Defensoría: Un modelo de gestión para reinvindicar

Defensoría: Un modelo de gestión para reinvindicar

"En la faz política, el logro más remarcable es como diría Piaget, la inteligencia, esto es, la adaptación al medio".


De qué hablamos cuando hablamos de entes de control en la ciudad?

Este semanario recabó opiniones entre media docena de expertos en calidad institucional y llegó a la conclusión que los organismos de control -dicen los que saben- deben brindar diagnósticos técnicos profesionales sobre los temas que hacen a las políticas públicas. Pesada tarea para un distrito cuya autonomía es relativa a pesar del rimbombante nombre de Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Un examen calificado brindado por estos expertos sobre la actuación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad deja sin embargo sorprendidos a los escépticos sobre la calidad de los controles que nos supimos conseguir.

Si el profesionalismo de un ente de control es una de las características que sustenta el cambio interno y la calidad de sus intervenciones, Alicia Pierini parece haber sorteado la primera batalla en ese sentido: el 50% de su staff permanente está conformado por profesionales y un tercio del restante está cursando estudios de grado o tiene títulos terciarios. La profesionalización de los empleados de la Defensoría ha sido durante su primer etapa, una de la obsesiones de esta conducción, quien a contramano de las distintas políticas internas implementadas en los tres gobiernos de la Ciudad que se sucedieron en estos años, apostó además a la democratización interna mediante un novedoso sistema de Plenarios Abiertos, Talleres de trabajo, y Cursos de Capacitación Interna. La democracia interna ayudó a la obtención de la certificación IRAM de calidad y a la consolidación de tres posgrados que hoy se realizan en la Defensoría.

Quizá el logro que devino más evidente de esta profesionalización fue la calidad técnica de sus intervenciones desde un abordaje integral de los problemas cotidianos en la ciudad. Desde los alertas sobre situaciones de vulnerabilidad en la noche porteña, como los que llegaran varios meses antes de Cromañon, hasta diagnósticos e investigaciones sobre las políticas públicas y el incumplimiento de normativas que a veces se supieron aprovechar para modificar situaciones y otras quedaron en algún cajón de un funcionario distraído. Los vecinos confían, hubo más de 100 mil consultas en 2008.

Los logros de estos años en la Defensoría son sin duda consecuencia directa de la consolidación institucional del organismo, pero también de un estilo de gestión más preocupado en ejercer el control de manera eficaz y eficiente que en aparecer en la primera plana de los diarios, como periodistas que conocemos este oficio damos fe de ello.

Esta actitud también le permitió a la Defensoría poder participar activamente en la elaboración de políticas públicas y normas que se discutieron en la Legislatura porteña, más de 70 proyectos presentados en la Casa y también armar un esquema de relaciones con la Justicia y los demás organismos de control que da por resultado una suerte de muralla de capacidad técnica de contención cuando surgen ideas disparatadas desde alguno de los poderes.

La Defensora tomó la iniciativa de la apertura de actuaciones de oficio en casos concretos y con solvencia jurídica logró avanzar en ese rol ante la justicia. Otro ítem saludable de la institución, durante los últimos años, fue el esfuerzo constante por buscar vías conciliatorias a los conflictos con métodos alternativos a la confrontación judicial, algunos de los cuales son innovadores, como el sistema arbitral.

En la faz política, el logro más remarcable es como diría Piaget, la inteligencia, esto es, la adaptación al medio. Durante el último período de la Defensoría, se sucedieron tres jefes de gobierno y se produjo el mayor cimbronazo institucional en la política porteña del que la Ciudad tenga memoria. Así y todo, con sus consecuentes diferentes modalidades y a pesar de las dificultades relativas a los tiempos, un importante número de funcionarios tanto del ejecutivo como del legislativo y los organismos de control han asistido a los cursos brindados por la Defensoría, Pierini elaboró y cooperó en la definición normativa para la creación de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, lograda a principio del año, en un claro signo de integración del área metropolitana, que es uno de los reclamos sociales de nuestros vecinos.

Si gestionar es alcanzar consensos para la toma de decisiones que beneficien a los vecinos y controlar es diagnosticar acertadamente y marcar con profesionalidad los errores de los demás poderes, esta Defensoría se esforzó en brindar estos ingredientes a la comunidad. Será por ello quizás que los casi todos los representantes del pueblo decidieron de conjunto renovarle la confianza, ya que continuar el crecimiento institucional es el mayor desafío de la política.

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