Parece el cuento de nunca acabar. Y si no se tratara de un tema con tantas implicancias políticas y económicas para la Ciudad de Buenos Aires, hasta podría semejarse a algún juego de nuestra infancia: por cada casillero que avanzamos, retrocedemos diez.
Lo cierto es que la historia de las concesiones del mobiliario urbano de la Ciudad está atravesando nuevamente una etapa difícil, borrosa y de dudosa resolución.
Hablamos de un tema plagado de especulaciones por el millonario negocio que implica, repleto de sospechas respecto a las intenciones de quien hoy tienen en sus manos esta responsabilidad. Pero al fin y al cabo, el tema sigue sin resolverse.
Nuestra Ciudad tiene muchas falencias en términos edilicios, de infraestructura, de limpieza, de orden en general. Temas que los vecinos notamos cotidianamente cuando vemos la plaza de la esquina de casa abandonada, oscura, sucia, o en el mejor de los casos, vedada desde hace meses porque las obras no se terminan en tiempo y forma. Temas que vemos a diario cuando falta luminaria, las veredas están rotas y las raíces del árbol de la puerta siguen haciendo destrozos mientras esperamos durante años! que el reclamo que presentamos ante el CGP devenga en una solución.
Pero a diferencia de estas situaciones, que llaman la atención porque las notamos todos los días, el tema del mobiliario urbano es una de esas cosas que “no vemos” porque “no sabemos” qué pasa.
Y cuando vivimos en una ciudad donde lo más importante es hacer gestión sobre lo que “se nota”, temas como éste pueden seguir in eternum empantanados.
La licitación del mobiliario urbano implica la búsqueda de empresas que coloquen y mantengan refugios de colectivos, carteles de las calles y otros elementos, a cambio de usar parte de esas estructuras para poner publicidad, durante diez años. Se estima que, en ese tiempo, la facturación publicitaria superaría los $ 300 millones. De las empresas que actualmente desarrollan este negocio, algunas tienen los contratos vencidos desde 1996 y otras desde 2001. Además estas empresas hoy pagan a la Ciudad canones irrisorios: se consultó al ex ministro Nielsen sobre estos montos y nunca respondió, a pesar de haberse comprometido ante la Legislatura a enviar la información en ocasión del análisis del Presupuesto 2007.
En 2000, una ley de la Legislatura porteña aprobó la iniciación de una nueva licitación, aunque no llegó a ponerse en práctica porque más adelante otra norma estipuló que el diseño del mobiliario debía decidirse mediante un concurso de arquitectos. Finalmente en 2004 se concluyeron los pliegos y un año más tarde la gestión de Ibarra llamó a licitación.
Pero cuando parecían ya superadas las trabas por parte del ejecutivo, aparecieron las del poder judicial: la empresa Atacama, dedicada a la publicidad en vía pública, cuestionó el pliego porque favorecía mucho a las empresas que ya prestaban el servicio a la Ciudad, y dejaba sin posibilidades de presentarse a empresas de menor envergadura. El Ejecutivo lo modificó, y volvió a llamar a licitación en abril de este año.
Para esta nueva licitación compraron los pliegos 12 empresas, y la apertura de sobres se iba a realizar el pasado 2 de noviembre al mediodía. Pero el día anterior, el juez Juan Cataldo dio a lugar a un amparo que finalmente frenó la apertura de los sobres. La medida fue presentada por E.L. Medios, que forma parte de la Cámara Argentina de la Vía Pública.
El Gobierno de la Ciudad apeló la medida, y actualmente se espera una respuesta a este pedido, pero nada garantiza que aparezcan nuevos amparos para continuar con las dilaciones.
Lo cierto es que al día de hoy, una vez más la licitación está frenada, y esta vez por tiempo indeterminado. Y probablemente no veamos grandes avances mientras dure este gobierno.
Obviamente enfrentamos la firme intención de las empresas que hoy tienen las concesiones, de continuar explotando este millonario negocio dentro de un marco de irregularidades que los avalen.
(*) Presidenta de la Comisión de Espacio Público de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.