Cuando el reloj marcó el minuto 77 del partido, el público vio cómo el dueño de la sonrosada camiseta número 10, cansado y goleador, dejaba la cancha para sentarse en el banco de suplentes. Fue la señal para que comenzara la estampida hacia las salidas del estadio. El espectáculo había terminado, el partido, de “soccer” para mejor, era solo la escenografía para el show que buscaban, junto a Jorge y José, hijos del terrorista anticubano Jorge Mas Canosa, su multinacional MasTec, la “Liga Mayor” estadounidense, las corporaciones Apple Inc y Adidas y, tal vez como ninguna de las partes, la Fundación Leo Messi, que de él habla esta crónica, el holding Limecu España 2010, que gestiona sus ingresos publicitarios y su Leo Messi Management Sociedad Limitada Unipersonal (SLU).
Al margen de la magia del astro argentino, tan intacta como residual, el fútbol es lo que menos importa en esta operación económica, financiera y política, que se aceleró en cuanto el rosarino de 36 años vio frustrarse el sueño de regresar a su casa, que no queda a la vera del Paraná, sino frente al Mediterráneo barcelonés.Messi, junto a los hermanos Mas y David Beckham.
Su segundo desencanto catalán en menos de dos años, después de un amargo paso por el París Saint-Germain Football Club (PSG) francés y su simultánea consagración global y sin ateos como capitán de la Selección Argentina campeona del mundo en 2022, lo obligaron a repensarlo todo: los niveles de exigencia que estaba dispuesto a aceptar dentro del deporte más amado en su país y poco importante en Estados Unidos; la geografía de su entorno diario, el de su esposa y sus hijos: ¿la asediada Rosario, la amada Barcelona, la cosmopolita París, la islámica Riad, la latina Miami…? y, claro, dónde radicar la fábrica de generar centenares de millones de dólares.
En definitiva, la bonanza del clima (salvo en la temporada de huracanes, que comenzó a principios de junio y que los especialistas pronostican como “casi normal” para lo que resta del año, lo que implica que, de las 12 a 17 tormentas probables, entre una y cuatro podrían ser de las categorías con más poder de daño), el uso mayoritario del “español”, los bajos impuestos y la opacidad de su banca y. de manera muy especial, la porción que le entregará Apple, la corporación más grande del planeta, que en julio se convirtió en la primera en alcanzar una capitalización de 3.000 millones de dólares.
En el marco del experimento de su desembarco “cauteloso” y “limitado” en el soccer, el emporio creado por Steve Jobs le cederá parte del paquete de distribución digital de contenido multimedia (streaming) de la MLS que adquirió el año pasado, es decir, de los ingresos generados por los nuevos suscriptores, entusiasmados por la novedad. Dicho de ese modo, tal vez no se comprenda la magnitud del negocio, sin embargo, datos iniciales le ponen luz al tamaño de las ganancias. Además de los réditos queseguirá obteniendo de sus muchos otros inversores, Adidas, Publix, Coca- Cola, Celsius, Autonation, XBTO, Brightline y etcéteras varios.
Apple se había comprometido un año atrás con un mínimo de 2500 millones de dólares durante la próxima década ante la MLS; los primeros cálculos marcan que el tsunami messi logró que en solo los dos partidos iniciales de la estrella recauda una cifra cercana a esa millonada.
Aunque aún no decidió sobre su residencia definitiva, por las dudas, desde hace años cuenta con dos departamentos frente al mar. Uno de ellos en el piso 47 del ultraselecto Porsche Design Tower Miami, sospechado del lavado de mil millones de dólares proveniente de un grupo venezolano en su construcción. Cada unidad ocupa el piso completo y cuenta con piscina, patio y estacionamiento en el propio nivel para 7 vehículos.
Récords y más récords
- Minutos antes de confirmarse la llegada del ganador de 42 títulos en 19 años, el Inter de los Mas Canosa tenía un millón de seguidores en Instagram; el efecto Messi le puso un motor fuera de borda a la escalada: en 24 horas ya sumaba cuatro millones y el día del debut superó los 10 millones y en alza. El resto de los equipos que participan de la Liga “apenas” alcanzan aquel millón de seguidores inicial.
