Lo que el cierre nos dejó

Lo que el cierre nos dejó


Llegó la hora de la verdad. Ya no hay marcha atrás ni resquicio posible en el armado electoral. El domingo a la madrugada, en el último suspiro que permitía la ley, quedó definido el mapa electoral de la provincia de Buenos Aires. Quien haya quedado fuera de los pliegues presentados ante la Justicia electoral deberá esperar su turno para 2017.

La noticia más relevante de la previa del cierre fue, sin lugar a dudas, la negativa de Florencio Randazzo a competir por la gobernación. Por primera vez en mucho tiempo, un dirigente kirchnerista se atrevió a decirle “no” a la Presidenta, desordenándole la estrategia que había enhebrado para la Provincia: lista única con el ministro como candidato.

Así lo admitió el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando habló en la Casa Rosada para tratar de morigerar el impacto negativo que tuvo el dedazo a favor de Daniel Scioli. Allí aclaró que Randazzo había sido elegido como candidato único para la gobernación y que, si lo deseaba, podía ser precandidato presidencial. Nadie le creyó.

Al rechazar la candidatura de unidad, Randazzo terminó beneficiando a su rival de siempre en la Cuarta Sección, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, que pudo sostener su precandidatura e ir a unas PASO en las que podría imponerse ante el propio Fernández, quien llevará como vice a la espada de Cristina contra el Grupo Clarín, Martín Sabbatella, un hombre no muy querido por los barones de la zona oeste.

Randazzo recibió su castigo. Su gente no tuvo lugar en el armado de las listas en Chivilcoy ni en la Cuarta, y su desobediencia lo dejará en un largo ostracismo en el firmamento cristinista. Todo lo contrario a Domínguez, quien tuvo el empujoncito de la Presidenta para presionar a un dubitativo Fernando Espinoza.
Es que horas antes del cierre, el intendente de La Matanza, exmano derecha del aún convaleciente Alberto Balestrini, tuvo un “ataque de ego”, según lo definió a Noticias Urbanas uno de los presentes. Durante la negociación entre los dos precandidatos parece que el matancero “no quería bajarse, exigía ser cabeza de lista y que Julián sea su vice”. Cuanto terminaron la conversación, horas después, el diputado recibió un llamado de Espinoza aceptando su ofrecimiento. Le había llegado la indirecta desde Olivos para que él también se pegara su baño de humildad.

Por su parte, el frente Cambiemos tuvo su novelita. En la víspera del cierre, Cristian Ritondo presentó su renuncia a ser el compañero de fórmula de María Eugenia Vidal, en pos de que no se ponga en riesgo el acuerdo tripartito entre el Pro, la UCR y la CC para tener un binomio en común para la gobernación.
Algunos creen que lo de Ritondo fue una puesta en escena previamente planificada para poder exhibir esa cabeza entregada a los radicales sin tener que ceder algo menos jugoso (como otro puesto en la lista de diputados nacionales, de los cuales la UCR solamente tiene tres de los primeros once). Sea como fuere, ido el legislador porteño, tomó su lugar Daniel Salvador, expresidente del Comité Provincia y exmiembro de la Conadep.

El año pasado, Salvador disputó sin éxito con Ricardo Alfonsín la presidencia de la UCR bonaerense, apoyado por Leopoldo Moreau. Hoy, el exreferente de la Coordinadora se volcó al kirchnerismo, su hija es candidata por Sergio Massa, y Salvador fue el hombre que tuvo el consenso partidario para representar a los correligionarios en la fórmula. Complejidades del universo radical.

La cabecera de la lista de Cambiemos será el periodista Fernando Niembro, un exmenemista, hábil comunicador, de esos que Macri necesita pateando el territorio bonaerense. Enfrente tendrá casi a su antítesis: el joven estratega favorito de Cristina, Wado de Pedro, setentista hasta en sus gestos. Y para que haya para todos los gustos, en el massismo estará el aún más joven dirigente gremial Facundo Moyano, que le ganó la pulseada al petrolero Alberto Roberti, quien también quería encabezar y se ocupó de contrarrestarlo mediáticamente, sin éxito, terminando en tercer lugar.

En el Frente Renovador tal vez se dio la situación más rayana a lo bizarro. El precandidato a gobernador que renunció en abril pasado, y que negaba volver a la carrera tras los rumores fogoneados desde la jefatura de su partido, acabó aceptando el desafío, desdiciéndose por partida doble. Felipe Solá, finalmente, volvió a subirse al ring. Massa prefería a Francisco de Narváez, pero un día antes del cierre, este habló con una de las espadas del tigrense y le pidió “dar por terminados los pedidos” para que vuelva al ruedo, acusando motivos personales.

Solá estará acompañado por uno de los mayores especialistas en políticas públicas del país, el exviceministro Daniel Arroyo, quien sonaba como posible diputado pero finalmente aspirará a la vicegobernación. Deshilachado, el massismo terminó más con lo que pudo que con lo que quiso.

El frente Progresistas de Margarita Stolbizer no tuvo sorpresas y ratificó al precandidato a gobernador que ya había anunciado: el senador Jaime Linares, quien llevará como vice al académico Juan Carlos Pugliese. Con algunos chisporroteos con sus socios de Libres del Sur, la diputada del GEN colocó en la cabeza de la lista de diputados a Omar Duclós, oriundo de Azul, que debe renovar su banca.

Así las cosas, los partidos pusieron su mejor carne al asador para ganar la provincia de Buenos Aires. Saben que allí se dirime buena parte de la gran contienda nacional. Una pena que sea otra oportunidad perdida para desmarcar su fecha electoral de la de la Nación y aprovechar que los grandes temas del distrito más populoso del país sean el eje de la campaña.

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