El informe “Intercambio comercial argentino” del Indec, correspondiente a los primeros cuatro meses del año, muestra que el déficit de la balanza comercial trepa a 3.420 millones de dólares, o sea el 40 por ciento de los 8.515 millones de dólares de déficit acumulados a lo largo de todo 2017.
Estos números exhiben a las claras que la política económica del gobierno de Macri no está incrementando las exportaciones, sino más bien acelerando las importaciones y, en consecuencia, le complica aún más la vida a los argentinos.
Como exministro de Agricultura quiero hacer hincapié en lo que está pasando con la balanza comercial en materia de productos agroalimentarios, sobre la cual mi equipo técnico viene trabajando.
Veamos este cuadro con algunos capítulos arancelarios seleccionados para ver cómo la falta de regulación del comercio exterior por parte del Estado ha desembocado en una fiesta para otros países productores de alimentos.
Pero esta información conlleva una mirada adicional: son rubros que afectan marcadamente a las economías regionales. Cuando hablamos de bebidas hacemos referencia al vino importado, y esto impacta de lleno en la economía cuyana. Cuando hablamos de carnes aludimos a la producción porcina, y en ese rubro Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires se ven afectadas. En el caso de las frutas, el Alto Valle del Río Negro se ve involucrado, y lo mismo en preparaciones de hortalizas, donde nuestros productores de los oasis de riego de Cuyo y la Patagonia sufren por la apertura de las importaciones.
Ahora bien, retomando con lo que viene ocurriendo en este primer cuatrimestre del año, las cosas continúan de mal en peor:
- La importación de carnes creció 35% y se llevan gastados 58 millones de dólares en importaciones.
- La importación de preparaciones de hortalizas creció 18% e involucró la fuga de otros 59 millones de dólares.
- La importación de frutas y frutos creció 12% e involucró la salida de 126 millones de dólares.
La única buena noticia es que se morigeró la importación de bebidas, que retrocedió 14% respecto del primer cuatrimestre de 2017, aunque igualmente involucró la salida de 61 millones de dólares.
No obstante, si consolidamos todos los productos agropecuarios y alimentarios importados por “Grandes Rubros”, vemos que en este primer cuatrimestre la Argentina remitió a sus proveedores externos USD 1.527 millones: un 121% más de lo remitido en igual periodo de 2016.
La única salvedad que podemos hacer es que dentro de “Productos del Reino Vegetal” se encuentra la soja, que es procesada por nuestra industria y reexportada como manufacturas. De todas maneras, es una importación que podría ser evitada si las políticas económicas estimularan la producción de esta oleaginosa clave, en vez de deprimirla.
Las respuestas oficiales resaltan por su pobreza. Es sabido que los productores cuyanos sintieron en carne propia la avalancha de importación de tomates que afecta su economía. Esto le fue transmitido al jefe de Gabinete de Ministros por el diputado nacional José Luis Gioja. Pues bien, la decepcionante respuesta de Marcos Peña solo hizo referencia a la cuestión del clima y que el Ministerio de Agroindustria pronto pondrá en marcha una “mesa de competitividad de la cadena del tomate”.
Es decir, queda claro que, para el Gobierno nacional, las herramientas de políticas activas en materia de protección de la producción nacional no están en su agenda. Y respecto a las “mesas” de diálogo, en cuanto los privados –particularmente los de menor escala– expresan la falta de tutelaje por parte del Estado, la respuesta implacable es “si no son competitivos, dedíquense a otra cosa”.
*Ministro de Agricultura de la Nación (2009-2011)