La Ciudad es un organismo vivo, en donde lo único permanente es el cambio. Hoy está instalado el debate sobre Patrimonio Arquitectónico y Planeamiento Urbano. Existe una clara resistencia a los cambios por un lado y ansiedades de transformación por el otro. No se pueden ignorar los malestares e impaciencias. Buenos Aires es conflicto y negociación permanente, esto debe asumirse. No es un museo ni una factoría, es el espacio del debate y del acuerdo.
Las discusiones urbanísticas se pueden fragmentar pero tienen unicidad. Patrimonio y crecimiento sustentable están interrelacionados. El patrimonio debe cruzarse en su reflexión con las múltiples temáticas que construyen la Ciudad: crecimiento demográfico, distribución de la población, densidades, alturas, morfologías, paisajes urbanos, aprovechamiento de las infraestructuras, sus usos y actividades.
Las ciudades son como las personas, no se parecen a ninguna otra, se parecen a sí mismas. Cada una tiene su historia y de ahí deviene su patrimonio y sus demandas de crecimiento. Buenos Aires es su diversidad, sus paisajes interiores y su mixtura social. Asume roles, su condición de ciudad residencial así como también la particularidad de albergar a las autoridades políticas y económicas de la Argentina. Buenos Aires es sus barrios y lugares, que forman parte de un todo y que tienen su propio encanto. Zonas estables, zonas híbridas, zonas inestables, fragmentos a proteger, áreas de oportunidad de crecimiento y zonas de sufrimiento e injusticia. Con sus corredores de estructuración y su aspiración de tener calles serenas y otras animadas. Lugares con vocación de centralidad y encuentro, ambientes residenciales más amables y lugares con necesidad de justicia. Todo esto es Buenos Aires, donde cada generación dejó su marca.
Los paradigmas de cada momento histórico se ven reflejados en sus leyes. Las normas de la Ciudad no incluían ni reconocían la temática del patrimonio en su sistema general hasta la redacción de la sección 10 del Código de Planeamiento Urbano en el año 1991, del Plan Urbano Ambiental y de la Ley Nº 3.056. Es reciente la incorporación de las normas de protección del patrimonio como un elemento más de las normas urbanas generales, pero aún hay que perfeccionarlas incorporándoles un marco de sustentabilidad.
En estos últimos años, hemos protegido muchos inmuebles de su demolición, pero seamos honestos, con solo catalogarlos no resolvemos su rehabilitación ni su puesta en valor. No es suficiente. Falta aún pensar e implementar instrumentos de incentivo económico como la regulación del Fondo Estímulo para la Recuperación de Edificios Catalogados (Ferec) y la transferencia de la capacidad constructiva.
Con el compromiso de vecinos, ONG, profesionales de la arquitectura, de la cultura, decisores políticos, periodistas y nuestra Universidad hemos logrado incorporar la temática en la agenda pública.
Cada época define su horizonte de derechos urbanos. Sigamos construyendo consensos por una Buenos Aires cada vez más bella, más rica y más justa.
(*) Arquitecta, especialista en Proyectos Urbanos