- Con 12,5 millones de telespectadores, el debut del argentino mundial se convirtió en el acontecimiento futbolístico más visto de la historia de la televisión estadounidense. Si no se está en el modestísimo estadio, el espectáculo solo puede disfrutarse a través de la plataforma Apple TV. El récord se dio a pesar de que el futbol es el quinto deporte en la preferencia de los estadounidenses, que priorizan al futbol americano, el béisbol, el básquet y al hockey sobre hielo.
- Los números se multiplican exponencialmente con el aumento de usuarios en las redes, participando de debates en tiempo real, circulación de memes y opiniones sobre el partido. El fenómeno se convirtió en tendencia (trending topic) mundial en diversas plataformas y las “etiquetas” (hashtags) vinculadas al hecho fueron tendencias globales. Fue el Tsunami Leo.
- Específicamente, sólo con el anuncio de la contratación, se registraron más de 300.000 nuevas suscripciones al MLS Season Pass, lo que permitió que la empresa de la manzana mordida llegase al millón de suscripciones, con un horizonte que los analistas ubican alrededor de los 2 millones de usuarios en el corto plazo.
- El abono tiene una base mensual de 15 dólares o un precio anual de 99. ¡¡Multiplicad, que no son panes!!
- A partir de su aterrizaje en La Florida, Messi se constituyó en el deportista de mayor arrastre en las redes de todo Estados Unidos, con más de 480 millones de seguidores. Superó a LeBron James (NBA), Tom Brady (ex Liga Nacional de Fútbol Americano, LNFA), Stephen Curry (NBA), Tiger Woods (golf) y Jimmy Butler (NBA). Sin ser automático, ese crecimiento tendrá reflejos en el consumo del pass televisivo.
- Del mismo modo, los 55 millones anuales del contrato con el Miami lo convirtieron en el deportista con mejor salario anual entre las cinco principales ligas de EEUU.
Currículo y encantamiento
Los Messi se broncearon en Bahamas y llegaron a Fort Lauderdale, la «Venecia de América» del estado de La Florida, el martes 11 de julio. Bajo las piernas del jefe del clan reposaban los centenares de pergaminos, en especial el Campeonato del Mundo ganado en diciembre de 2022 y su instalación definitiva como mejor jugador del orbe.
Sin embargo, su equipaje incluía otros elementos destinados a galvanizar su imagen, tan real como esencial para el marketing; por ejemplo su relación con Antonela Roccuzzo, su novia de siempre, convertida en esposa y madre de sus tres hijos, una muchacha embellecida con dedicación, que muestra su respaldo y acompañamiento en todas las circunstancias. La sonrisa breve del mejor de todos, el control de pelota único, la sencillez de un pibe de barrio que parece absolutamente ajeno a las toneladas de millones que genera cada uno de sus movimientos o de sus escasas palabras… Lo adora el mundo mundial… y lo compra el mercado.
Responde con lo que debe responder, gambeta, precisión, genio, gol y gol y gol y gol. Es el ídolo exacto del tiempo de la imagen que corre, el que solo se saca fotos con su esposa, con sus hijos, con sus amigos. Y, fuera de la cancha, es la antítesis de aquel monstruo del fútbol que reivindicaba a Guevaras y Chávez y Fideles y Cristinas y quería sindicatos de futbolistas para defenderlos de las fifas y repudiaba, premonitorio y exacto, «la admiración enferma que existe por Blatter, al igual que la que se le otorga a un antiguo jefe de la mafia que se las ha arreglado para permanecer fuera de la cárcel”.
