Después de la charla motivadora, juntó ánimo y blanqueó sus planes frente al líder partidario del distrito. “Pésima noticia”, lo noqueó su interlocutor y le explicó sin implícitos: “Esto me lo guardo para mí, por las dudas”. La charla entre Sergio Bergman (el motivado) y Jorge Macri (el noqueador) giraba en torno a los planes del Pro en Vicente López. Después de hablar con Mauricio Macri (el motivador), quien había pedido apoyo para sumar votos en la provincia de Buenos Aires, el rabino de la gorrita colorida fue a contarle al Macri del conurbano desde dónde pensaba hacer su aporte. “Vicente López”, alcanzó a decir Bergman cuando el intendente lo cortó en seco y le comunicó que ese municipio sería su reserva electoral en 2015 si las encuestas no lo animaban a dar el salto para la gobernación. Bergman, componedor, optó por pegar el salto a Tigre. El áspero ida y vuelta entre estos dirigentes es un buen resumen de los dos trenes que corren paralelos en el macrismo y, por lo visto, cada tanto chocan.
Así como en público ningún macrista querrá conversar sobre la posibilidad de que su jefe fracase en el intento por suceder a Cristina el año que viene, en privado son unos cuantos los que piensan qué será de ellos en particular y qué del joven partido en general si Macri queda afuera del balotaje. El primo Jorge es uno de ellos. Mientras se anota para pelear internamente con María Eugenia Vidal, la vicejefa porteña y precandidata bonaerense, cuida la comarca para tener la chance de ir por la reelección como intendente. ¿Y la posibilidad de que termine en una lista de Sergio Massa? “Eso no es solo un problema con Jorge Macri, va a ser un tema con todos los macristas cuando se acerque la elección si Mauricio no levanta”, se sincera un hombre del Pro.
Hoy, casi todas las encuestas posicionan al expresidente de Boca en tercer lugar, debajo de Massa y de Daniel Scioli, con entre 10 y 16 puntos. El objetivo del Pro es hacerlo crecer y superar los 20 a comienzos del año próximo. Sería la llave para ilusionarse con un balotaje. “Si Scioli y Massa arreglan, se acabó todo”, evalúa otro macrista. En el sciolismo hablan aún hoy de esa fórmula: Daniel para la Presidencia, Sergio para la Provincia. Cuando se menciona la hipótesis, en el Frente Renovador ríen. “Era la combinación si arreglábamos para la elección de octubre pasado”, recuerda un massista. Hoy parece inverosímil: ¿por qué razón un hombre de probadas ambiciones como el exjefe de Gabinete de Cristina aceptará descender un lugar después de haberse coronado como el mejor pocos meses atrás?
Pero en el Pro, el “qué hará Massa” es solo uno de los tópicos cuando se habla de 2015. La mayor duda, hoy, es el “qué hará Macri” si no gana el año próximo. Después de los amagues nacionales de 2007 y 2011, ya nadie duda de que habrá candidatura presidencial. ¿Pero si pierde? ¿Qué hará desde el llano un hombre acostumbrado a gestionar? ¿Se guardará un lugar en una lista por una banca, por las dudas? Desde su incursión en la política, solamente una vez debió conformarse con un cargo menor, como diputado nacional. Fue en 2005. Se aburría tanto que una vez hasta se quedó dormido en la banca. La inquietud en el Pro es porque hasta ahora al Jefe de Gobierno no se le escuchó una definición seria sobre ese posible futuro. No está claro si porque no lo sabe o para no desmotivar a la tropa.
Es una discusión incómoda pero latente para los macristas. La elección de octubre de 2013 fue un anticipo. Cuando el año pasado la propuesta del Pro en la Provincia se desinflaba, algunos se pasaron presurosos al massismo. El emblema de aquella fuga fue el sanisidrense Gustavo Posse, el radical que fue kirchnerista, macrista y, a la postre, massista. Pero otros en el Pro, más que en mudarse, piensan en cómo conservar el sello –y, por qué no, ponerse al frente de él– si Macri pierde y decide irse a disfrutar de su hija Antonia.
La apuesta (casi) segura, saben en el partido amarillo, es la Ciudad de Buenos Aires. Allí, el macrismo posee un caudal propio, que se convertiría en barrera invencible con candidatos como Gabriela Michetti, invicta en el distrito y con aspiraciones a continuar la tarea de su admirado Mauricio. Pero a la senadora, como a otros, la inquietan algunas indefiniciones del jefe. Una es muy personal: en caso de no conseguir un compañero/a de fórmula “que sume”, Macri siempre mantiene a mano a Michetti como eventual complemento nacional. Otra es más general: aun cuando se sancionó en la Legislatura porteña una ley que prevé internas abiertas obligatorias en el distrito, siguen ciertas dudas sobre la voluntad de Macri de dirimir la pelea interna de su partido en elecciones. Fue un método que siempre alabó pero jamás utilizó.
“Para que el Pro siga siendo una fuerza sin Macri en el poder, la Ciudad se tiene que resolver con una interna abierta y transparente”, reclama un dirigente porteño de los que piensan al partido sin su líder natural. Otros, como el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, saben que esa transparencia puede ser una mochila de plomo para sus sueños.
Pero así como la mayoría en el macrismo apuesta al mojón seguro de la Ciudad para dar vuelta de página en 2015, la principal funcionaria del Gobierno porteño debajo de Macri puso proa en el distrito más complicado. La vicejefa Vidal está dispuesta a ir a la Provincia a perder hoy para ganar mañana. Su mirada, extraña dentro de la política, es a mediano plazo. “Una nerd de la política”, la elogia con algo de malicia un compañero, quien advierte que Vidal, desde tierra bonaerense y con una elección digna en 2015, puede instalarse para estar en la mesa de conducción del macrismo. Como el peronismo sin Perón, versión cool.