Hace 3 años el Gobierno del Presidente Kirchner, visto los reiterados incumplimientos del anterior concesionario –Ing. Mauricio Macri- decidió la rescisión de la concesión del Correo Oficial volviendo su prestación a manos del Estado para su posterior reprivatización.
En ese momento fui convocado por el Compañero Eduardo Di Cola para que, desde la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, constituyera un equipo de alta profesionalidad para que acompañara a los directores que fueran designados por el Gobierno.
Dados los antecedentes de manejos ineficientes que llevaron al Estado a replegarse a niveles mínimos de competencia en materia de Servicios Públicos, la propuesta significaba un enorme desafío tanto en lo personal cuanto en lo institucional para la Universidad Nacional de Buenos Aires, pues había que demostrar luego de años de un discurso único que cuestionó permanentemente al Estado , que éste puede administrar correctamente el patrimonio Nacional y ejecutar eficientemente las políticas a su cargo.
Tres años después el Correo en manos del Estado, no sólo es eficiente sino que también es rentable, transparente, confiable, y compite duramente con innumerables empresas en un mercado feroz, que no sólo requiere precio sino calidad y actualización tecnológica permanente.
Este Correo estatal da mano de obra a 13.000 trabajadores y posee casi 5.000 bocas de atención al público entre propias y franquiciadas.
El equipo que conforma la Facultad de Ciencias Económicas es de primer nivel y se encuentra a tono con las circunstancias y reúne a prestigiosos profesionales como: Carlos Slosse (Actual titular de la Cátedra de Auditoría de la FCE- UBA y actual Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina), Juan Carlos Jaite (Ex gerente General del Consejo de Profesionales de Ciencias Económicas). Norberto Bruno (ex Auditor General de la Nación), Guillermo Mónico, Rubén Marchevsky y Susana Nasuti, entre otros.
La coordinación de este equipo que me fuera conferida oportunamente me permitió protagonizar una de las experiencias, que como peronistas, nos estábamos debiendo y que es la equilibrada participación del Estado ya sea prestando correctamente los servicios cuando así corresponda o controlando con eficiencia cuando la prestación esté a cargo de terceros. El protagonismo del Estado no puede ser eliminado nunca más en la vida de los argentinos con el argumento que el Estado es un mal administrador. El Correo demostró lo contrario.