“El informe del INDEC muestra que la brecha de género sigue creciendo. Las mujeres, sobre todo las jóvenes, son quienes más lejos se encuentran de la ya de por sí precaria situación laboral previa a la pandemia”, expuso Victoria Freire, integrante del Observatorio de Géneros y Políticas Públicas, que realizó un análisis con perspectiva de género de los informes publicados a finales de septiembre por el Instituto Nacional de Estadística y Censos acerca del Trabajo e Ingresos y Distribución del Ingreso.
Este organismo publicó también el informe semestral “Pobreza e indigencia del primer semestre de 2021”, que muestra la situación social de Argentina tras 18 meses del comienzo de la emergencia sanitaria.
“Otro tema para ver con atención es la diferencia en cuanto a ingresos que sigue habiendo en el mercado de trabajo entre hombres y mujeres cis (personas que se perciben con el género que se les adjudicó al nacer)”, señaló también Freire, ya que según el análisis del Observatorio, las mujeres son las más perjudicadas en torno al ingreso económico: mientras el ingreso promedio de la población es de $43.907, para las mujeres es de $36.025 (en los varones, en cambio, asciende a $51.916).
Finalmente, la candidata a legisladora porteña propuso un sueldo fijo y básico para todxs, a fin de achicar las brechas salariales que ensanchan las desigualdades entre géneros:
“Mirando estos números, resulta más que importante impulsar un salario básico universal. Significa un derecho con impacto directo en la vida de la mayoría de mujeres, lesbianas, travestis y trans, que hoy no tienen garantizado un ingreso regular por el trabajo que realizan, por fuera del marco laboral tradicional”, puntualizó.
En este ítem, cabe aclarar que el relevamiento del Observatorio expone únicamente a mujeres y hombres cisgénero, dados los mecanismos binarios de medición que se utilizan, lo cual pone de relieve la necesidad de contar con indicadores no binarios, que permitan reflejar la situación de las personas transexuales.
Entre las conclusiones principales, se mencionó: “El diagnóstico que presentamos pone de manifiesto la urgencia de impulsar políticas redistributivas con una mirada de género. Esto supone impulsar el reconocimiento y remuneración de las tareas de cuidado, además de garantizar un sistema integral que permita el acceso para todos los hogares, especialmente aquellos de menores recursos donde la carga de trabajo y uso del tiempo en cuidados aumenta exponencialmente”.
Y completó: “Asimismo, nos plantea como horizonte cada vez más urgente impulsar un salario básico universal que, al igual que las medidas de reconocimiento jubilatorio, asignación por hijx y otras excepcionales, como el Ingreso Familiar de Emergencia otorgado en contexto de ASPO, significa un derecho con impacto directo en la vida de la mayoría de mujeres, lesbianas, travestis y trans que hoy no tienen garantizado un ingreso regular por el trabajo que realizan por fuera de marco laboral tradicional”.
Pobreza e indigencia
El INDEC destacó que la pobreza tuvo un leve descenso en relación al semestre anterior (pasó de 42% a 40,6%), pero la indigencia creció 0,4 puntos porcentuales en los hogares y 0,2 puntos en las personas, alcanzando a 3.087.427 personas.
La mayor incidencia de la pobreza se da en niñes de 0 a 14 años, que representan el 54,3 por ciento: hoy en Argentina hay más niñes pobres que no pobres.
A saber, el cálculo de pobreza e indigencia surge del cruce entre gastos e ingresos de los hogares: se define una canasta básica y en función de los ingresos familiares se compara si se accede o no a esa canasta. Cuando los ingresos totales no llegan a cubrir la canasta básica total (CBT, alimentaria + no alimentaria) se considera al hogar en situación de pobreza; cuando no se llega a cubrir ni siquiera la canasta básica alimentaria (CBA), la situación es de indigencia.
Así es que la valorización de la CBA promedio del hogar se ubicó en $26.875; los hogares que no acceden a ella (indigentes) tienen ingresos en promedio un 41,6% por debajo de la línea. La CBT promedio del hogar, entretanto, se ubicó en $62.989; los hogares que no acceden a ella (pobres) tienen ingresos en promedio un 37,7% por debajo de la línea.