Maradona, Diego Armando Maradona, el que puede haberse equivocado con sus amigos personales, pero jamás la pifió, como con la zurda, al elegir figuras para pelear contra las injusticias (Fidel, Chávez, los Kirchner) o al rechazar a los poderosos, desde George W. Bush hasta los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
De Catar y Arabia Saudita en alfombra mágica a Miami
En la cumbre de la fama, la imagen del muchacho bueno, Lionel Andrés Messi Cuccittini (apodado “Leo” por la ignorancia de una letra), en pocos años fue usada por una telaraña de intereses que apuntaron a “mejorar” las imágenes de algunos de los peores actores del escenario internacional, por ejemplo, el Estado de Catar y el Reino de Arabia Saudita y, ahora, al Grupo Mas Canosa, propietario del Miami, manejado por los herederos de Jorge Mas Canosa, uno de cuyos hijos preside la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), cuyo objetivo sigue siendo derrocar al gobierno de La Habana.
Ya lo había intentado su fundador, un agente encubierto de la CIA, vinculado al tráfico de drogas y armas, cómplice y financista de Luis Posada Carriles, condenado como organizador del atentado que causó la explosión de un avión cubano en pleno vuelo, que provocó la muerte de 73 personas, además de la cadena de bombas contra la hotelería habanera en 1997 y de operaciones en Argentina, Venezuela, Guatemala, El Salvador y Chile.
En el caso de la monarquía absoluta catarí, violadora de derechos humanos de distinto tipo, la maniobra había comenzado a partir de su instalación en París, uno de los epicentros de atracción mundial. A través del Fondo de Inversiones Qataríes, propiedad del Ministerio de Finanzas y del Comité Olímpico de aquel país, compró el PSG, lo llenó de jugadores de renombre universal hasta que logró la frutilla de la torta: Leonel Messi, quien desembarcó en la “Ciudad Luz” como si fuese el mejor de los perfumes, una oportunidad incomparable para que el régimen autoritario transfiriese su «marca», con cara de “Leo” sonriendo desde la Torre Eiffel, con un poder hipnótico que genera la sensación de que la capital catarí no es la prefabricada Doha sino… la tradicional París.
La corona decidió invertir en esa maniobra, en búsqueda de la consolidación de su posición en el mapa planetario, hasta desplazar a Arabia Saudita de su acuerdo estratégico con Estados Unidos que nada tiene que ver con el deporte.
De paso disimulaban la compra de votos en la FIFA del Blatter odiado por Maradona, los sobornos pagados en 2010 a los popes del fútbol planetario, que incluía entonces al argentino de Julio Grondona, para desplazar la candidatura de Estados Unidos y llevarse la pelota al borde del desierto, con miles de trabajadores muertos en la construcción de los estadios, donde nadie practica ese deporte y las mujeres, incluso, tienen prohibido hacerlo, a pesar de que las ligas femeninas son una exigencia de la Federación para que equipos y selecciones masculinas participen de torneos.
Más ocupados en multiplicar los millones que en la geopolítica, quienes manejan el rumbo de la Corporación Messi, en pleno cumplimiento de contrato con el PSG, decidieron negociar con su enemigo estratégico en el Golfo Pérsico. Señor de dos reinos, Messi se convirtió en embajador turístico de Arabia Saudita, a cambio de un contrato multimillonario paralelo. Aunque esos números son invisibles, como siempre, las versiones indican que fueron cinco veces más que los propuestos en condiciones similares a Cristiano Ronaldo, cuyo pago estaba por encima de los cinco millones de dólares por año.
En mayo de 2022, cuando abandonó las prácticas en París y fue sancionado por ello, los saudíes lo presentaron como su embajador durante un viaje Jeddah, una ciudad turística junto al Mar Rojo. Los 25, fueron ganadores… y metieron “al mejor” en un conflicto que le granjeó la bronca de unos y terminó cerrándole las puertas de los inversores… La Florida quedó como escala solitaria.
Sumando pifias (?), el grupo económico, la relación con Arabia no solo afectó a los cataríes. El país fue denunciado por UNICEF por violaciones a los derechos de la minoridad, responsabilizando del asesinato de 10.000 niños durante su participación en el conflicto en el vecino Yemen, a través de la coalición liderada por el régimen de Riad. Desde 2010 el “10” del Inter de Miami es “embajador de buena voluntad” del organismo de las Naciones Unidas dedicado a la Infancia.
