La frase fue pronunciada por un Saddam Hussein desencajado anunciando una guerra total contra Occidente, que en coalición liderada por EE.UU y so pretexto de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, habían decidido despachar a su ex aliado e instalar un nuevo orden que permitiera disfrutar del petróleo de la región.
Y quedó asentada en el imaginario popular como una suerte de “a todo o nada “o Patria o Muerte o Liberación o Pandemia, si se quiere.
Y en el marco de esta lucha con el COVID 19 el Estado anuncia esta Cuarentena de Hierro (que no lo es tanto como pretendían algunos), pero que aspira, de mínima a ganar tiempo antes de la eventual saturación del sistema de salud y de máxima a lograr bajar la curva ascendente de contagios, que como una nueva Espada de Damocles se cierne ante las aspiraciones políticas de varios.
Entre atascos descomunales de autos y desaires de funcionarios que prueban su empoderamiento, una sociedad hastiada y empavorecida marcha sin poder avizorar la luz al final del túnel pero consciente de su progresiva degradación.
Tras filosos acuerdos que dejaron sin calle a los corredores de CABA, como sacrificio menor en aras del bien común, miles de comercios cerraron para no volver y la inseguridad anunciada como un supuesto efecto post pandemia se hizo presente con su carga de violencia remixada al paroxismo. Daños colaterales según algunos.
Como en un nuevo día D la primera ola de este desembarco ha conseguido una cabecera de playa promisoria, la circulación ha disminuido considerablemente y con ello, en ese aspecto, la circulación del virus también.
Queda todavía una larga marcha hacia una victoria que ojalá no sea Pírrica y permita que quienes queden puedan disfrutar, aunque sea, de una nueva normalidad.
Luis Vicat
Abogado
Licenciado en Seguridad