Los números no mienten. Un análisis de las cifras del contundente triunfo de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires enseña que los votos que se le fugaron a la Presidenta no fueron a parar ni a Margarita Stolbizer ni a Francisco de Narváez. Del 56 por ciento obtenido por el kirchnerismo en 2011 al 29 por ciento de las recientes PASO hay un abismo. O mejor dicho, una aspiradora marca Frente Renovador.
Para entender el triunfo holgado de “los coroneles”, como pomposamente describió Massa a su tropa, es indispensable poner al conurbano bajo el microscopio. Allí se explica por qué algunas (¿ex?) prestigiosas encuestadoras avizoraban un casi empate técnico y, finalmente, se pasó a una diferencia de más de cinco puntos, más allá de las jugosas partidas destinadas por el Gobierno provincial a algunas consultoras.
Que Massa iba a arrasar en la Primera Sección Electoral bonaerense, que aglutina los distritos de la zona norte-noroeste metropolitana, no es novedad. Pero los batacazos, o algunas derrotas que por quedar tan cerquita del empate despertaron una optimista sorpresa en Tigre, se dieron casi todas más al sur. Aunque en el norte hubo una perla: en Tres de Febrero, feudo de Hugo Curto, el massismo batió al oficialismo por 15 puntos.
La Tercera.
En la sección electoral más populosa, Massa tuvo una brecha con el candidato oficial, Martín Insaurralde, de menos de seis puntos (mientras que aventajó en la Primera por casi 20). Justo donde el kirchnerismo esperaba contrarrestar el desbalance de la zona norte. Dejó boquiabierto a más de uno la diferencia que obtuvo en Lanús. Si bien el liderazgo del alcalde Darío Díaz Pérez viene en picada, se esperaba que la cercanía con Lomas de Zamora diera una mano. Pero no, el massismo arañó el 38 por ciento.
Otro lugar que ayudó a descontar a favor en el sur fue el claro triunfo en Avellaneda y el casi empate en Quilmes. Incluso la todopoderosa Matanza no fue tan esquiva como se la podía imaginar: allí el Frente Renovador obtuvo 31 por ciento y quedó a “solamente” diez puntos del oficialismo. Los aliados del intendente de Tigre también destacaban el casi empate en Esteban Echeverría.
La Plata (Sección Capital) también fue para Massa, a pesar del aceitado aparato del kirchnerismo-sciolismo. Sin embargo, sus diputados provinciales quedaron a un punto del oficialismo. Allí, los renovadores jugaban una pri¬maria especial: uno de los contendientes era Juan José Amondarain, muy cercano a Massa y de sus principales operado¬res políticos. El Vasco ganó la primaria y ahora asegura a quien quiera oírlo que descontará la corta brecha y le ganará al Frente para la Victoria.
Si bien Massa consiguió buenos resultados en la mayoría de las intendencias del interior, para mantener su triunfo ante una embestida que todo hace suponer potente desde el kirchnerismo para acortarle la ventaja, deberá mejorar su performance en Bahía Blanca (donde ganó De Narváez) y Mar del Plata (en donde el kirchnerismo ganó pero fue fuerte el voto denarvaísta y panradical).
Borocotós new age.
Difícil saber si el Gobierno preveía esta clara derrota o si simplemente prefirió no ver algunos signos alarmantes de la sangría de filas propias a favor de Massa. Un ejemplo impactante de esta fuga es que todos los miembros de La Cámpora de San Isidro se hayan dado vuelta y pasaran a trabajar para el jefe de campaña de Massa y candidato a senador provincial por la Primera Sección, Sebastián Galmarini. Pero no fue solo allí: en el massismo aseguran que la mitad de La Cámpora de Mar del Plata también se fue a trabajar con ellos. “Son los pibes que entraron genuinamente por convicción y no les dieron contrato y ahora se pasaron”, explican desde el bando beneficiado.
Por último, otro factor que puede haber garantizado la diferencia a favor de Massa es el probable doble juego de los barones de la zona sur. Como explicaba el exjefe de Gabinete, Alberto Fernández ante algunos participantes del almuerzo de empresarios que tuvo Massa días antes de las elecciones, “casi todos los intendentes de todas las secciones tenían pensado jugar por lo bajo a favor de Massa”.
Fernández, hoy uno de los gurús del FR, ante el escenario de una crisis política cristinista no quiso ni recordar viejas anécdotas de 2008 tras la derrota infligida por Julio Cobos en el Senado. “Hay que ayudar, sea como sea, a que el mandato se termine. Esto es una parlamentaria, hay que quitarle dramatismo a la elección”, afirma. Como si se pudiera.