Ya son innumerables los casos de conflicto y violencia derivados de las tomas de tierras a lo largo y ancho del país. Lo ocurrido recientemente en Humahuaca, Jujuy, no se puede reducir al simple hecho de establecer quién o quiénes son los dueños de los terrenos y marginar al que reclama por un lugar para vivir. Hay una muerte de por medio, y con la total firmeza de pedir que se castigue a los culpables, también debe servir como punto de inflexión para decir basta a la pelea entre argentinos por un pedazo de terreno. En este caso hay testimonios de un enfrentamiento entre una familia y una organización local. Pero esta situación se suma a diversos casos de enfrentamientos en otras provincias entre familias y policías, marginados y gobiernos, pobres y terratenientes, pueblos aborígenes y multimillonarios extranjeros.
No podemos olvidar la muerte de nuestros hermanos Quom en la provincia de Formosa, tras la represión de la policía; no podemos olvidar el asesinato de Cristian Ferreyra en Santiago del Estero, tras la orden de un empresario sojero; los violentos desalojos en Tucumán, en Salta; la preocupante situación de familias pobres de asentamientos en Corrientes, las precarias viviendas en los pueblos pequeños del interior del país, el hacinamiento en el conurbano bonaerense.
El Programa de Crédito Argentino, PROCREAR, no es suficiente para atenuar el déficit de millones de viviendas que tiene el pueblo, porque además, las necesidades de un pueblo no pueden resolverse al azar por la Lotería Nacional.
La emergencia habitacional es evidente en toda la Argentina, y no podemos conformarnos con soluciones temporarias. No podemos permitir la represión de los aparatos del Estado contra los sin techo, ni tampoco la violencia entre compatriotas. No permitir más muertes por un pedazo de tierra.
*Diputada del Socialismo del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados – Buenos Aires