Trabajo y género
En cuanto al mercado de trabajo, desde el Observatorio han evaluado que los indicadores de empleo durante el período de la emergencia sanitaria y el periodo previo muestran “un alarmante contexto previo producto de 4 años de macrismo”.
Desde el Observatorio apuntan a que “el empleo se recupera, pero las condiciones de vida de la población no”.
“Esto visibiliza las limitaciones del mercado para generar condiciones de vida dignas y pone de manifiesto la importancia del Estado y sus políticas redistributivas. Al profundizar en la composición según sexo/género, vemos que esta recuperación no alcanza a todes por igual, como surge de observar los datos de desocupación desagregados y su evolución (comparando la situación previa, los picos de mayores restricciones y situación actual)”, menciona el informe que releva los índices del INDEC.
Las mujeres, sobre todo las jóvenes, son quienes más lejos se encuentran en cuanto a la ya de por sí precaria situación laboral previa a la pandemia. La desocupación para las mujeres de hasta 29 años en el segundo trimestre de 2021 es 22,4%, es decir, casi 4 puntos porcentuales más que en los últimos meses de 2019 y 6 puntos más que los varones para el mismo periodo.
Las mujeres cis se encuentran con mayores dificultades para la inserción laboral: tanto en la tasa de actividad como en la de empleo la brecha entre varones y mujeres ronda el 20%.
Brecha salarial entre géneros
En los datos referidos al trimestre analizado, queda expuesto que las mujeres son las más perjudicadas en torno al ingreso económico: mientras que el ingreso promedio de la población es de $43.907, para las mujeres cis es de $36.025 (en los varones cis, en cambio, asciende a $51.916).
Esta diferencia entre ingresos es la “brecha salarial” o “brecha de ingresos”, que hoy se ubica en un 44,11%. Por cada $100 que perciben en promedio las mujeres, los varones perciben $144,1; en otras palabras, los ingresos de las mujeres son un 30,61% menores.
Para elaborar este análisis de ingresos, cabe destacar que son tenidos en cuenta los ingresos tanto laborales como no laborales (subsidios, programas sociales, rentas, etc) de personas y hogares, así como la forma en que éstos se distribuyen entre los diferentes niveles de ingresos y cómo es su variación a lo largo del tiempo.
Al observar la distribución, puede notarse que de los $742.333.954 percibidos por la totalidad de la población con ingresos, las mujeres (50,4% de la población relevada) obtienen solamente el 41,4% de los ingresos.
En la misma sintonía que la ampliación de la brecha señalada anteriormente, se ve cómo lentamente esta distribución va haciéndose aún más inequitativa cada trimestre.
Dentro del 10% de la población con menores ingresos, las mujeres cis representan el 72%, mientras que esta relación se invierte en el decil de mayor ingreso, donde las mujeres cis apenas superan el 35%.
La evolución de la composición por sexo/género del decil más bajo marca el mismo patrón que el de los demás indicadores: un lento pero persistente proceso de empeoramiento de las condiciones económicas de las mujeres.
Las mujeres y diversidades tienen los empleos peor pagados, se topan con dificultades para ascender en responsabilidades y con existencia de sesgos que impiden acceder a determinados puestos: el famoso “techo de cristal”.
“Entendemos que un nudo estructurante de esta desigualdad son los trabajos de cuidados que se realizan sin remuneración en el ámbito doméstico y que también son los rubros peor remunerados, que son a los que acceden la mayoría de las mujeres en el mercado de trabajo”, opinó Freire.
Sobre este punto, el informe del Observatorio agregó: “Retomando la preocupante situación referida a las condiciones de vida observadas en la evolución de la pobreza e indigencia, nos interesa también observar la evolución de los ingresos no laborales en los hogares en relación al total de los ingresos”.
Estos ingresos no laborales tienen un peso mayor en los deciles más bajos . Cuando observamos la composición de ingresos según fuentes del 10% más pobre, vemos una diferencia de composición entre varones cis y mujeres cis.
“Nos interesa destacar que de las fuentes de ingresos del 10% más pobre, casi el 60% de los ingresos de las mujeres provienen de fuentes no laborales (programas sociales, jubilación, etc), en el caso de los varones su ingreso se compone en más de un 75% por ingresos laborales. Esto pone de manifiesto la importancia de pensar el impacto diferencial que tienen las políticas de transferencia de ingreso en mujeres y diversidades”, cerró el informe del Observatorio.