En la batalla electoral a Aníbal Ibarra le costó demasiado ganarle a Mauricio Macri. Mucho más por ejemplo que a Domingo Cavallo, un avezado político conocido mundialmente. Una gestión regular y poca "garra" de su gente en la primera vuelta lo pusieron al borde del abismo. Sin embargo, ante el fantasma de Macri, la sociedad porteña decidió darle una nueva oportunidad, que para él significará, tras cuatro años, "la gloria o Devoto". Los aparatos, esta vez manejados "por expertos" influyeron para revertir la dura derrota del 24 pasado. La acción de oro quedó esta vez para el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, mentor de la "alianza para la victoria" que muchos creyeron que terminaría en la banquina.
Sólo los que tuvieron que recomponer la difícil situación por la que atravesaron el 24 de agosto saben lo que costó el importantísimo triunfo de Aníbal Ibarra. Remontar barrios tan dispares como Saavedra y Lugano requiere de un trabajo al menos bien organizado, con una estrategia de campaña distinta, haciendo traccionar el poder y transformándolos en votos, al mejor estilo peronista. Pero además, luego de las 72 horas de nocaut que prosiguieron a aquel domingo, pareció haber renacido la mística -remolcada desde un gobierno nacional- para afrontar la revancha con ganas de no irse de la cancha derrotados, de revertir en el segundo tiempo. Y pudieron.
La ventaja que acumularon a lo largo de la jornada fue más holgada que la prevista por todos. Con o sin campaña sucia, puesta a elegir la Capital entre Aníbal Ibarra y Mauricio Macri, quizás muy influida por el contexto nacional optó claramente por el primero. Siete puntos no daba ni el encuestador más optimista, incluso los contratados por funcionarios del Gobierno de la Ciudad. No nos vamos a ocupar en este análisis de a quién fueron a parar los votos de Luis Zamora o de Patricia Bullrich, ni de los cincuenta mil porteños más que concurrieron a las urnas. La cuestión es que mientras Ibarra creció 21 puntos Macri sólo logró incrementar 10 puntos, y esos treinta puntos en cuestión marcan más que un traslado de uno a otro candidato, una tácita y colectiva decisión social inimaginable en los dias previos
Un primer dato es que a Ibarra le costó más de lo pensado sacarse de encima a un principiante en la política con antecedentes de alta vulnerabilidad a la hora de una campaña electoral. Lo cierto es que Macri hizo una campaña más que digna frente a un Ibarra inspirado a pesar de su gente. Es cierto que con la cantidad de apoyos que tuvo -se los supo ganar- como así también con los dos impresionantes aparatos utilizados en su favor, la conclusión es que muy lejos del cheque en blanco, la sociedad porteña le dijo no a Macri y decidió brindarle al Ibarra de los últimos meses una oportunidad más de demostrar que puede. Ya no tiene la crisis como excusa pero como contraparte posee la experiencia necesaria como para saber qué es lo que no hay que hacer si no quiere perder futuras elecciones. Es como el enfermo coronario que luego de pasar por un episodio cardiovascular -el del 24- sólo piensa en dejar el cigarrillo, el alcohol y las mollejas, ya que de lo contrario se muere.
Ibarra hizo cosas y hay puntos altos de la administración, como Educación, Cultura y Salud. Los demás -con la excepción del subte y del Banco Ciudad- están todos en la columna del debe. La gente quiere más seguridad y mejorar el espacio público, algo que este jefe de Gobierno no logró. No alcanza con comprar patrulleros, motos o caballos a la Policía; hay que cerrar un esquema mejor, con un plan que contenga más ideas, más gente y más presupuesto, aprovechar al máximo las posibilidades que le da el gobierno nacional a la microempresa para crear empleo. Todo ello fortalecerá al turismo, otra de las grandes potencialidades de la Ciudad que no es aprovechada al máximo.
Recuerde, Don Aníbal, que casi el 47 por ciento le dijo que no a usted a pesar de todo lo que describimos antes. Usted quizás haya debutado en primera, pero para ser jugador de selección hay que hablar menos y hacer más. Mire a su vecino provincial, ya que hay muchos temas en común para resolver, aproveche que el viento peronista le viene de cola para que Buenos Aires levante un poco la puntería. Sin sobrarle nada los vecinos no dudaron ayer y lo eligieron a usted. Si esta vez no falla la Ciudad y usted tendrán futuro. Ojalá que así sea.