La directora de TresPuntoZero, Shila Vilker, cree que Cambiemos puede, en el futuro, dejar de buscar el diálogo con otras expresiones políticas y, en cambio, cerrarse cada vez más sobre sí mismo. “Es lo mismo que le pasó al kirchnerismo, que llegó a perder drásticamente la capacidad de interpelar a otros votantes”, afirma. Vilker es licenciada en Ciencias de la Comunicación y magíster en Comunicación y Cultura, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace más de 15 años se desempeña como consultora comunicacional y analista de opinión pública. En su trayectoria coordinó investigaciones para empresas, organizaciones no gubernamentales, universidades, instituciones públicas y candidatos políticos. En esta entrevista con Noticias Urbanas, da su visión sobre el escenario político argentino, tras el final caliente de 2017, y, entre otras cuestiones, explica cómo están parados hoy varios de sus principales protagonistas ante la consideración del electorado.
–¿Cómo impactó en la imagen de Mauricio Macri la reforma previsional que logró aprobar en diciembre pasado?
–El efecto inmediato fue una pérdida de, aproximadamente, diez puntos en la aprobación del Gobierno nacional. Pero sería bueno ver la película desplegando una perspectiva temporal un poco más larga. Tras las elecciones generales, efecto euforia ganadora, el Gobierno crece en adhesiones. Esa ola, también de cerca de diez puntos, es la que se desintegra con la reforma. Pero con ella también sucede otro fenómeno complementario: al tiempo que decae la adhesión, se consolida o crece su núcleo más cercano, con lo cual cabría hablar de un endurecimiento de su electorado.
–Ahora el Gobierno nacional decidió postergar la reforma laboral hasta el inicio de las sesiones ordinarias. ¿Cree que podrá lograr su cometido sin perder más capital político?
–Un efecto a largo plazo es que va a perder la capacidad de diálogo con otras sensibilidades políticas. Esto tiene que ver con lo que te decía recién: puede bajar la aprobación pero su electorado se vuelve más fiel. Es lo mismo que le pasó al kirchnerismo, que llegó a perder drásticamente la capacidad de interpelar a otros votantes. Cambiemos aprovechó eso para proponer un modelo de política basado en el consenso y el diálogo, pero es probable que no lo pueda sostener de cara al futuro. En cierto sentido es una pérdida de capital político, pero en otro, también, es afianzarse políticamente. Son paradojas comunes de la política argentina.
–¿Cuáles son las causas por las que Vidal tiene tan alta consideración positiva e incluso suele superar en imagen a Macri?
–Vidal, a diferencia de Macri, cumplió con el contrato electoral. ¿Qué esperaba la gente de Macri cuando asumió? Terminar con la corrupción, pobreza cero, bajar la inflación. ¿Qué esperaba de Vidal? Ir contra las mafias, hacer obras y mantener a la Provincia estable. Todo eso, a los ojos de los bonaerenses, lo hizo. Su relación con los bonaerenses, en ese sentido, es similar a la de Rodríguez Larreta con los porteños, solo que Vidal está en una zona de más exposición y mayores desafíos.
–El oficialismo seguramente buscará la reelección de Macri en Nación, de Vidal en Provincia y de Rodríguez Larreta en la CABA. ¿Cree que la oposición tiene tiempo de organizar alguna oferta viable en dos años para vencer en alguno de estos distritos?
–El problema no es tanto la oferta electoral, sino la demanda. Puede que la oposición no esté leyendo muy bien el tablero de juego. Así es difícil armar una oferta atractiva.
–¿Es posible la reconstrucción del peronismo en el corto plazo?
–Es que pensarlo así es, precisamente, el problema. Es insistir en una oferta vieja para una demanda nueva de la que se sabe muy poco. El 30 por ciento de la población dice que se siente cercana al kirchnerismo, mientras que solo el 5 por ciento se siente cerca del peronismo no K. La sensibilidad kirchnerista sigue organizando el tablero del grueso de todo lo que no es Cambiemos. Entonces ahí hay una demanda que no se está viendo del todo o que no se quiere terminar de ver.
–¿Y cómo ve hoy a Cristina Kirchner, meses después de su derrota electoral en la Provincia?
–Sigue siendo el centro de gravedad de la política argentina, por las pasiones que despierta. No solo la oposición se organiza a su alrededor, positiva o negativamente, sino que es el principal factor de cohesión entre los votantes de Cambiemos. Las últimas elecciones lo mostraron con bastante claridad.
–¿Y a Massa en qué lugar del escenario lo ubica?
–Sigue siendo un jugador clave. Es cierto que su relevancia se siente más en momentos no electorales, cuando no se polariza tanto la opinión pública. El massismo fue más relevante durante la discusión de la reforma previsional que en todo el año electoral. Sigue siendo un mediador entre las dos sensibilidades políticas en disputa. Por eso Massa tiene un futuro desafiante, pero un futuro al fin. Al menos en el corto y el mediano plazo su papel en la política va a seguir vigente.
–Pasemos al ámbito porteño. ¿Qué es lo que más demandan los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires hoy?
–El Gobierno de la Ciudad tiene una aprobación de cerca del 70 por ciento. En ese contexto, cualquier demanda mayoritaria es la demanda del satisfecho. A estas demandas podríamos caracterizarlas como aspiracionales y actitudinales.
–¿Y los bonaerenses?
–Acá ya es otro caso. Si la Ciudad es el terreno de la satisfacción, la Provincia es todo lo contrario. Hay demandas concretas de todo tipo: empleo, seguridad, salud, educación, vivienda, servicios públicos, transporte… se puede seguir con una lista interminable. Pero hay una gran demanda general que es la de progreso. Esto se siente mucho en los más jóvenes, que ansían estabilidad y posibilidades para pensar en el futuro: la casa propia, formar una familia, crecer en el trabajo y ascender socialmente son aspiraciones fuertes de los jóvenes bonaerenses, y en eso se parecen bastante a sus abuelos.
–¿Ve a nuevas figuras políticas con potencial de crecimiento de acá a 2019?
–No podría decir nombres específicos, pero estoy segura de que donde vamos a ver más revelaciones es en los escenarios municipales, especialmente en el Conurbano bonaerense, donde hace unos años no pasaba nada y ahora se están moviendo muchas cosas, apareciendo muchos proyectos nuevos de dirigencia. De la Liga de los Gobernadores pasamos a la Liga de los Intendentes. Por ahí los próximos batacazos de la política haya que ir a mirarlos con lupa, ahí en las escenas municipales, especialmente si a nivel nacional sigue todo tan trabado.