálogo, por convicción o conveniencia, pero diálogo al fin.