El año arrancó de parabienes para el massismo bonaerense. Eligieron el primer día de 2015 para anunciar la incorporación de dos diputados provinciales electos por la boleta de De Narváez: Guillermo Britos (hasta ahora presidente del bloque Unión Celeste y Blanco) y el mediático abogado Mauricio D’Alessandro.
Reunidos en Pinamar con Sergio Massa, anunciaron que trabajarán en pos de su candidatura presidencial. Para esto, se van a dividir temas: Britos se abocará a los proyectos relacionados con la seguridad y será precandidato a intendente en Chivilcoy, mientras que D’Alessandro será el vocero massista en materia de Justicia.
Pero además, el abogado que cobró fama al protagonizar antaño el show televisivo La corte dijo que iba a “trabajar para articular el pase al FR” de su amigo, el nuevamente intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Justo lo dijo horas después de que el lomense participara de la fiesta de Año Nuevo que organizó Massa en Pinamar, a la que fueron un centenar de invitados.
Como si faltaran más gestos del renovado acercamiento (o lo que pretende parecer) con el massismo, Insaurralde dijo públicamente que el gobernador Scioli “recién se ocupó de la inseguridad en el último año de gestión”. Esa frase sonó a traición en La Plata, y fue una confirmación para La Cámpora (cuya mayoría de dirigentes detesta a Insaurralde) de que se va.
Pero también disparó las alarmas de los precandidatos a gobernador en el FR. El primero fue Darío Giustozzi, quien procura no hablar del tema pero mandó a sus aliados a bajar línea. Así fue que el diputado bonaerense Mario Giacobbe salió al cruce. “Sabemos que los millones de bonaerenses que confían en el Frente Renovador saben muy bien quién es quién. También conocen que Insaurralde fue el candidato que eligió Cristina Kirchner para tratar de frenar a Massa y de frustrar el cambio que junto a él muchos nos propusimos protagonizar, y que fue el principal defensor que tuvo Amado Boudou”, señaló.
Pero fue más lejos aún: “Insaurralde debe saber que en la política no todo vale. Y la fama que puede dar la TV no reemplaza el prestigio que solo brinda una conducta digna. Nosotros no queremos sus devaneos oportunistas, sus amistades corruptas ni sus vínculos con el juego. Buenos Aires necesita dirigentes que no prohíjen la corrupción, que promuevan el empleo digno y que no les abran las puertas a los empresarios del juego para que se enriquezcan enviciando a los que trabajan”.
Allí, Giacobbe –fogoneado por Giustozzi– explicita uno de los costados más sensibles de Insaurralde, según filtran desde Almirante Brown hace meses. Es que, según varios trascendidos, de los cuales un sector del massismo se hace eco, existe un cuestionable vínculo entre el lomense y Daniel Mautone, CEO de un grupo de sociedades que participan en la explotación de bingos, casinos y máquinas tragamonedas.
Por el momento, el resto de los precandidatos aguarda la resolución. Gustavo Posse, Mónica López y Felipe Solá ya expresaron su rechazo a que se avenga, aunque esgrimen diferentes razones. Uno de ellos comentó en confidencia que teme una estrategia de Massa de permitir “una bolsa de gatos de cinco candidatos para, en marzo, traer a Insaurralde como uno fresco y ganador”. Pero antes de esa hipótesis, deberán lidiar con la llegada, para algunos inminente, de Francisco de Narváez como un postulante más a gobernador del massismo en la Provincia.
Todos juegan para Scioli. Mar del Plata se convirtió, apenas comenzado 2015, en el epicentro del runrún político. Scioli, Massa, Randazzo, Binner, Cobos, Alfonsín y Vidal, entre otros, pasaron por sus calles en los primeros días. La cercana Pinamar también tuvo su desfile de figuras: no solo los Massa-Galmarini hacen base allí, sino Posse, el matrimonio López-Roberti, el joven Facundo Moyano y otros tantos.
En La Feliz, el gobernador supo ser noticia una vez más con un pequeño gesto que rebotó en mil palabras: visitó el Espacio Clarín (gigante stand con eventos que montó el grupo multimediático en la costa) y justo lo hizo cuando estaba presente la imitadora presidencial por excelencia, Fátima Flórez, lo que catapultó aún más el impacto de la visita.
Scioli es conocido por calcular aritméticamente cada jugada mediática. Su arribo a una cuasi filial del “monopolio manchado de sangre”, como lo considera buena parte del cristinismo, no puede ser la excepción. Los kirchneristas más ortodoxos parecen haber caído en la trampa que les tendió el gobernador: les quedaba criticarlo por su jugada, exhibiéndolo una vez más como el distinto del rebaño, o reaccionaban con indiferencia, dejando asentado un sugestivo precedente. Hicieron lo primero.
Capitanich, Urribarri, Domínguez, Randazzo, Larroque y Conti fueron algunos de los nombres que hicieron fila para lapidarlo mediáticamente. La paradoja es que en vez de herirlo, lo ungen. No hay encuestador serio que no reconozca que Scioli crece en la victimización: sus picos de popularidad fueron siempre cuando recibió más ataques del cristinismo. Con sus ladridos, lo ayudan a mostrarse, gratis, como el cambio dentro de la continuidad. Finalmente, queriendo o no, todos juegan para él.