La llamada campaña permanente es uno de los conceptos más recurrentes de los últimos 30 años, sostiene que la comunicación debe continuar en el tiempo más allá de la coyuntura política.
Se trata de rescatar el espíritu de la Democracia en el cual cada acción política en cuanto acto público debe ser comunicado para rendir cuentas al verdadero soberano: el pueblo.
La política y la comunicación son dos caras de la misma moneda. Van de la mano siempre.
Hay varios tipos de comunicación, pero predominan tres:
1.- La comunicación de gobierno, que tiene por objeto lograr consensos y apoyos a través de la difusión de gestión de obras, generación de programas o la convocatoria a encuentros de diferente tipo.
2.- La comunicación electoral, cuyo fin posicionar a un candidato para obtener un resultado positivo en las elecciones, que no siempre es ganarlas. Tiene gran influencia marketinera y publicitaria para atraer la atención y así conseguir el voto.
3.- La comunicación de crisis, que busca reestablecer el orden, el equilibrio ante una amenaza o ataque externo (o interno). Ante situaciones inciertas intentará generar la previsibilidad, certidumbre y seguridad pérdidas en ese momento.
Es vital entender cuáles son las características y los objetivos de cada uno de los momentos, confundir una situación de crisis con tiempos de calma puede generar mucho más que un dolor de cabeza. Hay sobrados ejemplos en este sentido. Considerar que los mecanismos y las tácticas que se usaron para ganar una elección son similares al período de la gestión de gobierno es otro de los más habituales errores.
La comunicación hace, crea hechos. Otorgarle el lugar de privilegio que merece, es crucial en nuestros días.
*GABRIEL SLAVINSKY – Especialista en Comunicación Politica.