El macrismo hoy tiene una doble ventaja sobre los K en la Ciudad de Buenos Aires: gobierno y proyección. "Mauricio y Gabriela". Figuras. Lo que sus rivales aún no encontraron. Eso quedó demostrado en junio y octubre pasados, cuando el kirchnerismo debió apelar a Daniel Filmus, quien, dignamente, obtuvo un segundo puesto en ambas contiendas electorales, superado por el tándem Macri – Michetti en los comicios locales y por el ARI en los nacionales. En octubre, fue el macrismo el que sufrió la falta de candidatos fuertes, por haberlos utilizado en la compulsa anterior. Moraleja: pese a lo que digan, las figuras importan. Y mucho. El kirchnerismo, igualmente, tiene algo a su favor: tiempo. El gobierno PRO recién acaba de comenzar y para las próximas elecciones, que serán legislativas, faltan dos años. Plantear este problema ahora parece apresurado, pero los K deberían haber aprendido que para ganar una elección no se puede instalar un candidato a último momento, sobre todo en un distrito hostil.
GABY LO HIZO
Gabriela Michetti es, sin dudas, el gran hallazgo del macrismo. Un personaje que le dio aire fresco a la política porteña. Y que desde su lugar supo construir su escalera a la fama a partir de la excelente relación que se encargó de entablar con los medios y con varios personajes del poder, desde el cardenal Jorge Bergoglio al rabino Sergio Bergman, pasando, obviamente, por Macri. Pero eso es sólo una parte. Otros podrían haber hecho lo mismo sin acercársele en los resultados. Su sello distintivo es su seducción. Ella cae bien. Su secreto no está en liftings, lipos, siliconas o botox. Pasa por registrar al otro, hacerlo sentir cómodo y sonar sincera. Se abre ante la gente y cuenta, por ejemplo, que para ella fue más dura su separación que el accidente que la dejó inválida, porque creía que el amor era para toda la vida. ¿Quién puede resistirse a eso? La transparencia empieza por casa. Y Gabriela produce ese efecto: no oculta sus sentimientos. A los periodistas los trata con confianza, los hace sentir importantes, y hasta inteligentes. Y el periodismo está lleno de ególatras que necesitan que los mimen, que los inviten al cumpleaños, que los llamen para felicitarlos por tal o cual nota. Inclusive los que por mandato profesional nos resistimos a caer en su telaraña, en su mayoría, la respetamos. Porque sus actitudes no se ven prefabricadas. Más bien, se asemejan a un don. Un don al que seguramente, Jaime Durán Barba, el experto en imagen PRO, le habrá enseñado a sacar provecho, pero don al fin.
Una cosa que Michetti aprendió a refrenar es la agresividad discursiva de sus primeros tiempos. Recuerdo que la primera vez que la vi fue en un acto de Macri, en la campaña de 2003. Ella era la cabeza de lista de candidatos a legisladores porteños. Cuando le tocó hablar fue incendiaria. Bravísima. Era la versión macrista de Vilma Ripoll. Ahora es diferente. Más cerca del consenso que de los gritos que espantan al grueso del electorado porteño. Los comicios que la encumbraron como vicejefa le llegaron con cuatro años de experiencia en la Legislatura, donde presidió el bloque de Compromiso para el Cambio. En esos años, Michetti empezó a gestar su propio fenómeno, pese a que al principio sus compañeros le hicieron pagar el derecho de piso. Su construcción de hormiga finalmente se inauguró en junio del año pasado. A los que trabajamos en NU, como nos especializamos en política porteña, no nos sorprendió que Macri la eligiera su coequipier. Hasta Jorge Telerman la quería a su lado como carta ganadora. Más nos llamó la atención que el ingeniero demorara tanto para escogerla. Poco antes de los comicios para jefe de Gobierno, una anécdota nos probó nuevamente el feedback que Michetti había logrado con la gente. Fue cuando le hicimos una entrevista a Macri en un restaurante de Palermo y un grupo de señoras mayores, que le acababa de confesar al ingeniero que no lo iba a votar, estalló en aplausos cuando detrás de éste ingresó Michetti. Faltaban cinco días para los comicios. El resultado estaba puesto.
GOBERNAR ES DESGASTARSE
Michetti es el macrismo con rostro humano. Ésa es su virtud, pero también puede ser su mayor problema. Porque le garantiza buena imagen al Gobierno porteño cuando éste toma medidas antipáticas, como la cesantía de casi 2.400 empleados porteños. La opción es lógica, ¿quién va a seducir más en una discusión mediática, Amadeo Genta o Gabriela Michetti? Pero en pocos días de gestión, la vicejefa ya se expuso al sol del verano sin protector. El jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, también salió a hablar, pero no ocupó la primera línea de fuego. Como si esto fuera poco, en la conferencia de prensa que Macri convocó para criticar el fallo judicial que le ordenó reincorporar a los despedidos, el jefe porteño se fue sin responder preguntas, dejándole esa tarea a Michetti. ¿Hasta cuándo resiste un político antes de que le empiecen a entrar las balas?
Porque convengamos, no está bueno que 2.400 personas se enteren en Navidad que sus familias se van a quedar sin sustento y que encima, las acusen de ñoquis.
Porque, convengamos también, que los medios informan y cuando avalás medidas antipáticas, la simpatía personal no alcanza.
Y porque el kirchnerismo, hoy carente de figuras fuertes en el distrito, ya se dio cuenta hacia dónde tiene que apuntar. El primero en hacerlo fue el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Diego Kravetz, quien, en una entrevista en este medio, desafió a Michetti a debatir públicamente, para que los porteños “conozcan lo que realmente piensa”. La situación es clara: la vicejefa le garantiza al ingeniero futuros triunfos y, a diferencia de éste, todavía no encontraron con qué darle ni a quién oponerle en una eventual futura elección. Por eso los K quieren empezar a deconstruir el mito. El problema para Michetti, y también para Macri, es que empezaron a facilitarles la tarea.