Hace unos días, gentilmente, como una niña que queda a cargo de su casa pero desconoce las instrucciones de sus padres, Elisa Carrió le abrió las puertas de Unen al Pro de Mauricio Macri, causando más problemas a los propios que a los extraños.
Uno de los afectados, sin lugar a dudas, fue el exvicepresidente de la Nación Julio César Cleto Cobos, que fue víctima de la descontextualización, por lo que debió aclarar vía Twitter: “Desmiento categóricamente las versiones periodísticas sobre un posible acuerdo electoral con @mauriciomacri”. Inteligentemente, Cobos hace su juego.
El mendocino sabe que privando a Macri de la posibilidad de competir en la interna de Unen lo confina al incómodo lugar del candidato de centroderecha al que, por falta de estructura y –por qué no– por una cuestión de prejuicios, siempre termina faltándole “cinco pa’l peso”. Y así el mendocino potencia sus posibilidades dentro del espacio socialdemócrata.
Para suerte de Cobos, Pino Solanas, actual presidente de Unen, ya se pronunció en contra de un acercamiento al macrismo. También lo hizo Binner, el líder del espacio a nivel nacional.
Quien aún no se pronunció al respecto, curiosamente, fue el senador radical y presidente de la Unión Cívica Radical, Ernesto Sanz: coterráneo y enemigo número uno de Cleto. Es que el rol que actualmente ocupa dentro del partido lo invita a ser cauteloso con las fichas que juega.
De los presidenciables, Sanz es el que más complicado está de cara a las PASO, ya que, a pesar de sus constantes recorridas por el interior del país, sufre un nivel de desconocimiento considerablemente alto, y una mala jugada podría herir de muerte sus aspiraciones.
El debate abierto por Carrió, definitivamente, moviliza al espacio. La obsesión de la chaqueña es arrebatarle el poder al PJ, pero la jugada de sumar a Macri puede ser demasiado riesgosa para el incipiente frente. Es que caer en la reedición de la Unión Democrática podría conllevar el costo de forzar la unidad del peronismo y, actualmente, quienes lideran las encuestas son dos peronistas: Daniel Scioli y Sergio Massa.
No es casual que dirigentes justicialistas de peso en distritos clave como los de provincia de Buenos Aires y CABA, como Fernando Espinoza y Víctor Santa María, ya fogoneen la idea de apostar por una gran interna como ordenador de las aspiraciones personales. Buscan abrir las puertas “a todos aquellos que se consideren peronistas”. Dentro de ese “todos aquellos” entran Hugo Moyano, Francisco de Narváez, Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, José Manuel de la Sota y hasta el mismísimo Sergio Tomás Massa.
Desde Tigre juran que el intendente en uso de licencia ya habría decidido qué camino seguir. Y al parecer sería por fuera del PJ y lejos de Macri. Sin embargo, no habría que descartar un acercamiento del massismo al peronismo orgánico, en pos de garantizar la continuidad del PJ en la posesión del poder.
Con el peronismo dividido y Macri aprisionado dentro de la centroderecha, Unen aumenta sus posibilidades de acceder a una eventual segunda vuelta. Ante esa posibilidad, una sociedad con el Pro sería una apuesta suicida, que solo les permitiría llegar al Gobierno si entre peronistas oficialistas y disidentes no hubiera consenso. Por esta razón, el Jefe de Gobierno porteño, sin habérselo propuesto, ocupa un rol clave dentro del dilema centroizquierdista.
En el Pro saben que, a la hora del “poroteo”, lo que tienen no les alcanza. Pero a pesar de ello, la política de alianzas puertas adentro (y no tanto) genera posiciones encontradas. En la Provincia, por ejemplo, Jorge Macri hace “macri-massismo”, mientras María Eugenia Vidal la camina. Es que, desde la lógica, sería más fácil y auspicioso ubicar a Macri cerca de Massa que de Pino o de Binner. No cerca de Cobos, quien lo rechaza más por una cuestión de conveniencia personal que ideológica.
No obstante, dentro del massismo, mientras en la calurosa Buenos Aires al Pro se le derrite la teoría de “la tercera vía”, kirchneristas desencantados apuestan por consolidar una versión “oxigenada” de la transversalidad pergeñada por el expresidente Néstor Kirchner, cooptando a dirigentes radicales del interior. La denominan como “una concertación a la chilena”.
Evidentemente, Carrió y “el factor Macri” han dejado al descubierto una nueva trama de cara a las presidenciales 2015 que, directa o indirectamente, repercute en todos los armados electorales. Seguramente, tanto Massa como Scioli y Unen preferirían contar con ese “10 o 12 por ciento” que a Macri no le alcanza pero lo mismo posee, sin la necesidad de sumar o negociar con nadie. Pero eso, al menos hoy, parece imposible.
Por eso la centroizquierda deberá debatirse entre consolidar una opción progresista no K o caer en la tentación de intentar desplazar al PJ a cualquier precio, a pesar de que la jugada difícilmente le resultaría favorable.
De todos modos, en marzo larga la realpolitik y allí se verá qué ocurre.