La imaginación del submarino amarillo parece escasa de ideas efectivas en los últimos tiempos, al menos para los objetivos prioritarios que promueve el espacio. Si bien el Pro es una fuerza que posee múltiples candidatos en la Ciudad de Buenos Aires con un buen nivel de aceptación, no deja de ser una tortura el tema de su desarrollo nacional y su esquema de alianzas fallidas.
Hay muchas razones por las que las distintas estrategias ensayadas fracasan. Es cierto que la política saca de los experimentos de probeta las excepciones que triunfan (pero no hace de una de ellas su columna vertebral) como también es cierto que el responsable de llevar adelante el engarce con otras fuerzas no ha logrado su objetivo. De todos modos, mientras que Mauricio Macri no le ponga el cuerpo a la contienda como corresponde a alguien que pretende alzarse con la Presidencia de la Nación, todos los intentos serán inútiles o no alcanzarán para cumplir ese objetivo. Para peor en el oficialismo las ganas es lo sobra, en el sciolismo ya están hartos de esperar, y el opositor elegido de la Presidenta, Mauricio Macri, no aprovecha la ventaja que implica ser el blanco continuo de las críticas K.
Por la Ciudad
En el territorio porteño se da la particularidad del salvajismo interno y la crueldad, que adquieren ribetes importantes pero todo con la impronta Pro, con altura, colorido y sin grandes estridencias. El problema aquí es que, en lugar de ir por etapas, algunos caciques macristas quieren jugar el 2015 antes que el 2013. Hasta que el jefe porteño ordene los patitos de nuevo. Solo la llegada del peronismo a la frontera amarilla hizo crujir de manera desprolija a la estrategia del macrismo. A Roberto Lavagna, una idea de Horacio Rodríguez Larreta para tapar a Michetti, se le ocurrió ser el vocero de lo que en Bolívar 1 denominan desde siempre “el tren fantasma”, o sea, todo aquello relacionado con el viejo peronismo y mucho peor si viene repleto de sindicalistas connotados. Macri, hábilmente, dinamitó con el DNU el escenario cordobés desde el cual el economista invitó al Pro a sumarse, invirtiendo la ecuación. La iniciativa política del ingeniero puso las cosas en su lugar original, y vino acompañado de un “centro” para su par cordobés y a nadie más. De la Sota vio el guiño y sumó el tema en su provincia. Lavagna y el resto, al menos hoy, son historia.
La pelea por el tercer senador en la Ciudad depende de la mezquindad o no de dos jubilados que se acompañan en la vejez política y de la astucia o no de los jóvenes Alfonso Prat Gay y Victoria Donda, quienes tienen su principal fortaleza en el voto del sexo opuesto. Los radicales, más cercanos a este grupo, por experiencia centenaria bien podrían articular una alternativa única que dejara afuera al kirchnerismo local, otro espacio que deambula entre las mediciones de potenciales candidatos camporistas o de reeditar al siempre listo Daniel Filmus, quien podría esta vez quedarse afuera de todo, en el llano, lugar que no le sienta.
Por la Provincia
Gabriela Michetti hoy respira un poco más tranquila luego de dejar arruinada la movida bonaerense del Pro. No solo recupera la posibilidad de encabezar la nómina de senadores porteños sino que reclama con insistencia la variante Francisco de Narvaéz al otro lado de la General Paz. Y ya es casi un hecho que allí recalarán los seguidores bonaerenses del empresario. Más temprano que tarde, los dos viejos socios, hoy con rencores personales, deberán dejar las diferencias del plano humano para concentrarse en un objetivo superador que es competir con posibilidades en el “gran distrito” y quizás alzarse con un triunfo que no será solo de ellos. El Colorado, además de lo propio, tiene otros amigos que colarán en sus listas en la provincia. Por abajo ya está todo más o menos armado con el Pro, falta solo el sí de la pareja. Que vendrá.
La tibieza de Sergio Massa –más allá de su postura final– ayudó mucho para que De Narvaéz empiece la campaña bien posicionado, bramando un antikirchnerismo coherente y algo virulento, algo que ni Massa ni La Juan Domingo pueden sostener. Hay sectores del sciolismo –como esta agrupación– que no resisten más jugar de oficialistas si en el plano real están totalmente a la intemperie. Ese juego es para pocos, los que en un movimiento rápido pueden pasar de un lugar a otro, y está reservado para el sciolismo más puro, ese que ahora acompañará a Cristina en la aventura de octubre, mientras se cocina el plan presidencial del gobernador.
La vara está muy alta en la crucial elección de la Provincia de Buenos Aires. Habrá que saltar y mucho. Cuando juegan Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, otros gobernadores y sindicalistas, Francisco de Narváez, Mauricio Macri y el rejunte UCR- FAP y alguno más, lo que está garantizado es que alguno no pasará la prueba. Es como la semifinal del 2015, donde llegarán solamente dos.