Para Amnistía Internacional ambos países, junto a Emiratos Árabes Unidos son los mayores ejemplos de países que tienen en el “blanqueamiento deportivo” (sportwashing) “una estrategia clara y mantenida para limpiar su imagen. Su responsable de medios, Alberto Senante, en la previa del mundial de Doha, afirmó que ese mecanismo es utilizado por “los gobiernos que menos respetan los derechos humanos”, a los que se suman “empresarios y políticos de dudosa reputación que se acercan a los deportes más populares solo para conseguir mejorar su imagen, ampliar sus relaciones o su influencia”. Ilustró sus afirmaciones con un mapa contundente del “lavado mundial”.
De la Meca a la gusanera
En definitiva, el equipo financiero sigue sumando anunciantes y asociados, sinónimo de millones de millones, a la cartera ya cautiva desde tiempos barceloneses (Adidas, Budget, BYJU’S, Pepsi, Lay’s, Gatorade, Budweiser, Mastercard, Socios.com, Ooredoo, Mengniu, eFootball, Orcam, Hard Rock, Cirque Du Soleil), mientras el muchacho hincha del Newell’s Old Boys rosarino y el River Plate de Nuñez, sigue jugando a la pelota y, ahora, imposibilitado de subirse a alguna de las ferraris europeas, decidió descansar en la ciudad del sol, las playas y las compras, refugio de pobres de Latinoamérica y el Caribe y de las derechas más recalcitrantes de esas geografía.
Lo dijo sin vueltas: “Si no salía lo del Barcelona, quería irme de Europa, salir del foco y pensar más en mi familia”. En otras profesiones y oficios a eso se le llama retirarse, jubilarse. En su caso, y a diferencia de la mayoría de las y los mortales, sin morirse de hambre.
“Ñamérica”
Cuando alguien ya hizo la descripción correcta de lo que se quiere reseñar, lo lógico es remitirse a ella. El escritor y cronista de origen argentino, Martín Caparrós, escribió una monumental obra sobre los países de habla hispana de la región; la llamó Ñamérica porque el Castellano es el único idioma en el mundo que simbolizó el sonido “ene i” con una sola letra, la “ñ”, a diferencia de los que utilizan “ny”, “ni” o “nh” para dibujar ese sonido. Además, ubicó como su “ciudad capital” a un escenario ubicado fuera del espacio territorial que recorre: Miami, epicentro de “lo latino” en Estados Unidos, una concentración de millones de personas que migran desde Latinoamérica y el Caribe hacia una “promesa” que la mayoría de las veces no se cumple.
“Miami es una isla –dice-, una especie de isla: el mar delante, los pantanos detrás. Y una ilusión que dependió, desde el principio, de su habilidad para convencer a personas lejanas de que valía la pena dejar sus lugares para venir a este”. Y en la actualidad “es un lugar al que la mayoría decidió venir: una ciudad deseada. Miami es una ciudad deseada por miles y miles de ñamericanos que creen que aquí podrán vivir una vida distinta: deseada por miles y miles de venezolanos medio pobres que creen que aquí encontrarán trabajo y comida cada día; deseada por miles de venezolanos groseramente ricos que creen que aquí encontrarán seguridad para ellos y sus dólares
«Deseada por miles y miles de cubanos que la ven en los clips reguetoneros como un edén de oros y de culos; deseada por miles y miles de caribeños y centroamericanos radicalmente pobres que la ven como la posibilidad de comer todos los días bajo techo; deseada por miles y miles de sudacas no tan pobres que la ven como la posibilidad de vivir como en los comerciales; deseada por unos pocos miles realmente ricos que creen que aquí pueden serlo más aún o, por lo menos, intentarlo a bordo de aquel yate, tan tranquilos; deseada por miles y miles de argentinos colombianos brasileños mexicanos que la ven como el paraíso de las compras baratas que quisieran tener en sus países y no tienen
«Deseada por miles y miles de argentinos colombianos brasileños mexicanos alemanes norteamericanos que la ven como ese mito pop de camisas floreadas y nalgas como barcos, el lugar de lo cool y lo fashion y la rumba a rayas; deseada por miles y miles de licenciados en administraciones diseñadores de la web vendedores de todo que la ven como el lugar perfecto para tener esa familia rubia el perro el parasol junto a la alberca; deseada por miles y miles de norteamericanos aviejados que la ven como el lugar perfecto para esperar su muerte al sol; deseada por miles y miles de políticos empresarios ladrones varios que la ven como la forma de aparcar sus riquezas mejor o peor habidas casi sin preguntas; deseada, por fin, por razones oscuras, por los que siempre quisimos despreciarla”.
