Treinta años es mucho

Treinta años es mucho


"Dicen que viajando se fortalece el corazón", cuenta la canción de Litto Nebbia. Pude haber creído que era buena esa metáfora. Una predicción que iba conmigo de la mano haciendo, en aquellos años, tanto camino al andar.

Sin embargo, en estos días, viendo y reviendo imágenes de esa pérfida guerra que supimos conseguir, siento que mi órgano vital se ha debilitado sin remedio. Que la televisión es cruel, generalmente patética, no es novedad. Sucede que – quizás por vez primera, a raíz de esta oportunidad única hasta hoy- las imágenes dramáticas son verdaderas. Por lo tanto, trágicas y sin apelación. Observarlas a la distancia de treinta años transcurridos nos pega duro, sin vueltas. Bajo aquel terrorismo de estado que no nos permitía otro sentimiento que no fuera el de preservar el pellejo de hijos, amigos y el propio, bajo la sola consigna de resistir manifestando como se pudiera desde esa otra "Bahía de Silencio" a la que nos habían destinado.

Haber nacido argentina significó siempre tener a mano aceite hirviendo para echar a nuestros enemigos que desde aquellas invasiones en más se las ingeniaban para hacernos saber que parte de nuestro territorio les pertenecía. Sorprende ver el desprecio con que "los lores" se niegan -eso sí que es soberbia- a entablar posibles negociaciones que modifiquen la actitud que aquí conocemos como de "patrón de estancia".

Al mismo tiempo, rescato una vez más la voluntad política firme de nuestro gobierno, encarnado en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, reclamando justicia sin pausa, ante la insolente ceguera de un reinado anacrónico que no cesa de depredar pertenencia ajena.

Los combatientes de hace treinta años y los que quedaron sin nombre propio enterrados en Malvinas lo demandan. Resultan hoy con razón ellos los encargados de demandar en nombre de tantos de nosotros por la verdad y la justicia desde un hecho macabro de nuestra historia contemporánea que los tuvo como protagonistas y que no debe sepultarse.

Mientras tanto, seguiré cantando nuestro Himno Nacional cada vez que necesite reafirmar esta condición de "partigiana" argentina. No olvidar esa estrofa que le fue robada a nuestra canción patria y que en estos tiempos gloriosos haríamos bien de tomar en cuenta: "Se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación, coronada su sien de laureles, ¡y a sus plantas rendido un león!".

En memoria de Eduardo Luis Duhalde

* Embajadora Itinerante de UNESCO
Legisladora Porteña por el Frente Progresista y Popular

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