Un conocido matutino, muy enojado por el envío al Parlamento de la nueva Ley de Radiodifusión, titula en tapa:"Presentan la ley para controlar a los medios". Nada dice por cierto del creciente control que ese mismo multimedio ejerce sobre la opinión pública de este país, a partir de manejar casi el 70 por ciento del cable en el territorio nacional luego de fusionarse con su principal competidor; y también por los niveles de monopolización de los medios radiales y escritos que va alcanzando dicho grupo.
Como es sabido, los medios de comunicación son un poder creciente -y también un enorme negocio- en nuestras sociedades. Su cada vez mayor concentración, por ende, es un ataque directo a la calidad democrática. El proyecto que se ha presentado, aun cuando siempre sea plausible de mejoras, avanza en enriquecer la libertad de información, ampliar el espectro de emisores y poner barreras a los monopolios y oligopolios.
No hay limitación de contenidos y sí defensa de la libertad de expresión y la de los periodistas. Se instituye además la figura de Defensor del Público. Un proyecto de ley claramente progresista, que no surge del Gobierno, sino del trabajo de años de muchísimos sectores; hombres y mujeres de prensa y organizaciones populares.
Por supuesto que no faltan los personeros políticos de los intereses afectados, que salen a poner el grito en el cielo. De Narváez, Macri, Carrió, y una larga lista de los que gustan manejar con la mano derecha, se anotan -como siempre- cuando hay que defender a los poderosos. A los que, como el diario La Nación, hablan hoy del "duro ataque a la prensa" mientras dicen maravillas de la fallecida directora del diario Nueva Provincia, vocera pública del Almirante Emilio Massera en la dictadura.
Ya se sabe que habitualmente es así. Estos señores y señoras que andan siempre con la palabra "democracia" en la boca, son en realidad los que buscan una y otra vez cercenarla y condicionarla. Y se encargan de difamar y demonizar todo intento por profundizarla, hacerla más participativa y más real. No en vano se encolumnan con los mismos medios de comunicación que aceptaban gustosos la censura militar durante el Proceso y ocultaban entre otras cosas, la desaparición y el asesinato de más de cien periodistas.
Los que hoy dictan cátedras de "libertad de prensa", en realidad sólo defienden intereses y negocios corporativos.