Los dos trenes bonaerenses

Los dos trenes bonaerenses


En la provincia más grande y poblada de la Argentina avanzan dos espacios, como si fueran dos ferrocarriles que, a diferentes velocidades, partieron de la misma estación y ahora marchan por caminos paralelos.

Uno es el del peronismo kirchnerista, golpeado en las últimas elecciones, que reagrupa pasajeros y tiene en Daniel Scioli a su mayor figura. El otro es el furgón veloz, que cuenta con todas las virtudes –y defectos– de los proyectos nuevos y con los sondeos a favor, y tiene a Sergio Massa a la cabeza.

Si bien van por senderos separados, a veces amenazan con rozarse. Pero todos sus pasajeros saben que al final del camino, en 19 meses a más tardar, las máquinas colisionarán. Es que a pesar de algunos lobbys trasnochados para que haya un pacto entre Massa y Scioli, la realidad es que, hoy por hoy y con una economía en crisis pero no en colapso, un acuerdo es virtualmente imposible. El poder es uno y lo quiere uno solo, sin compartirlo.

En el colchón del PJ.

El kirchnerismo eligió (o no le ha quedado otra) recostarse en esa red de redes que es el Partido Justicialista, un entramado que va mucho más allá de lo orgánico. Su presidente en la Provincia, Fernando Espinoza, lo dejó en claro: “El desafío es hacer un partido amplio, dinámico y que pueda brindar respuestas a los problemas de la gente, siendo la principal estructura partidaria para el Gobierno nacional”.

Espinoza convocó al peronismo orgánico bonaerense a un “primer gran congreso” en el balneario de Santa Teresita, en el que citó a todos los sectores del movimiento, desde el sindicalismo hasta los intendentes. Por las dudas, reiteró su invitación para que los que se fueron del partido vuelvan a debatir las cuestiones internamente. Un guiño que el massismo no piensa responder.

En ese peronismo, el kirchnerismo es una parte fundamental, pero no total. El calendario va dando vueltas a las páginas de los meses y la necesidad de un heredero que asegure la perpetuidad en el poder se acrecienta. Algunos le temen a la posibilidad de que el progresismo y el centro no peronista puedan dar una sola y firme opción presidencial que ingrese en el balotaje y ponga en riesgo todo. En ese mapa hay muchos movimientos, por arriba y por abajo.

En la superficie algunos dirigentes buscan poner en cuestión el liderazgo de Scioli (cuyo mayor capital sigue siendo estar segundo en intención de voto). Ellos son el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, el ministro Florencio

Randazzo y alguna que otra voz que prefiere a un cristinista duro. Por lo bajo, los movimientos son sigilosos hasta que pegan ruidosos portazos, como el del intendente Raúl Othacehé. Según pudo saber NU, son varios más los jefes comunales en la lista de los prestos a pasarse al Frente Renovador. Entre ellos, la más probable es la de Campana, Stella Maris Giroldi, y el de Berazategui, Juan Patricio Mussi. Pero tras la embestida mediática contra el alcalde de Merlo, y con el operativo contención que apuró el Gobierno nacional a través del ministro Julio de Vido, muchos creen que las próximas fugas se demorarán.

El contraacto.

El Frente Renovador, en un movimiento reflejo, estableció al día siguiente de la jornada del PJ bonaerense un acto en el microestadio del club Platense, en Vicente López. La oportunidad, además de ser la contracara de la reunión oficialista, es el primer aniversario de la agrupación Perón Vive, fundada en febrero del año pasado por Fernando y Sebastián Galmarini, suegro y cuñado de Massa.

En paralelo no solo avanzan los actos y los golpes de efecto. También en el plano legislativo la Provincia va mostrando dos bandos cada vez más separados en el arco peronista. Por ejemplo, días pasados se conoció el pase al bloque massista del senador bonaerense Alejandro Urdampilleta, electo por la Primera Sección Electoral, mano derecha de Othacehé.

Eso llevó a que la Cámara alta provincial ostente un casi empate entre los bloques oficialista y massista: 21 a 19 es la correlación de fuerzas entre ambos. Un solo pase provocaría el empate exacto y la obligatoriedad de un voto desempate del vicegobernador Gabriel Mariotto, en caso de que las otras fuerzas políticas no interviniesen.

Pero los monobloques de Nuevo Encuentro, con Mónica Macha, y el del PJ Néstor Kirchner, con Mario Ishii, probablemente jueguen a favor del sciolismo en caso de que el Ejecutivo bonaerense esté en peligro de fracasar en la arena legislativa. Igualmente, y por la cantidad de temas que según la Constitución provincial exigen dos tercios de los votos, el massismo logró convertirse en imposible de ignorar en la Legislatura. Y en un tren que puede cortarle el paso al de enfrente.

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