Volvió la interna: Alberto quebró el pacto de convivencia en el PJ

Volvió la interna: Alberto quebró el pacto de convivencia en el PJ

El Presidente volvió a apuntar contra su compañera de fórmula.


El presidente Alberto Fernández, decidió no irse de la presidencia sin contar sus verdades a cielo abierto. Sin el premio mayor en juego, dio una serie de entrevistas en los últimos días en las que apuntó directamente contra Cristina Kirchner, su compañera de fórmula que pasó de amiga a enemiga, y con la que termina el gobierno sin hablarse. Una foto cruel y realista del final del peronismo en la Casa Rosada.

“Sentí que Cristina tiene una mirada distinta a la mía y a mí eso no me interesa. Tiene un modo de hacer política que a mí no me gusta, que tiene que ver con esa forma personalista de hacer política”, disparó. Fernández siempre separó su forma de entender las relaciones de poder de la que tiene Cristina Kirchner. Pero nunca quiso pagar el precio de enfrentarla sabiendo de antemano que la coalición podía volar por los aires. Tensó la cuerda al máximo, pero nunca la rompió.

Unos días antes había asegurado que la vicepresidenta pudo ser candidata este año y que si no lo hizo fue porque no quiso y no porque no pudo, como ella sostiene, argumentando que la justicia federal le iba a bloquear el camino antes de poder llegar a la elección.

“Candidata pudo ser. En todo caso no habrá querido”, indicó el Presidente. Fue una frase para intentar desarmar el argumento de la proscripción que Cristina impulsó y el kirchnerismo tomó como una bandera.

En su última intervención hubo también un dardo contra Axel Kicillof, que aparece en el escenario político como uno de los posibles líderes opositores que pueda volver a encolumnar al peronismo.

“No sé si nos representa a todos, no tengo la impresión que nos represente a todos, es la verdad, lo digo con todo respeto”, sostuvo, además de poner sobre la mesa nombres como los de Victoria Tolosa Paz, Gabriel Katopodis, Jorge Ferraresi y Jorge “Coqui” Capitanich. Buscó ponerle un freno al inflador de expectativas.

Hay sectores que creen que Cristina Kirchner tiene la obligación de correrse del centro de la escena o, mejor dicho, no regresar a ese lugar que abandonó ya hace largos meses, y otros que ven en la Vicepresidenta el único ícono político capaz de abrazar a una enorme minoría y conducir la oposición desde las oficinas del Instituto Patria, sede del peronismo en el llano.

De Kicillof a Schiaretti, pasando por Uñac y Zamora, hasta Máximo Kirchner y Martín Llaryora. Los nombres deambulan con vértigo aún contenido pero con la potencia necesaria para que la discusión política se haga carne rápidamente. Al peronismo le cuesta vivir sin liderazgos fuertes y sin un relato que genere empatía en las masas. Desde el 2019 que no lo logra y la necesidad de reconfigurarse es imperiosa.

Bajo tierra hay reproches para todos y exigencias para los que tiene la posibilidad, por volumen político, rol de gestión y capacidad de construcción, de ponerse al frente de un espacio que deberá estar cuatro años en la vereda opositora. Las diferencias tienen que resolverse en el tiempo que viene. El error cometido durante la gestión que se termina el próximo fin de semana no pude volver a suceder si retornan al poder en el 2027.

Mientras tanto, en la superficie, empezarán a aparecer las señales del desamor más profundo. La discusión sobre cómo volver a ser competitivos debe darse con el sol de frente y la sociedad en la platea de espectadores.

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