Un turista extranjero ocasional hubiera creído el sábado pasado, por la noche, que estaba asistiendo a unas elecciones presidenciales en la Argentina, confundido por el entusiasmo periodístico que hasta contaba los minutos para el cierre de la inscripción de las listas de precandidatos, como si al llegar al 00:00 fuéramos a conocer los resultados de las bocas de urna y los cómputos de todo el país.
Es verdaderamente insólito que un simple cierre de listas haya promovido semejante movimiento mediático, más parecido a un desfile farandulesco que –finalmente, y gracias a Dios- le dio un respiro a la lacrimógena telenovela de Yanina Latorre, su esposo infiel y los audios desenfrenados de una amante despechada dispuesta a todo.
La política del espectáculo estuvo presente en todas sus formas, no solamente por el esfuerzo de los colegas, sino porque la realidad aproximaba todo el tiempo datos difíciles de creer, participaciones de figuras extrañas a la política, esfuerzos por mostrar “lo nuevo” de la política, estrategias destinadas a resaltar “el pasado, el presente y el futuro” como argumento novedoso(¿?), modernización de último momento en los escenarios partidarios para disimular las formas añejas, misterios diversos respecto del lugar que ocuparían algunos precandidatos según las decisiones de sus contrincantes.
La rosca que suele desplegarse siempre en ocasiones del armado de las listas tomó esta vez un sentido superlativo aunque no hubo dilatación para el infarto como en años anteriores. Ninguna lista se definió un minuto antes del cierre como era habitual.
Sin embargo, es verdad que la composición de las listas dio tela para cortar porque esta vez el condimento lo pusieron periodistas notorios que decidieron dar el salto (¿mortal?) hacia la política, del mismo modo que lo hicieron economistas y abogados “mediáticos”, y hasta las esposas, hermanas y nietas de algunos intendentes promovidas por ellos, quienes humildemente se rebajaron a integrar la boletita de concejales de sus municipios que llevarán su nombre más destacado, por supuesto.
En estas elecciones los actores no aparecieron, fueron remplazados por “los mediáticos”, una nueva profesión esgrimida con orgullo y a la que le sacan el jugo los partidos políticos porque les resuelve la etapa de “instalación” de sus figuras políticas. La caja boba ya los hizo conocidos y eso es suficiente para merecer una designación como precandidato a cualquier cosa.
Con gran sorpresa se difundió que varias caras del kirchnerismo salvaje se quedaron afuera de las nóminas porque “la señora” evaluó presentar el nuevo espacio con caras lavadas para despejar las sospechas del electorado. No salvó a nadie con excepción del ex candidato presidencial Daniel Scioli, quinto en la lista de precandidatos a diputados nacionales, de tal modo que su último escándalo con la ex novia embarazada fuera nada más que una mochilita de plomo y no un salvavidas.
La otra sorpresa la dio el ex canciller Jorge Taiana, aceptando acompañar a “la señora” como segundo precandidato a senador nacional. Difícil de entender lo de Taiana, especialmente al interior del Movimiento Evita, no solo porque este espacio juega con el contrincante Florencio Randazzo sino porque cientos de personas escucharon sus rencores hacia la ex presidenta de la nación cuando se fue de la cancillería. Sucede que la intemperie política es insoportable y los prestigios se cotizan bien o se rifan, según la circunstancia.
Quedó claro que Cristina Fernández dejó de lado a los impresentables, pero eso no es ningún mérito porque aparecerán igual en la campaña manchados como están por los conflictos judiciales. Se extrañarán sí las altisonantes voces fieles de Diana Conti, Carlos Kunkel, Héctor Recalde, Aníbal Fernández, aunque seguramente ellos comprenderán que se está frente a una nueva etapa, “la del futuro”. Porque Unidad Ciudadana es un partido recién nacido que viene a traer “lo nuevo”, a olvidarse del pasado lo más rápido posible, a cuestionar el presente y mirar sólo hacia adelante. Nadie mirará para atrás por temor a convertirse en una estatua de sal.
Es bueno recordar que al pueblo argentino le han machacado tanto para que tenga memoria que, lo más probable, es que no la haya perdido.
La algarabía y las expectativas vividas el sábado hicieron centro en el Peronismo, como siempre, con visiones alarmistas unas, otras irónicas, otras decididamente despectivas. Respecto de su atomización, por sobre todas las cosas. Los análisis fueron confusos porque, en realidad, nadie sabe adónde está el Peronismo. Para que se enteren: el peronismo adolece de muerte cerebral porque a ningún dirigente se le cae una miserable idea de la cabeza. Pide que lo dejen descansar.
Afortunadamente, el desprecio de Cristina Fernández hacia el Partido Justicialista dejó en claro que no quiere al peronismo –nunca lo quiso-, pero por las dudas terminó de vaciarlo de contenido dejando una cáscara para que Randazzo la use de máscara.
Por el lado del Frente Renovador la entrega mediática fue muy novedosa: Sergio Massa esperó la última jugada de Cristina para definir en qué lugar de las listas legislativas se iba a anotar. Nunca visto. En la mitad del proceso insistía en sus negociaciones con Randazzo a sabiendas de que cualquier alianza ponía en peligro su asociación con Margarita Stolbizer. ¿Para qué?
La izquierda fue prolija en esta etapa y está contenta porque ha logrado alianzas de unidad en catorce provincias. Alcanzar la unidad de la izquierda es una tarea titánica. Hoy se conforma con agregar parlamentarios nacionales a su reducida representación legislativa y seguramente podrá hacerlo.
La alianza del gobierno repitió su esquema de 2015 y no presentó novedades, salvo las rumiadas radicales porque sus hombres y mujeres no aparecieron en las listas. Ya se sabe que el radicalismo es una fuerza política discreta, incapaz de expresar sus descontentos con estridencias.
Lo único bueno y serio de este cierre es la cantidad de mujeres que encabezan listas en todo el país. Casi medio centenar de listas –entre diputados y senadores nacionales- están encabezadas por mujeres en todas las provincias. Esto es inédito, jamás ocurrió en la historia de los comicios argentinos.
Es posible que no todas las que lideran las precandidaturas a senadoras lleguen al parlamento, pero sí quienes encabezan las de diputados nacionales. Ellas le darán a la cámara baja otro color.
El mayor esfuerzo para que la representación legislativa sea de paridad, es decir 50 y 50% entre varones y mujeres, lo hizo Unidad Ciudadana. Los demás partidos se limitaron a respetar el cupo femenino del 30%, con excepción de algunas expresiones de la izquierda.
Si este cierre de listas fue tan rimbombante ¿qué nos espera el 13 de agosto? Será el día en que se sepa quiénes quedarán en condiciones de competir efectivamente el 22 de octubre en las elecciones generales para definir los nuevos diputados y senadores nacionales, legisladores provinciales y concejales municipales de las bancas en juego.