Aquella espera de la “muerte al sol” de la que habla Caparrós, es la imagen del (ya pasado de moda) “sueño americano”, es decir estadounidense. En 1969, un británico, logró plasmar como nadie esa decadencia en una película, además de trazar un retrato de la jungla del Manhattan neoyorkino. Midnight Cowboy o Cowboy de Medianoche o Perdidos en la Noche la tituló la industria; John Schlesinger fue su director.
Rubiecito, ingenuo, creído de su figura tejana, “Joe Buck” se despide de sus tareas de lavaplatos, mete la camisa chillona dentro del pantalón y,
calzado en sus botas rancheras parte hacia un sueño llamado Nueva York.
En la búsqueda de clientas (y clientes) que paguen por sus servicios sexuales,
tropieza con un ítaloamericano, sin techo, tuberculoso y cojo de su pierna derecha:
Enrico Salvatore Rizzo, simplemente Ratso.
Jon Voight y Dustin Hoffman cargando sobre sus espaldas los papeles de dos perdedores desesperados por abandonar una Gran Manzana sin oportunidades
y llegar a una nueva tierra prometida, Miami, soleada, con costas de delicia
y temperaturas amables y posibilidades y… futuro.
El mundo era menos global de lo que es en el presente. Los estadounidenses soñaban con vivir en Miami cuando lograsen “pensionase”
(algo que parece asemejarse a jubilarse pero que no tiene nada que ver,
como lo comprobaron las víctimas de las AFJP del liberalismo).
Ratso y Joe, aspiraban a lo mismo… y allá se fueron.
Ambos llegaron, uno vivo, el otro cadáver.
Con perdón por la revelación (spoiler para quienes no tienen idioma propio) y se les ocurriese ir a ver aquella obra maestra), el camino de Miami, para Lionel Messi, es la senda del ocaso como jugador de fútbol que, como ningún otro, logró mantenerse en la cumbre del juego (no de la fama, que también alcanzó) a lo largo de dos décadas ¡20 años! de estar en la punta de la cumbre.
El jugador seguirá rompiendo récords cada partido, en una liga de tercer nivel mundial, cuando la precaria sede de los Mas no se les inunde, como en su presentación o en el “Clásico del Sol” contra los mágicos de Orlando. Estará cerca del predionegocio de la Asociación del Fútbol Argentino en La Florida, y de los entrenamientos que lo conduzcan con su Selección a la Copa América 2024, a realizarse, precisamente, en Estados Unidos, con representación de seis países de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), junto a los 10 de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Más competidores más facturación.
El desembarco, además, es extraordinariamente funcional a la organización de la Copa Mundial 2026, tripartita entre el nuevo país de Messi, México y Canadá, desarrollada en la escala que acostumbra la industria del entretenimiento: 48 seleccionados en la fase final, 16 más que en 2022, disputando 80 partidos a lo largo de 39 días, 10 días más que la edición de Catar. Más horas, más jugadores, más camisetas, más botines, más anunciantes, más derechos de TV, más pelotas, más vuelos, mucho más pochoclo, cerveza y gaseosa… más negocios.
Los anticubanos hijos de aquel terrorista y agente de la CIA iniciático, desde Miami, disfrutarán de sus inversiones, también cobijadas bajo la sonrisa del prestanombre David Beckham. Messi decidirá si el cuerpo y sus ganas lo conducen hasta esa lejana competencia; la corporación que encarna se encargará de facturar, incluso, por su ausencia mágica detrás de la pelotita.
Periodista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico