Incluso quienes desprecian su figura reconocen un par de virtudes de Amado Boudou: amplios conocimientos de economía y cierta conciencia de su realidad. Un exfuncionario que lo cruzó días atrás en su oficina comprobó esto último. Más allá de que estaba parloteando con un consultor sobre cómo mejorar su figura pública, el vicepresidente tenía los pies sobre la tierra. “En lo único que pensaba era en no terminar preso”, recuerda su ocasional visitante. Ese mismo Boudou, por imagen y presente judicial el funcionario más frágil de la primera línea del Gobierno, es hoy quien quedó al frente de los destinos del país. “Es una situación muy delicada. La idea es perfil bajo, bajo”, resume un colaborador, que, como muchos de esa troupe, hace más de un año viene diagramando un futuro lejos del exministro.
La entronización del vice guitarrista es la muestra gratis de por qué el kirchnerismo seguramente se extinguirá sin el matrimonio en el poder. ¿Quiénes vienen formalmente debajo de Boudou? Dentro del Ejecutivo, el también sonriente Juan Manuel Abal Medina, un jefe de Gabinete dedicado casi exclusivamente a la batalla contra los medios, un pilar para el modelo pero sin respeto entre sus pares y con escasa proyección pública. En el Legislativo, en tanto, la sucesora del vice y tercera en la línea presidencial es la senadora Beatriz Rojkés. Sus dos últimas apariciones rutilantes en los medios fueron por haberse ido de vacaciones a Dubái con su marido, el gobernador tucumano José Alperovich, y por haber catalogado como “borracha” a la familia de una niña asesinada en su provincia. Todo muy nacional y popular.
¿Y el ministro de Economía, figura observada en momentos donde la ausencia de Cristina genera dudas en las cuentas del país? Hernán Lorenzino, famoso por su patético “me quiero ir”, cuando lo consultaba un medio extranjero sobre la inflación. Acaso su sueño se haga realidad luego de las elecciones. Algunas versiones, desmentidas por el Gobierno, lo ubican en París como posible embajador. En el mientras tanto, viene encadenando viajes con dudosos resultados. Sus gestiones tienen que ver con problemas de la economía con el exterior, como los fondos buitre o evitar una sanción del FMI por el Indec. Su influencia en el debe y haber local es nula…desde que asumió.
Los destinos de la economía real están desde hace mucho en manos del ahora procesado Guillermo Moreno, el secretario de Comercio premiado por encadenar fracasos, y del verborrágico Axel Kicillof, también con pasado en rojo en Aerolíneas. Los desfases de nombres y puestos, conocidos, vuelven a tomar relevancia y cierto dramatismo por el nuevo escenario. La convalecencia de Cristina, las dudas sobre la fortaleza de su Gobierno con ella en cama, genera serios interrogantes en el campo económico. ¿Quién y cómo respondería ante una eventual presión sobre el dólar? Cuando se presentó el blanqueo, la Presidenta mandó a cinco funcionarios a defenderlo. Ante el fracaso de la medida y la disyuntiva de prorrogarlo o darlo por muerto, esos mismos funcionarios salieron a pelearse en público para fijar sus diferentes posturas.
El escenario político parece algo más previsible. Antes de su recaída, la Presidenta ya había comenzado con el operativo de autosalvación. Un poco de distancia de sus candidatos perdedores más las entrevistas homenaje empezaban a moldear la idea de la despedida brillosa. Curiosa coincidencia: en el peor momento del caso Ciccone, Boudou también había pensado en un reportaje con Jorge Rial para lavar su imagen. Nunca se concretó. Rial sí tuvo su cara a cara con Cristina, y lo suyo, vale la mención, fue infinitamente más digno que lo de su antecesor.
La corrida de Cristina terminó también por cristalizar el ascenso en la campaña del gobernador Daniel Scioli. Los últimos spots directamente los conduce él pidiendo el voto para el Frente para la Victoria. En este campo habrá nueva tensión, en cambio, sobre el rol de Boudou. Martín Insaurralde, el principal candidato del oficialismo para el 27 de octubre, había pedido hace rato ocultar al vice, por piantavotos. Su pedido fue satisfecho. Pero, ¿qué pasará con los actos de gestión del Gobierno nacional en los que el intendente de Lomas se iba a colar al lado de Cristina? ¿Los compartirán? ¿Se bajará Insaurralde o lo bajarán a Boudou?
A menos de 20 días de las elecciones, las primeras encuestas poscirugía no muestran cambios bruscos. Mejora la imagen de la Presidenta, pero eso no se trasladaría en votos a sus postulantes. Hace años que la política se volvió un tema de nombres. Y más allá de lo que gustan pregonar los defensores del proyecto, el modelo K no escapa a la corriente. Sin un Scioli o un Kirchner en la boleta, se aleja la idea del batacazo. El “voto lástima”, por ahora, es un fantasma intransferible.