Ante las versiones que indican que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no aplicará la boleta única electrónica en las primarias abiertas del 26 de abril es necesario expresar un profundo rechazo a la posibilidad de retroceder en el sistema electoral porteño.
Este cambio sobre la marcha afecta directamente a las reglas de juego de la elección. A poco más de dos meses de los comicios, los porteños no sabemos cómo vamos a votar. Todo este proceso exhibe una total falta de transparencia del poder ejecutivo de la ciudad y una sospecha de especulaciones y acuerdos entre varias fuerzas políticas porteñas.
Si el sistema de boleta única electrónica estaba probado en todo el país, como aseguró el gobierno del PRO en la reglamentación de la Ley de Boleta Única, no se explica la marcha atrás. De todas formas, si aceptáramos la incapacidad de la gestión en terminar el proceso licitatorio para garantizar la boleta única electrónica no entendemos por qué hay que descartar la boleta única, en papel, como se utiliza en Sante Fe y Córdoba, por ejemplo. No hay razón para volver a la boleta tradicional, de estilo sábana. Si la boleta no puede ser electrónica, deberá ser boleta única, como indica la ley que se aprobó por 47 votos afirmativos el 9 de diciembre del 2013.
El regreso a la boleta sábana tradicional atentaría contra la transparencia de la elección, favoreciendo las posibilidades de irregularidades en los comicios.
La boleta única, en papel, es el mejor instrumento electoral.
Los orígenes de los partidos políticos que componen UNEN han sido siempre luchar por la transparencia electoral. Como integrantes de esta coalición, no vamos a permitir que el sistema electoral de la ciudad sufra un profundo retroceso como puede ser el regreso a la boleta sábana tradicional. Si esto ocurriera, presentaremos las medidas judiciales que correspondan.
Esta regresión sobre las reglas ya aprobadas para la elección aleja a las fuerzas políticas y al electorado de la verdadera discusión programática que merece la Ciudad de Buenos Aires.