Al 10 de Diciembre Argentina llegará mucho más frágil de lo que hoy se encuentra, se seguirá sin corrección de rumbo, sin tener ni un proyecto de negociación de deuda concreto, estanflacionada y con un control de cambios muy precario que se irá profundizando.
Sin resolver la situación del mercado cambiario, qué tipo de cepo hay que tener y el nivel dólar, ni el reperfilamiento con las necesidades del Tesoro y mucho menos la salida de dólares de los bancos, es imposible empalmar la transición en una hoja de ruta más amplia y de más largo alcance y no hay espacio literal para que arriben nuevas medidas aisladas, parches cortoplacistas, enfoques sectoriales o visiones parciales no integrales.
Con una transición que será problemática por la falta de reservas y acuerdo político, seguramente habrá un choque macro antes del 10 de diciembre cualquiera sea el ganador de la elección.
El problema: Aumentó la velocidad de desactivación de depósitos y el nuevo gobierno se encontrará con muy pocos dólares de reservas porque el BCRA transitará desde el 27 de octubre al 10 de Diciembre planchando la divisa.
Con pocos dólares la deuda no será sostenible y sin poder alinear los planetas locales e internacionales para que la deuda parezca sostenible, la insolvencia estructural del país hará la situación irreversible y no habrá espacio para una reestructuración amistosa o bien en dos etapas.
¿Existe alguna clave para encontrar un equilibrio entre un dólar alto, un PBI creciendo y una deuda sustentable en el tiempo? Con un país que tiene el mismo PBI hoy que en el 2010 mucha magia no se puede hacer porque el problema es mucho más profundo. Es decir, la solución implicaría una reforma estructural profunda, una hoja de ruta consistente en materia económica y un acuerdo político y social sostenible en el tiempo, todos elementos que, en el actual estado del arte Argentino, se ven como poco probables que se den simultánea y coordinadamente.
Por Luis Ferraro Lara, consultor y analista económico