El trimestre negro de Sergio Massa y de la militancia del Frente Renovador se desarrolló entre principios de marzo y principios de junio. En ese período se fugaron del partido nueve intendentes y decenas de diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales. La mayoría fue a engrosar las filas del kirchnerismo.
Además de la tormenta política y mediática, cuando se acercó la fecha del límite legal para presentar las listas, el massismo tuvo que surfear la complejidad de llenar los vacíos que dejaron fugas tan relevantes. Es que al ocurrir tan sobre el final, el FR no tuvo tiempo de crear una alternativa y ahora jugará casi desnudo en algunos de esos distritos. Algo que también repercutió en la lista para diputados nacionales o legisladores de las ocho secciones bonaerenses.
En la boleta para diputados nacionales por la Provincia, especialmente, se pudo ver que Massa priorizó a los intendentes y sindicalistas aliados. Los primeros puestos fueron para Facundo Moyano (gremio del Peaje), Graciela Camaño, Alberto Roberti (petroleros), Carlos Selva (intendente de Mercedes), Marcela Passo (intendenta de General Lavalle) y Gustavo Bevilacqua (intendente de Bahía Blanca).
La nómina se completa con Raúl Pérez (legislador provincial), Cecilia Moreau (aliada radical), Fernando Asencio (concejal de La Matanza), Marcelo Sánchez (representante delasotista), María Paula Marconi (gremio de azafatas) y Jorge Lopresti (cariglinista). Entre los primeros doce (cabe recordar que los lugares los decidió el propio Sergio Massa a solas luego de pedirles a todos que firmaran), el jefe del FR privilegió el poder territorial de los intendentes o referentes (con cinco) y a las tres CGT (oficial, Azopardo y Azul y Blanca) representadas con Roberti, Moyano y Marconi, respectivamente.
En el resto de los puestos (de una lista de 35), sigue la misma tendencia: son candidatos Laura Esper (cercana al intendente Mario Meoni) y Pablo de la Torre (enviado de su hermano Joaquín, intendente de San Miguel), aunque también se premió a los equipos técnicos, con la postulación de los economistas Ricardo Delgado y Carlos Hourbeigt.
Una sorpresa fue la presencia en esa lista de Carlos Cámpora, nieto del expresidente Héctor Cámpora, y en el massismo dejaban trascender su satisfacción en tenerlo a él y a otros postulantes con apellidos próceres de la política argentina: Guillermo Illia (nieto de Arturo), precandidato a intendente en Pergamino, y Carlos Alende (nieto de Oscar), aspirante a senador bonaerense por la Tercera Sección.
En cuanto a los municipios donde Massa debió llenar vacíos que dejaron las fugas, hubo disparidad, ya que se habilitaron internas cuando no logró acordarse unidad y en otros casos se impuso el nombre. Así, en Pilar irá como candidato único el senador bonaerense Jorge D’Onofrio, mientras que en Olavarría lo será la diputada nacional Liliana Schwindt (quien nunca fue muy afecta a Eseverri). También pasará lo mismo en Escobar, con Luis Carranza (aunque muchos dicen que Guzmán volvería al massismo luego de cierta rispidez en el cierre de listas con el FpV).
La picardía política de los hermanos Jesús y Roque Cariglino de romper con el Pro a último momento (en disconformidad con Jorge Macri) hizo que vuelvan al massismo, y en su boleta el mandamás de Malvinas Argentinas buscará otra reelección. En San Martín, tal vez el bache más difícil de llenar para el tigrense, se decidió que sea el diputado nacional Carlos “Tato” Brown quien busque volver a la intendencia (ya había sido jefe comunal en tiempos de Eduardo Duhalde).
No hubo la misma suerte en Merlo: las pocas chances de construir algo por afuera del barón Raúl Othacehé llevaron a que haya una inflada disputa entre ignotos: Domingo Palma, Eduardo Varela, Aurora Breppe y Rubén Álvarez. En Almirante Brown, donde la pugna entre el nuevamente kirchnerista Darío Giustozzi y el sciolista Mariano Cascallares hegemoniza el arco peronista, el massismo no logró unidad y lleva a las PASO a Mario Serrano (cercano al tándem Mónica López-Alberto Roberti) y a Fidel Jerez (de la agrupación Perón Vive).
La interna K
Días pasados, en Chacabuco, la fórmula Julián Domínguez-Fernando Espinoza lanzó oficialmente la campaña para la gobernación, luego de unas jornadas en las que la disputa con el rival en las PASO, Aníbal Fernández, fue tomando temperatura. Es que el jefe de Gabinete los acusó de instar a los intendentes a “robar” su boleta, lo que provocó los primeros chispazos de una interna que promete.
Domínguez pidió a su equipo ignorar esos dichos y solamente respondió con indirectas. Además, les saca fruto a su imagen más conciliadora y a su menor nivel de imagen negativa en las encuestas, sumando a su tropa a la mayoría de los intendentes. Su última adquisición fue incorporar el apoyo del sector de la UCR que lidera Leopoldo Moreau, quien desde este año juega abiertamente dentro del kirchnerismo.
Fernández no se quedó atrás y mantuvo su primera reunión en calidad de precandidato a gobernador con el presidenciable Daniel Scioli. En la sede de la Fundación DAR, el jefe de los ministros se interiorizó “área por área de la gestión y las perspectivas a futuro”, según un comunicado cuidadosamente difundido por La Plata. Parece que, en esta campaña, Scioli no solamente deberá hacer equilibrio entre el cristinismo y el PJ tradicional, sino también entre los dos que aspiran a sucederlo y ya se muestran los dientes.