La tragedia de Costa Salguero demuestra la ausencia de acciones efectivas para la prevención de adicciones y la lucha contra el narcotráfico.
En la madrugada del sábado murieron cinco jóvenes por consumo de estupefacientes en el festival de música electrónica Time Warp, mientras que otros cuatro permanecen internados.
Varios de los que asistieron al festival mencionaron que los vendedores de drogas recibían a la gente ofreciéndole todo tipo de sustancias y, al mismo tiempo, escaseaba el agua en un espacio cerrado que desbordaba de público. Una verdadera trampa mortal.
Indudablemente, la muerte de estos jóvenes está relacionada con un Estado que falla en sus tareas de prevención y control. Por lo tanto, la tragedia de Costa Salguero demuestra la ausencia de acciones efectivas para la prevención de adicciones y la lucha contra el narcotráfico.
La multiplicación exponencial de estos flagelos crece día a día ante un Estado que sólo responde espasmódicamente cuando ocurren sucesos de esta envergadura, que instalan el drama en la esfera de atención de la opinión pública.
Lo cierto es que buena parte de las franjas adolescentes y juveniles de la población hoy se encuentran atravesadas por el falso y ruinoso atractivo de drogas que las ponen en el riesgo cierto de perder la vida. Y eso es claramente un problema de carácter sociocultural, hacia el cual no alcanzan -en absoluto- medidas superficiales una vez que las desgracias ya sucedieron y, mucho menos, declaraciones de ocasión.
Es hora de que desde todos los poderes públicos se consensúe un menú de políticas de Estado con el conjunto de las fuerzas políticas con representación parlamentaria y las organizaciones de la sociedad civil que se dedican a estos temas.
Tanto en los sectores social y económicamente más vulnerables, donde prolifera el paco, como en las clases medias en las que circulan drogas sintéticas o de diseño como las que mataron a los jóvenes de Costa Salguero.
Solidarizarnos con los familiares y amigos de las víctimas una y otra vez ya no alcanza. Tenemos que atacar de raíz el desenvolvimiento de las redes criminales que incentivan y explotan la propensión al consumo de narcóticos; desalentando esta predisposición sociocultural y brindando el correspondiente tratamiento y recuperación de los adictos, caso contrario seguiremos lamentando nuevas muertes.-