Es un día más en la Casa Rosada. La presidenta Cristina Kirchner está en la residencia oficial de Olivos. Algunos funcionarios fueron hacia allá para tratar temas de agenda. La información que llega es confusa: “Ella está muy tranquila”, comenta un hombre de pura fe cristinista.
La campaña oficial comenzó la semana pasada y los hombres encargados de la estrategia kirchnerista de cara a las elecciones primarias del 11 de agosto tienen claro que será “un plebiscito”.
Y así lo vive Cristina en cada acto, donde aprovecha para pedir que voten a sus candidatos al Congreso, pero sin dramatismo.
Las primeras encuestas indican un eventual triunfo del Frente Renovador, que encabeza Sergio Massa, en la provincia de Buenos Aires.
Pero en el Frente para la Victoria, según deslizó un operador, tienen datos de la realidad que les dan confianza. Que el candidato Martín Insaurralde tiene bajo conocimiento y podría capitalizar votos cuando su figura se haga más visible con el correr de los días –el problema es la falta de tiempo– y que Daniel Scioli, el gobernador, se cargará la campaña.
El escenario más parecido para realizar comparaciones surge de los comicios de 2009, cuando Néstor Kirchner perdió a manos de Francisco de Narváez por “dos puntitos”.
En 2011, Cristina Kirchner se impuso en las presidenciales con una ventaja considerable, muy lejos de Hermes Binner.
Hasta 2009 la estrategia política la manejaba Néstor y después, directamente, una task force conducida por Cristina e integrada en el primer anillo por Carlos Zannini y Juan Carlos Mazzón, alias el Chueco.
Un intendente que aborda la preocupación de la “amenaza Massa” con la Presidenta dice que ella le comentó lo siguiente: “Ustedes trabajen, gestionen, el piso nuestro de las PASO será de 35”. Con esto quiere decir que en las generales ese número crecería, superando el 40 por ciento, siempre hablando del territorio bonaerense.
El massismo tendrá su bautismo de fuego en elecciones. Massa fue cruzado por el fuego de los votos en un municipio; en cambio, a nivel nacional pasará a dar la prueba.
Entre quienes trabajan junto a él está Juanjo Álvarez, un operador todoterreno que prestó servicios a Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf y Néstor Kirchner.
La Matanza, la “quinta provincia” si la licencia para el análisis permite sopesar la cantidad de habitantes, aporta un millón de votos. La pregunta que se escucha en el búnker K: ¿Cómo hará el massismo para ganar en Gregorio de Laferrere, Aldo Bonzi, Ciudad Evita, Virrey del Pino o González Catán, ciudades del municipio gobernado por Fernando Espinoza? La respuesta es una incógnita.
“La elección no solamente se obtiene con la televisión o buena imagen. Hay que tener gestión y agallas”, comentó una fuente oficial.
A decir de sus seguidores, Cristina Kirchner sabe algo más que Massa. E incluso que sus generales, que están dispuestos a dar pelea pero, como siempre, en terreno seguro.