El elegido para el escarmiento

El elegido para el escarmiento


Ni tres cuartos de hora. Según el propio Mauricio Macri, “40 minutos”. Eso es lo que duró la reunión que mantuvo el líder del Pro con el empresario Cristóbal López, aquel 23 de noviembre que quedaría marcado en la historia para el entonces candidato de Cambiemos. Fue el día del balotaje en el que venció a Daniel Scioli y quedó confirmado como presidente de los argentinos por los siguientes cuatro años. Palabras más, palabras menos, siempre de acuerdo con su versión, Macri le dijo a López que no habría trato preferencial con él, ni para bien, como había ocurrido con el kirchnerismo, ni para mal, como ya suponía el Zar del Juego.

A la vista de lo que vino después, puede decirse que el presidente le dijo un pedazo de verdad y un pedazo de mentira a su interlocutor. Aun antes de que la prensa comenzara a revelar las millonarias deudas impositivas que López había acumulado en los últimos años como un mecanismo para financiar su expansión, el nuevo Gobierno, básicamente a través de la AFIP, había puesto la mira en sus cuentas. Macri podrá argumentar, con razón, que no lo mueve un encono particular contra el empresario patagónico sino un sentido de justicia: que López empiece a pagar sus impuestos como todo el mundo, que deje de tener privilegios.

Ese golpe profundo sobre los negocios del empresario tiene varias aristas. Por lo que el Gobierno nacional (y el porteño, que reclama también deudas millonarias por el juego en la Ciudad) hace, ahora que llevó a la Justicia sus denuncias impositivas, y por lo que deja de hacer. Gran parte del desembarco de Cristóbal López en los medios se financió con la pauta oficial. Esa canilla cerrada por Macri puede ser la toma mortal a los sueños periodísticos de López y su socio Fabián de Souza, con quien hizo una sospechosa división de bienes justo ahora que pusieron la lupa sobre sus cuentas.

Los llamados desesperados que el empresario hizo a funcionarios actuales y a colegas empresarios en busca de solidaridad no se corresponderían con el eslogan que gustaba blandir cuando se lo apuntaba por los beneficios extraordinarios con que lo cobijaba el kirchnerismo: “Yo siempre fui empresario y tuve mis negocios, no como Lázaro Báez”.

¿Por qué Macri decidió terminar con el reinado de López? Las versiones son varias. Y combinan pasado y presente. Así como no le perdonaría a Marcelo Tinelli haber jugado decididamente a favor de Scioli en el final de la campaña (y por eso le bajó el pulgar para presidir la AFA), tampoco olvida los ataques del empresario de los casinos a través de sus medios durante el período preelectoral. Según los parámetros del ahora presidente, en ambos casos se pasaron ciertos límites. De origen italiano, Macri no olvida.

Pero además de ese cierto espíritu de revancha, Macri cree que el de Cristóbal López puede ser un caso testigo para el resto de sus colegas. De López y de él mismo, que viene de ese mundo. El Presidente, y lo ha repetido en público, considera que los empresarios no lo están acompañando en el arranque de la gestión con todo el vigor que podrían, o al menos, el que él esperaba. Un tema emblemático es la inflación: si bien Macri está convencido de que el exceso de gastos del Estado explica parte de la suba de precios, también entiende que el sector privado podría ayudar a contener la disparada. La manera en que está accionando sobre los negocios de López serviría como ejemplo de lo que le tocará al resto si no se cumplen ciertas reglas.

A poco más de 100 días del arranque de su gestión, y con todas las encuestas marcando un índice de aprobación por encima del 50 por ciento, Macri corre con una ventaja: la obscenidad de los privilegios estatales con “Lázaro y Cristóbal” le da sustento y legitimidad a cualquier medida que tome en ese sentido. Hasta el kirchnerismo duro, que hasta hace unos meses defendía cualquier sapo, viró su estrategia: se muestran “alarmados” y hasta “asqueados” por las pruebas que comprometen a los empresarios emblemáticos del modelo mientras buscan despegar a Cristina y su entorno del barro. Como si esos chanchos corruptos no hubiesen tenido a nadie que les diera de comer. La expresidenta, en ese contexto, no tiene más remedio que refugiarse en el sur hasta nuevo aviso. El próximo mojón público que debe enfrentar no es el más cómodo: está citada para dentro de menos de un mes por la causa de los dólares a futuro.

Por ahora, este escenario solamente parece generar ganancias políticas para Macri, mientras avanza con la parte más negativa de su plan de ajuste gradual, lo que el macrismo llama el desierto antes de llegar al oasis del segundo semestre. Pero hay dos luces amarillas que el Gobierno no podrá desatender: una es la economía, cuya mejora es aún una incógnita más allá del optimismo gubernamental; y la otra es que deberá ser muy cuidadoso de no generar nuevos empresarios amigos que terminen configurando otro modelo de negocios sospechados. Prensa y opositores siguen a Nicolás Caputo con atención. Macri, por ahora, lo defiende como amigo y empresario.

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