Un enigma se erige sobre el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires que nadie quiere aclarar y acrecienta la incógnita por las obras que comenzarán a ejecutarse en breve, según se ha anunciado: ¿en qué condición se encuentra el contrato original de concesión?
En efecto, el Poder Ejecutivo Nacional, entregó en concesión el Aeropuerto Jorge Newbery por convenio celebrado en 1998, del que el Numeral 10 señala que dentro del Plan de Inversión deberá preverse su reemplazo con anterioridad al año siete de la concesión por uno nuevo o existente que atienda las necesidades de la demanda… esto es el año 2005.
Desde su instalación en 1948 se ha polemizado sobre la conveniencia o no de mantenerlo en su actual emplazamiento, considerando no sólo las necesidades operacionales y de seguridad aérea sino también su accesibilidad, el complejo problema medio-ambiental que genera y la conectividad con el interior y la región que le dan preeminencia en el sistema aerocomercial del país.
Pero esa cláusula, que pende como espada de Damocles, no ha sido modificada a pesar de las audiencias públicas celebradas entre 1999/2001 y el convenio Nación-Ciudad firmado en 2000/1.
Nunca se alcanzó durante estos años consenso sobre una política estratégica para el sistema Aero-Portuario de la Región Metropolitana, pero ello no ha impedido que se esté ante una inminente compleja intervención urbana en toda el área, que incluye obras viales y ferroviarias, el completamiento de la terminal de pasajeros y la prolongación de ambas cabeceras de la pista y que indica claramente que nos encontramos ante una decisión adoptada respecto de su permanencia sin que se hayan fundamentado sus potencialidades económicas, políticas y sociales o cómo se mitigarán los impactos negativos en sus aspectos operativos y ambientales especialmente en materia de polución sonora.
Su ubicación exige un esfuerzo de planificación y de gestión enorme, para posibilitar un eficaz fundamento del espacio intermodal.
Un problema, no menor, es entonces aclarar la resolución de los aspectos contractuales vigentes, pues su alteración no es meramente formal, sino que afecta su base misma.
Sin embargo, el Estado Nacional, signatario del mismo, y el Gobierno de la Ciudad al incorporarse al emprendimiento, nada dicen al respecto y parecieran actuar sobre la base de los hechos consumados.
El Aeroparque es un activo muy importante para Buenos Aires en la búsqueda de acrecentar su competitividad en el contexto de las grandes ciudades del MERCOSUR y debe preverse una segura expansión de demanda en el futuro, que
implicará necesariamente una permanente restricción o regulación en su operatoria por saturación, de no contarse con una planificación adecuada.
De manera que debería construirse una visión estratégica que plantee su carácter futuro con la intervención de los actores sociales operativos, empresariales, profesionales, usuarios y vecinos.
Sólo así podremos contar con un servicio Aero-Portuario eficiente y posible.